En su aniversario número 60 y por primera vez en su historia, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) iba a realizar la reunión anual de su consejo directivo en China – hasta que la canceló de manera dramática el viernes.
La cumbre, que iniciaba el martes en la ciudad de Chengdu, se canceló abruptamente debido a la disputa sobre quién representará en la cita a Venezuela, cuya crisis política se instaló en primera fila del evento y puso a la diplomacia china en una posición incómoda.
Este dilema había irrumpido con fuerza la semana pasada, después de que el BID decidió por votación reemplazar al representante del gobierno de Nicolás Maduro con el economista Ricardo Hausmann, propuesto por el autodeclarado presidente Juan Guaidó. Con esa designación, el BID se convirtió en el primer organismo financiero multilateral que reconoce oficialmente a un delegado de Guaidó.
La decisión creó de inmediato un dilema diplomático para China, que ha intentando mantener una posición neutral en la crisis política de Venezuela y que es miembro no prestatario del banco desde 2009.
Hausmann, ex ministro y actual crítico de Maduro
El plato fuerte de la cumbre era la asamblea de gobernadores del BID al final de la semana, que suele incluir a los ministros de Hacienda o los presidentes de los bancos centrales de sus países miembros. Como gobernador de Venezuela iría Hausmann, un profesor de la Universidad de Harvard y acérrimo crítico de Maduro que fue ministro de Planificación durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez en los años 90 y durante seis años economista jefe del BID.
Aunque la tensión sucedió detrás de bambalinas, escaló rápidamente. Según Reuters, China propuso al BID no invitar a representantes de ninguno de los dos bandos para “despolitizar” la cumbre. La agencia de noticias también señaló que, de no obtener Hausmann su visa para estar en la cita, Estados Unidos –que mantiene fuertes diferencias con China por temas de comercio- amenazó con retirarse.
Al final, según la propia Reuters, el BID decidió cancelar el evento el viernes en una reunión de su consejo directivo.
A la ya tensa situación se sumaba que Hausmann ha sido crítico del rol internacional de China y de sus préstamos a cambio de recursos naturales como petróleo.
“En principio, los ahorros masivos, el knowhow acerca de infraestructura y la voluntad de otorgar préstamos que tiene China, podrían ser muy positivos para los países en desarrollo”, escribió en una columna compartida por Project Syndicate en enero de este año. “Por desgracia, como lo han sufrido en carne propia Pakistán, Sri Lanka, Sudáfrica, Ecuador y Venezuela, el financiamiento para el desarrollo por parte de China suele provocar en la economía una borrachera llena de corrupción, que va seguida de una desagradable resaca financiera (y a veces política)”.
Es una enorme vergüenza ver a los líderes globales dar un paso hacia atrás del multilateralismo en un momento de crisis política
El periódico Beijing Youth Daily citó al portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Yan Shuang, diciendo que China lamentaba profundamente la decisión del BID de cancelar la reunión. “China fortalecerá, como siempre, su cooperación con los países de América Latina y el Caribe y con el Banco para alcanzar beneficios mutuos y un desarrollo común”.
“Oportunidad perdida”
De acuerdo con Rebecca Ray, una investigadora de la Univerasidad de Boston especializada en financiación china al desarrollo en América Latina, no quedan ganadores de la cancelación de la cumbre. “Es una enorme vergüenza ver a los líderes globales dar un paso hacia atrás del multilateralismo en un momento de crisis política”, dice.
Para Ray, bancos alternos al BID o al Fondo Monetario Internacional operados por los países prestamistas, como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) no han tenido que cancelar sus reuniones a raíz de diferencias sobre Venezuela.
“Es solo cuando Beijing y Washington permiten que organismos multilaterales se conviertan en escenarios para la competencia en vez de la cooperación que el desarrollo se frena”, dice. Cancelar la cita anual es una “oportunidad perdida” para los demás países que buscan recibir préstamos y avanzar la colaboración de China con el banco en proyectos de desarrollo sostenible, añade Ray.
En un trino, Wei Qiang, embajador de China en Panamá, describió la situación como “muy reprochable” y sugirió que el banco había politizado el tema. Lo hizo en respuesta a otro trino del presidente panameño Juan Carlos Varela, que calificó como “un error” la decisión del banco.
