Con un desembolso estimado de más de 3.500 millones de dólares, el puerto de Chancay es una de las mayores inversiones que han llegado a América Latina en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el programa mundial de infraestructuras y conectividad de China.
Situado a unos 80 kilómetros al norte de la capital peruana, Lima, se espera que el puerto de aguas profundas facilite el comercio entre las dos regiones cuando empiece a recibir buques el año que viene, y pueda también abrir nuevas oportunidades para los vecinos sudamericanos de Perú. Pero a medida que avanzan las obras, el proyecto sigue enfrentándose a los conflictos con las comunidades cercanas.
La primera etapa de este megapuerto se inaugurará en noviembre de 2024, durante la cumbre en Lima de la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico), un importante foro que promueve el intercambio comercial y desarrollo económico de los países de Asia y Latinoamérica que comparten el océano Pacífico, 16 años después de que la empresa minera peruana Volcan concibiera por primera vez el proyecto.
En 2019, la empresa estatal china COSCO Shipping adquirió una participación del 60% en el proyecto puerto. “Será el hub más importante de Sudamérica”, dijo el entonces presidente de Perú, Martín Vizcarra, cuando se anunció el acuerdo en Davos, Suiza. En 2021, COSCO firmó acuerdos con China Harbour Engineering Company y China Communications Construction Company para ayudar a construir las instalaciones.
Debido a la capacidad del puerto de Chancay, se tiene proyectado un movimiento inicial de un millón de contenedores al año, comentó a Diálogo Chino Mario de las Casas, gerente de asuntos corporativos de COSCO Shipping Ports Chancay Perú S.A. Además, el puerto permitirá que buques más grandes atraquen en Sudamérica.
En el Pacífico americano, agregó De las Casas, los buques gigantes (de unos 400 x 60 m) que desde Asia transportan de dieciocho a veinticuatro mil contenedores sólo pueden desembarcar en Long Beach, California (Estados Unidos) y en Manzanillo (México). Gran parte del comercio con Sudamérica se hace indirectamente, con transportes de menor calado a lo largo de puertos intermedios de la costa del Pacífico. Chancay rebajaría costos de flete, así como los tiempos de traslados, dijo De las Casas.
Chile, Ecuador y Colombia aprovecharían también estos beneficios, pero el mayor interés provendría de Brasil. Empresarios brasileños han visitado los avances en Chancay y, según indica De las Casas, se encuentran muy interesados en hacer realidad el eje Acre-Pucallpa-Chancay como una vía de acceso rápido al gran comercio marítimo con Asia.
Pero la enorme escala del proyecto implica también un alto grado de impacto. Desde sus inicios, la población local ha denunciado una serie de infracciones relacionadas con la construcción del puerto, varias de las cuales afirman que aún no se han resuelto.
Puerto de Chancay: impactos y conflictos en la comunidad
“Antes bajabas a la playa, tenías pescado fresco, verdura, frutas, leche fresca, nos sentíamos privilegiados. Pero desde el inicio de las voladuras en 2016, hubo un cambio radical”, dijo Julia Olorting Santa Cruz, quien vive en Chancay hace 35 años.
Las voladuras que menciona son explosiones y excavaciones ejecutadas por la concesionaria que construye el puerto en busca de ganar terreno al cerro El Faro, adyacente a la playa. Los residentes afirman que durante las primeras fases del proyecto estas explosiones se producían a menudo todos los días de la semana, pero que actualmente la empresa perifonea para advertir el inicio de los estallidos diez minutos antes de las 3pm, cuando tienen lugar las explosiones. La vibración generada ha producido rajaduras no sólo en la vivienda de Olorting Santa Cruz, sino en muchas otras dentro de la zona de influencia directa del proyecto, como también comprobó Diálogo Chino en una visita a Chancay en 2021.
La vivienda de Olorting Santa Cruz es una de las 57 ubicadas en el asentamiento 21 de Enero, en la ladera del cerro Cascajo colindante con la zona operativa portuaria. Actualmente, debido a los cuadros de ansiedad e insomnio que le diagnosticaron y que relaciona con las obras de construcción, debe alquilar un espacio rural tranquilo a 20 minutos de su casa.
Cooperacción es una ONG que trabaja en Chancay hace más de veinte años, y según su director ejecutivo Alejandro Chirinos, acompañan en sus demandas a los pobladores de Chancay.
Las afectaciones que esta ONG ha detectado incluyen la salud física y mental de los vecinos de las obras en ejecución, así como la integridad de sus viviendas, sitios arqueológicos y culturales. “Los conflictos no se han podido enfrentar de manera institucional y la empresa ha estado avanzando en la afectación continua sobre la población”, dijo Chirinos.
De las Casas, de COSCO, dijo a Diálogo Chino que “la intención es no impactar en la sociedad de Chancay”. El coordinador de responsabilidad social de la empresa, Cesar Cacho, agregó que “todos están conformes con las obras y nuestros programas de compensación”, refiriéndose a los planes que se han ofrecido a muchos residentes afectados por daños en sus propiedades. “Los cuestionamientos que nos han manifestado van por el polvo, el ruido y las afectaciones, cosas que resolvemos día a día”, añadió Cacho, y enfatizó que quienes no están de acuerdo con el proyecto son las personas que viven lejos del área de influencia.
Del mismo modo, Mar Pérez Aguilera, responsable de la Unidad de Protección a Defensores de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), cuenta que la empresa ha iniciado procesos judiciales contra pobladores de Chancay que están contra estas obras.
“No deberían impulsar procesos judiciales contra personas que plantean reivindicaciones legítimas. Desde la CNDDHH hemos venido acompañando casos de dirigentes sociales que están siendo querellados”, señala Pérez. Cooperacción informa que cinco ciudadanos se han enfrentado a acciones legales por comentarios públicos críticos con el proyecto.
