Según un nuevo estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se generaron 1,96 millones de empleos en América Latina durante un intenso período de compromiso económico con China, pero en gran medida el nivel de empleo ha sido poco calificado y distribuido de manera desigual en la región.
Entre el 2000 y el 2017, la fuerza laboral brasileña aumentó 1,6 millones de personas como resultado del comercio con China, la inversión extranjera directa (IED) china y los proyectos de infraestructura. Entre tanto, México perdió 350,000 empleos especialmente a causa de las importaciones de productos chinos que compiten con los locales, según ha determinado un estudio llamado Los efectos de China en la calidad y cantidad de empleo en América Latina.
“Dada la necesidad de América Latina y el Caribe de generar empleos, dos millones es realmente un número significativo”, dice el economista mexicano Enrique Dussel Peters, coautor de la investigación, que también recopila datos de Argentina, Perú y Chile.
Las nuevas cifras, compiladas por primera vez en 2016, exhiben que el comercio representó la mayor parte de los nuevos empleos, seguido por la IED y luego los proyectos de infraestructura. El estudio anterior atribuyó a China el 2% de la creación neta de empleos en la región entre el 2000 y el 2011, o un total de 1,15 millones de empleos. Aunque crece en el segundo estudio, la cifra representa solo el 14% de los empleos generados por las mismas fuentes en Estados Unidos durante el mismo período.
De manera crucial, la baja proporción de nuevos empleos altamente calificados parece reflejar la obstinación de algunos países latinoamericanos para diversificar las exportaciones de materia prima a industrias que agregan mayor valor. Los líderes regionales y las contrapartes chinas se han comprometido a trabajar juntos para lograr este objetivo en un proceso conocido como “escalamiento”.
Ganadores, perdedores y valores atípicos
En términos de empleo, los brasileños se beneficiaron significativamente de los intercambios económicos con China, con importantes proyectos de infraestructura que desempeñan un rol importante. La compañía de energía china de propiedad pública State Grid solo creó 100,000 puestos de empleos, incluyendo 17,000 en su línea de transmisión hidroeléctrica de 5,000 en la Amazonia.
Unos pocos países (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Trinidad y Tobago y Venezuela) representan 52 de los 69 proyectos de infraestructura chinos, que equivalen al 85% de su valor total y al 88% del empleo generado en la región por esta fuente de actividad económica.
Sin embargo, en América Latina, el principal motor del empleo sigue siendo la producción de materias primas (commodities) destinadas a China, como el petróleo, el cobre, el mineral de hierro y la soja.
Las exportaciones agrícolas contribuyeron a la mayor proporción de nuevos empleos creados por China en toda la región desde el cambio de siglo, constituyendo un total de 1,7 millones. Sin embargo, a nivel mundial, los avances tecnológicos y la mayor eficiencia en estos sectores han comenzado a desplazar a los trabajadores en los últimos años.
Si bien Brasil ha atraído la mayor parte del interés de los inversionistas chinos (USD $ 48 mil millones), según el monitor OFDI de la Red Académica China-América Latina, su prolongada agitación política y económica ha llevado a muchos a buscar entornos de inversión fértiles en otros sitios.
“Las crisis en Brasil, Argentina y Venezuela y los beneficios actuales y futuros que las compañías chinas han detectado en México han jugado un rol importante”, explica Dussel Peters, refiriéndose al aumento de los flujos de IED de China al país de América del Norte.
Si bien México perdió empleos a través del comercio con China, se benefició con USD $ 5,5 mil millones en nuevas IED chinas en el 2017. La cifra significó un 21% de la participación total recibida desde el 2000 y se tradujo en un 24% más de empleos provenientes de la IED china que en todo el período de 16 años que lo precedió.
La relación de México con China no se basa en el comercio de materias prima, algo inusual para una gran economía latinoamericana. Si bien ha abierto su sector energético a la inversión extranjera por primera vez en 80 años, la mayor parte de la IED china se ha canalizado hacia la manufactura y el mercado interno.
Conflictos laborales
En Perú, la mina de cobre Las Bambas en la región de Apurímac, representó el 42% de todos los empleos liderados por China en el país durante el año pasado. Allí, las disputas sobre los impactos ambientales han paralizado las operaciones en algunas oportunidades.