Totalmente de acuerdo. Muy reprochable la descarnada politización de la reunión anual del BID con un pretexto ilegítimo e irrelevante para con la reunión, en flagrante desprecio de los intereses del BID y sus miembros. https://t.co/XAI1K79xtY
— 魏强 WEI Qiang (@weiasecas) 24 de marzo de 2019
China, en la cerca sobre Venezuela
67 mil millones
en préstamos de dos bancos estatales chinos a Venezuela desde 2005
En el trasfondo de esta tensión hay una realidad política: China, cuyos préstamos de más de 67 mil millones de dólares (según cifras de Inter-American Dialogue) a cambio de petróleo han sido uno de los apoyos económicos que el régimen de Maduro ha usado para mantenerse a flote, se ha mostrado poco inclinada de ser un sostén político del gobierno actual y ha preferido mantenerse al margen.
Desde el inicio de la crisis, China insistió en que se necesitaba una salida negociada. En uno de sus característicos pronunciamientos no comprometedores, el Ministerio de Exteriores dijo que: “Llamamos a todos los sectores involucrados a actuar con calma y racionalidad y buscar una solución política bajo la Constitución venezolana y a través del diálogo pacífico. China respalda los esfuerzos del gobierno de Venezuela de proteger la soberanía nacional, la independencia y la estabilidad. China siempre ha adherido al principio de no interferencia y objeta la intervención externa en los asuntos internos de Venezuela”, dijo.
Sin embargo, en los últimos meses hubo señales de que, a diferencia de aliados como Rusia o Turquía que respaldan a Maduro sin ambages, China ha optado por mantener los canales abiertos con ambos lados, una postura consistente con su política exterior pragmática y realista.
Discusiones y envío de mensajes sí ha habido
A mediados de febrero, el Wall Street Journal señaló que diplomáticos chinos se reunieron con delegados de Guaidó en Washington con el ánimo de proteger sus inversiones en Venezuela. El Ministerio de Exteriores chino desmintió la información un día después. “En realidad es una noticia falsa”, dijo la portavoz Hua Chunying.
Esa misma semana, Elliott Abrams –el enviado del gobierno Trump para Venezuela- subrayó en una audiencia en el Congreso de Estados Unidos que sí había contacto entre China y la oposición a Maduro. “No creo que haya ninguna negociación, usando el término de manera restringida. Discusiones y envío de mensajes sí ha habido”, dijo.
El mismo Guaidó ha intentando enviar ese mensaje a China. “Lo que más conviene a Rusia y a China es la estabilidad del país y un cambio de gobierno (…) Maduro no protege a Venezuela, no protege las inversiones de nadie y no es un buen negocio para esos países”, dijo en una entrevista con Reuters en enero.
Luego, a finales de febrero, China vetó un proyecto de resolución promovido por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, reclamando elecciones presidenciales libres en Venezuela y buscando garantizar el ingreso de ayuda humanitaria al país. Rusia, que ha sido el aliado más fuerte de Maduro en el escenario internacional, se sumó al veto.
Ese mismo día China respaldó un proyecto de resolución rival impulsado por Rusia, manifestando preocupación por “las amenazas de uso de la fuerza” en Venezuela y los “intentos de intervención en asuntos” internos de ese país. Esa propuesta, que solo recibió cuatro votos, también se hundió.
Por eso, los esfuerzos de China por mantener su distancia de la crisis política de Venezuela volaron en pedazos ahora que la cumbre anual del Banco Interamericano de Desarrollo se iba a realizar en la provincia de Sichuán.
En parte porque más de la mitad de los miembros del BID reconocen a Guaidó como legítimo presidente de Venezuela, mientras unos pocos (como Bolivia, El Salvador y Nicaragua) aún reconocen a Maduro y otros (notablemente México y Uruguay) aún buscan una salida negociada.
Pero, sobre todo, porque con la decisión sobre la visita de Hausmann a Chengdu, Estados Unidos y el BID terminaron forzando a China a tomar un bando. El sacrificado fue justamente la primera reunión del banco multilateral en casa de su mayor socio asiático.