Se dice que Wang Jing, el empresario chino reacio a la publicidad, perdió el 85% de su fortuna hasta el momento por el crac de la bolsa de valores de Shanghái. ¿Qué nos dice esta carrera llena de altibajos sobre la persona que podría llegar a respaldar su controvertido plan para construir un canal navegable de USD 50 000 millones a través de Nicaragua y por qué? Para alguien que afirma ser el líder de uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos del siglo XXI, Wang Jing es notoriamente reacio a la publicidad. Insiste en que simplemente es un “multimillonario normal” y ha revelado pocos detalles sobre su carrera y los primeros años de su vida. Desde el 15 de junio de 2013 –cuando acaparó la atención del mundo gracias al anuncio del presidente nicaragüense y el exrevolucionario Daniel Ortega de su plan para construir un canal navegable a través de Nicaragua– este inversor con sede en Hong Kong ha enfrentado persistentes preguntas –en su mayoría sin respuesta– sobre su trayectoria y la factibilidad del proyecto. El canal de Wang mediría 171 millas (273 kilómetros) y dividiría en dos al segundo país más pobre del hemisferio occidental. Su costo, de USD 40 000 millones, equivaldría aproximadamente a cinco veces el PIB anual de Nicaragua. La obra desplazaría a decenas de miles de nicaragüenses, requeriría una operación de dragado sin precedentes en el lago Nicaragua y pondría cientos de hectáreas de tierra en manos de la empresa de Wang, la Hong Kong Nicaragua Development Corporation (HKND), como parte de la concesión. A pesar de que el gobierno nicaragüense ha reconocido los potencialmente desastrosos impactos ecológicos del proyecto del canal, ha otorgado un permiso ambiental de construcción a HKND, pero los problemas continúan.
Se estima que el reciente crac del mercado de valores en China borró el 85 % de la fortuna personal de Wang, según el índice de multimillonarios de Bloomberg, que sigue el patrimonio de las 400 personas más ricas del mundo. Wang ya no está entre ellas. Incluso antes del crac, los medios internacionales planteaban con cierto escepticismo la idea de que esta enigmática figura pudiera financiar parcialmente y ejecutar en su totalidad un sueño nicaragüense que data de siglos: el plan de Wang Jing es la 72.° propuesta desde que a los conquistadores españoles se les ocurrió esa idea en el siglo XVI. El proyecto languideció después de que EE. UU. completara su canal rival a través de Panamá en 1914. Wang no da la impresión de ser un posible progenitor para este proyecto. Su currículum era sólido en comunicaciones militares, pero su experiencia en ingeniería era notoriamente escasa cuando registró HKND en las Islas Caimán, tan solo unos pocos meses antes de aparecer junto a Ortega por primera vez. Wang afirma que tuvo la idea del canal un año antes de su anuncio. Niega contar con fuertes vinculaciones con el gobierno chino o su respaldo, pero el aumento de su fortuna fue casi tan rápido como su caída: pasó de una prosperidad media engrosar las filas de los multimillonarios. Su ascenso se debió a la impresionante mejora de su principal recurso: una empresa de telecomunicaciones relativamente desconocida y en gran medida local, llamada Xinwei. Una mirada más intensa a sus intereses comerciales y conexiones militares sugiere que tal vez haya más en el ascenso de este “multimillonario normal” de lo que él admite. Todo comenzó modestamente, según los escasos detalles que Wang Jing ha proporcionado en las escasas entrevistas que otorgó. Wang comentó a Matthew Miller, de Reuters, que su padre era un oficinista y murió en 2010, que vive con su madre y tiene una hija. Él mismo, afirma, nació en diciembre de 1972 y estudió en la Universidad de Medicina China Tradicional de Jiangxi, pero abandonó los estudios