Incidentes no surgen de “diferencias culturales” abstractas, como se sugiere a menudo, sino por la negativa de las empresas chinas a acatar las leyes laborales del país anfitrión
Otros dos grandes empleadores en el sector, Shougang, cuya problemática empresa de mineral de hierro representó el 25% del empleo, y China Minmetals (19% del empleo), propietaria de la mina de cobre Toromocho, también han sido testigos de conflictos violentos con los trabajadores.
En Shougang, se tornaron violentas las protestas de los trabajadores contra la implantación de la flexibilización de los horarios laborales por parte de la compañía en el 2015 , en medio de acusaciones de que la compañía había contratado a agentes provocadores para justificar una ofensiva contra los empleados descontentos.
Según el informe de la OIT, tales incidentes no surgen de “diferencias culturales” abstractas, como se sugiere a menudo, sino por la negativa de las empresas chinas a acatar las leyes laborales del país anfitrión.
Las disputas laborales también se han visto en proyectos de infraestructura con trabajadores latinoamericanos poco calificados y gerentes, ingenieros y técnicos chinos.
Esta división, y la falta de capacitación y transferencia de conocimientos de China a América Latina, es un problema de larga data identificado por expertos que monitorean la relación, quienes sostienen que la región disfruta de menos beneficios a largo plazo de lo que en realidad debería.
Un documento, que próximamente publicarán tres economistas de la Universidad de Colorado, examina los impactos del ingreso de China en el 2001 a la Organización Mundial del Comercio en el mercado laboral peruano, observando un fuerte aumento en el comercio pero impactos “negativos y duraderos” en el empleo.
Las industrias que compiten con las importaciones chinas son las que más sufren. Las trabajadoras poco cualificadas fueron las más afectadas, mientras que el empleo para las contrapartes masculinas apenas cambió.
“Se vuelve cada vez más esencial examinar los impactos del género en el mercado laboral sobre la liberalización comercial“, explicaron a Diálogo Chino los coautores Andrea Velásquez, Hani Mansour y Pamela Medina Quispe. Además, agregaron que los trabajadores desplazados, en su mayoría mujeres, tienen una capacidad limitada para moverse hacia sectores más productivos de la economía, algo en lo que el gobierno podría ayudar.
“Las políticas destinadas a aumentar la movilidad de las mujeres en todos los sectores, como los programas de capacitación o educación, podrían mitigar los impactos negativos del comercio”, añadieron.
Transición baja en carbono
En Chile, el crecimiento en el sector de las energías renovables ha generado oportunidades de empleo, ya que unos USD $ 6 mil millones de la inversión china han generado más de 10,000 nuevos empleos en parques eólicos, plantas solares y alumbrado público LED.
La idea preconcebida de los grupos sociales acerca de que China busca solo materias primas no se sostiene
La operación chilena de Envision Energy, con sede en Shanghai, ha invertido USD $ 33 millones en un parque eólico con una capacidad instalada de 10 MW. Una alianza entre la compañía china JA Solar y Soventix Chile SPA creará una gran granja solar, mientras que Jinko Solar está trabajando con la agencia nacional de energía de Chile (ENEL) en una planta de 100MW. Sky Solar Holdings planea agregar otros 300MW.
Según Dussel Peters, el papel de China en la transición de América Latina a economías más limpias solo crecerá, lo que ayudará a disipar el mito de que las empresas chinas en la región actúan como un monolito hambriento de recursos que presta escasa atención al medio ambiente.
“La idea preconcebida de los grupos sociales acerca de que China busca solo materias primas no se sostiene”, dice.
Un documento del 2016 del Ministerio de Relaciones Exteriores de China (MFA) se comprometió a “alinear la capacidad de alta calidad y el favorable equipamiento chino en el marco de las necesidades de los países de América Latina y el Caribe”.
Al desarrollar industrias secundarias con inversión y tecnología chinas, algunos países latinoamericanos podrían “actualizar” sus economías y reducir la dependencia de las materias primas. Las industrias primarias han creado menos empleos por transacción de inversión china en Chile, mientras que también parecen tener menos beneficios a largo plazo tanto para el empleo como para el medio ambiente.
Sin embargo, hasta ahora, América Latina ha respondido inadecuadamente a las promesas establecidas en el documento del Gobierno chino y a las declaraciones sobre la transferencia de conocimientos en reuniones de alto nivel con China, como la del bloque regional de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), aseguró Dussel Peters.
“América Latina y el Caribe, sus gobiernos, élites, ONG y muchos otros, simplemente no cuestionan estas propuestas”, dice.