Ante esto, De las Casas confirmó a Diálogo Chino que sólo han judicializado a quienes han “atentado contra la imagen de la empresa”.
Según opinaron los especialistas y pobladores, la principal causa de los conflictos es el presunto secretismo con que se manejó el proyecto desde un inicio. “Nadie nos dijo de qué se trataba la obra”, afirma Olorting Santa Cruz, quien además añade que “con las primeras voladuras, hicimos denuncias ante las autoridades, pero nos decían que estábamos mal, que mentíamos”.
Después de estas primeras negativas y con los trabajos del puerto andando, Miriam Arce Pita, presidenta de la Asociación en Defensa de las Viviendas y Medio Ambiente del Puerto de Chancay y secretaria del Frente de Defensa por la Dignidad y Libertad de Chancay, se reunió con el Ministerio de Transportes, con la Presidencia del Consejo de Ministros, y con la Autoridad Portuaria Nacional durante el año pasado para verificar los adecuados procedimientos de las obras.
Les hemos pedido que nos presenten el plan maestro, por dónde va a pasar la nueva carretera, a quiénes van a expropiar para hacer la nueva carretera. Pero nadie tiene nada. Este proyecto sólo beneficiará a un grupo de personasMiriam Arce Pita, presidenta de la Asociación en Defensa de las Viviendas y Medio Ambiente del Puerto de Chancay
“Les hemos pedido que nos presenten el plan maestro con el funcionamiento de los muelles, por dónde va a pasar la carretera Panamericana norte alterna [una ruta planificada para aliviar el tráfico], a quiénes van a expropiar para hacer la nueva carretera. Pero nadie tiene nada. Este proyecto sólo beneficiará a un grupo de personas”, denuncia Arce. De las Casas no comentó en detalle la carretera prevista, pero dijo que se han realizado estudios para evaluar las repercusiones del proyecto.
Empleo y ecosistemas
“Las primeras asociaciones con las que tuvimos conflictos fueron las de pescadores, por falta de información y el miedo que lo nuevo genera”, explica César Cacho. “Ellos tuvieron que cambiar su ruta de pesca, pero ahora son los que más apoyan el proyecto”, asegura.
Esta versión tiene sus matices, como nos indicó un integrante (que prefirió el anonimato) de la Asociación de Pescadores del Muelle de Chancay, fundada hace 35 años y conformada por 174 pescadores.
“No estábamos de acuerdo con la forma cómo la empresa llevaba las cosas para la construcción del megapuerto. Ahora tenemos un acuerdo interno con la empresa, un acuerdo de bonos de escolaridad, compensación de trabajo. Muchos seguimos en desacuerdo, pero al no tener más alternativas, no nos quedó otra que aceptar sus ofrecimientos”, dijo el pescador.
Chirinos, de Cooperacción, indica que el proceso de degradado de los fondos marinos de la línea costera para instalar el terminal portuario está generando la muerte de la biodiversidad que sustenta la pesca artesanal. Ello significa que las tradicionales pesca de orilla y de acantilados se perderán, y miles de personas podrían quedarse sin trabajo, pues por cada puesto directo de pesca artesanal (embarcada y no embarcada), se generan siete puestos indirectos. La alternativa es trasladarse diez kilómetros al norte, pero ello implica diversos costos y es incierto cuántos estarían dispuestos a asumirlos.
La Autoridad Portuaria de Chancay ha declarado anteriormente que solo la primera fase del puerto generará más de 9.000 puestos de trabajo, directos e indirectos, afirmando que el 90% de ellos se destinarán a la población local de Chancay. De las Casas no dio estimaciones precisas sobre los empleos indirectos, pero afirmó que el puerto estará altamente automatizado y que se crearán hasta 700 empleos directos.
Por otra parte, se ha expresado preocupación por el impacto que el megapuerto pueda tener en los ecosistemas cercanos. A cien metros de una de las entradas de la zona de construcción, se ubica el humedal de Santa Rosa, importante reserva natural para gran cantidad de especies de aves y pulmón de la costa al norte de Lima.
“Una de las funciones del humedal es la captura del carbono para purificar el aire”, comenta Williams Jurado Zevallos, coordinador general del Comité de vigilancia vecinal del humedal de Santa Rosa.
“Su eficiencia es el doble de la de un bosque, lo que significa que las 77,8 hectáreas del humedal purifican la misma cantidad de aire que unas 160 hectáreas de bosques”, asegura Jurado Zevallos. Sin embargo, la extrema cercanía del megaproyecto coloca a esta zona en una situación de alto riesgo. Jurado exige que se tome en cuenta el impacto de la contaminación y las afectaciones a las aves del humedal.
Ante ello, Chirinos indica que la ya aprobada MEIA (Modificación a Estudio de Impacto Ambiental) solo menciona los ruidos como afectaciones a la zona, pero no a las aves que descansan y anidan en el humedal. El mayor temor, recalca, es que la gran demanda de agua potable de la zona agote las mismas fuentes subterráneas del humedal y lo termine por secar.
Para Chirinos, si no se toman en cuenta los pedidos justificados de la población, se estaría generando en Chancay “un proceso de expulsión silenciosa, al expulsarse biodiversidad, derechos y cultura, elementos constitutivos del distrito”. Y dijo que, en tal escenario, los grandes beneficios que se mencionan sobre el megapuerto no serían inmensos como muchos plantean.
Los representantes de COSCO declararon a la prensa que la empresa había participado en una comisión multipartita celebrada por el gobierno local que estudia el humedal, la cual informó de que las aves han seguido llegando a la zona, con un aumento del número de algunas especies.