para dedicarse a los negocios. A fines de la década de 1990 viajó a Hong Kong para “aprender sobre finanzas e inversiones internacionales” y regresó a Pekín en 1998 para fundar el Dingfu Investment Consulting Co y luego, en 2001, Hong Kong Divine (Dingfu) Investment Group Ltd. Después estuvo involucrado en la minería de oro y piedras preciosas en Camboya y abrió una pequeña empresa constructora en Pekín. Hasta ese momento, se trata de una historia poco destacable y bastante vaga. La relación de Wang con Xinwei comenzó en un momento poco prometedor para esa empresa. Beijing Xinwei fue fundada en 1995 como emprendimiento conjunto entre la Academia China de Tecnología de Telecomunicaciones y Cwill Telecommunications, una empresa estadounidense fundada por el ex presidente de Beijing Xinwei, Chen Wei. Ambicionaba desarrollar tecnologías de telecomunicaciones chinas nativas para desafiar al dominio occidental, pero para 2009, cuando Wang se hizo cargo, Xinwei tenía grandes dificultades para comercializar su tecnología 3G patentada incluso en China. Sin embargo, para septiembre de este año, se estimaba que los activos de Xinwei alcanzaban los 16 000 millones de RMB (USD 2500 millones). La empresa afirma haber obtenido grandes contratos de telecomunicaciones en 20 países y poseer una “sublime eminencia en el sector mundial de las comunicaciones”. Xinwei también había conseguido señales significativas de apoyo de altos funcionarios del gobierno, manifiestas en las visitas a sus oficinas del director del Partido y presidente chino, Xi Jinping, y del primer ministro, Li Keqiang y, según se informaba, había recibido –entre muchos otros favores oficiales– una línea de crédito de 2000 millones de USD del Banco de Desarrollo de China. Wang Jing, que había ingresado en la lista de Forbes de los principales 400 multimillonarios chinos en el puesto 94.° en 2013, saltó al puesto 12.° gracias al récord que logró Xinwei en 2013 cuando comenzó a cotizar de manera indirecta en la bolsa de valores de Shanghái. En su apogeo de junio de 2015, se estimaba que su fortuna personal era de 10 200 millones de USD. ¿Cómo logró Wang semejante cambio?
“…convirtió el modelo de negocios en militar, en defensa,”
Peter Liu, capitalista de riesgo
Peter Liu es un veterano capitalista de riesgo chino que en 1996 había aportado 4 millones de USD junto con otros inversores originales a Cwill Telecommunications, la empresa que proveería a Xinwei su tecnología. Liu tenía una participación del 42 % del capital hasta la compra de Wang. Su explicación del repentino éxito de Wang es simple: “Cuando Wang se hizo cargo de Xinwei, convirtió el modelo de negocios en militar, en defensa”, dijo. Esto marcó un nuevo rumbo para la empresa de telecomunicaciones en dificultades y, aunque Wang Jing parece reacio a reconocer las conexiones militares de Xinwei, el sitio web de la empresa se ha mostrado menos tímido respecto de esta línea de negocios en el pasado. Una página web, archivada en 2010, mostraba la lealtad militar de Wang Jing. “Bajo la solemne bandera nacional, el presidente (Wang Jing) juró con sonoridad servir al país”, dice. “El presidente solicitó que ampliemos nuestra visión global con urgencia para alinear más a Xinwei con la estrategia y el desarrollo de nuestro país. Xinwei Chongqing comenzará a fabricar productos militares. Esta es una tarea gloriosa y difícil, que nos enorgullece. Reconocemos claramente que los requisitos de calidad de los productos militares y civiles son diferentes. La calidad civil solo afecta la participación de la empresa en el mercado, sus ingresos por ventas y su supervivencia; pero la calidad de los productos militares se relaciona con la vida de los guerreros y al resultado de la guerra. Tiene que ver con la defensa y la seguridad nacional”.
La estrategia militar de Wang Jing transformó la suerte de Xinwei. A fines de 2013, Beijing Xinwei Telecommunications se convirtió en la primera empresa del sector privado ser autorizada a participar en el sistema de navegación satelital chino, que procura poner fin a la dependencia china del sistema de GPS dirigido por los militares estadounidenses. En febrero de 2014, el general Zhang Jixiang, de 61 años de edad y quien había supervisado la modernización de las comunicaciones seguras militares en el campo de batalla y recientemente se había jubilado del puesto de subcomandante de la Base de Entrenamiento Zhurihe del Distrito Militar de Pekín, se convirtió en vicepresidente de Beijing Xinwei. Xi Jinping otorgó personalmente a Zhang una condecoración de alto nivel en noviembre de ese año. Las festividades del Año Nuevo Lunar de Xinwei han sido notables por ostentosas exhibiciones de los vínculos militares de la empresa y su patriotismo centrado en el Partido, durante las cuales el propio Wang participó en el escenario acompañado por filas de hombres en uniforme militar y frente a una pantalla que mostraba imágenes de camiones del ejército con armas. En las celebraciones de Año Nuevo de febrero de 2015, Wang honró al principal cliente de la empresa con una exhibición de danza que mostraba a “heroicas y valientes” mujeres soldado, poesía revolucionaria del comité del Partido Comunista interno de la empresa y una vehemente interpretación por propio Wang de “Hasta que ese día llegue”, una canción destinada a fortalecer la moral militar que Peng Liyuan, la esposa del presidente Xi, hizo famosa. Señaló su lealtad a Xi cantando una canción escrita para responder al pedido del Departamento de Propaganda de China de canciones que ayuden a las “preparaciones para conflictos militares, para cultivar el espíritu combativo de las tropas”. La bandera gigante proyectada en el escenario era la del partido, no la del país. La red de conexiones Para los inversores, los gobiernos y la sociedad civil fuera de China desentrañar las conexiones entre el poder y las empresas es importante. Las crecientes inversiones chinas en el extranjero están bien documentadas, pero aunque en el pasado eran impulsadas por empresas chinas estatales, actualmente las empresas privadas – como la Xienwei de Wang Jing – tienen un papel cada vez más destacado, a menudo con respaldo financiero de entidades vinculadas al gobierno. Aunque algunas funcionan como empresas privadas, muchas tienen estrechos y, en algunos casos, ocultos vínculos con el estado chino. La revelación limitada por parte de China y su culto al secreto estatal hacen que resulte difícil detectar los vínculos entre el capital privado, el estado chino y el Partido Comunista.
“Esos emprendedores no son tontos, saben muy bien qué tipo de inversiones obtienen respaldo gubernamental,”
Juan Pablo Cardenal, autor
“Las empresas privadas buscan oportunidades en el extranjero están dispuestas a obtener beneficios y a convertirse en participantes globales, pero casualmente muchas de sus inversiones y proyectos también sirven al “interés nacional”, dijo Juan Pablo Cardenal, coautor de “La silenciosa conquista china”, un estudio sobre el impacto de la expansión de ese país en las instituciones extranjeras. “Esos emprendedores no son tontos, saben muy bien qué tipo de inversiones obtienen respaldo gubernamental”, dijo. Las conexiones entre el sector privado y quienes detentan el poder del Partido beneficia a ambas partes, y Wang construyó su fortuna sirviendo las prioridades estratégicas del partido y el gobierno, a menudo en sectores donde no contaba con experiencia previa. El anuncio del canal de Nicaragua por Wang Jing fue dramático: un empresario chino relativamente oscuro y sin experiencia en ingeniería había obtenido los derechos para desarrollar el proyecto de infraestructura más grande del mundo. El proyecto también desafiaba implícitamente los intereses estratégicos estadounidenses en una región que desde hace mucho tiempo ese país considera su patio trasero. El principal activo conocido de Wang continúa siendo su participación del 36,97 % en Beijing Xinwei, ahora una desarrolladora del estándar de comunicaciones inalámbricas de China con respaldo del gobierno, especializada en el desarrollo de redes móviles y sus productos. Este empresario controla Hong Kong Nicaragua Development Company a través de una empresa registrada en China continental, llamada Beijing Interoceanic Canal Investment Management Company (según los registros de la Bolsa de Valores de Shanghái y de empresas de Hong Kong). Wang también ha informado ser el único dueño de varias subsidiarias en el extranjero, incluidas siete empresas recientemente registradas en los Países Bajos, que parecen estar relacionadas con el proyecto de Nicaragua; una empresa de inversiones aeronáuticas registrada en las Islas Vírgenes Británicas, y entidades de medios y deportivas (todas ellas registradas durante el último año). También es propietario del Southeast Asia (Cambodia) Agriculture Development Group Inc, registrado en Camboya en septiembre de 2009, según la Bolsa de Valores de Shanghái. Tres personas que han trabajado con él y que hablaron a condición de que se mantuviera su anonimato, dicen que Wang Jing vio la oportunidad de ganar dinero vinculando sus intereses con los del Estado. Algunos informes indican que es pariente de Wang Zhen, el veterano guerrero del Ejército Rojo expulsado durante la Revolución Cultural, rehabilitado por Deng Xiaoping y que jugó un importante papel en el crecimiento del complejo militar industrial chino. Hacia el exterior, sin embargo, Wang Jing minimiza cualquier vínculo. “Solo estoy a cargo de una empresa, no tengo autoridad para representar [al gobierno] ni para evaluar la significación del canal para el país”, dijo a Patrick Boehler, del South China Morning Post. Wang ha, sin embargo, desempeñado un papel lucrativo en el desarrollo de las telecomunicaciones nicaragüenses. El acuerdo El séquito que acompañó a Wang Jing cuando desembarcó en Managua en junio de 2013 fue grande: dos secretarias, un traductor y Li Wenjie, una mujer que es la mano derecha de Wang en HKND, junto con una falange de abogados, asesores de relaciones públicas y consultores para los proyectos del canal, que incluían a Bill Wild, quien ahora es asesor principal del proyecto para HKND, un ex director de operaciones en Leighton Holdings Limited que cuenta con una carrera de 40 años en proyectos de infraestructura; Ronald MacLean Abaroa, cuatro veces alcalde de La Paz, capital de Bolivia, y una autoridad en desarrollo sostenible; y David MacArthur, director general para las Américas de la consultora ambiental británica ERM, que se ocupó de las evaluaciones de impacto social y ambiental del proyecto. Para ver el mapa en pantalla completa, haga click aquí Otros miembros que estaban ese día en la delegación –entre ellos, el ejecutivo de telecomunicaciones Eugenio Candi, estaban asociados con otras ambiciones menos escudriñadas de Wang Jing–. Eugenio Candi fue el representante de China para Eutelsat, el operador de satélites con sede en Francia que transmite más de 3000 canales de televisión en todo el mundo. Según la transcripción de una llamada telefónica con un empleado no identificado de Eutelsat, publicada por Periodistas sin Fronteras, Eutelsat había hecho muchos favores al gobierno chino. El director general Giuliano Berretta había elevado la categoría de dos canales chinos a una ubicación selecta junto a la BBC y CNN; la empresa había eliminado del satélite las emisiones televisivas del movimiento espiritual prohibido Falungong y había nominado al noticiero Xinhua TV, controlado por el Partido, para un premio al mejor canal de noticias en un evento que realizó la empresa en Venecia, en 2011. El año siguiente, China Investment Corp., el fondo patrimonial soberano del gobierno chino, pagó 490 millones de USD por una participación del 7 % en Eutelsat. El funcionario de Eutelsat se quejó de que el gobierno chino no estaba reconociendo otras actividades que los habían favorecido, especialmente aeroespaciales. En 2000, bajo su programa Beidou (Osa Mayor), que busca poner fin a la dependencia china del sistema de posicionamiento global estadounidense, China lanzó un par de satélites experimentales de posicionamiento. Planea lanzar 35 satélites para 2020 y así proporcionar a China una cobertura mundial de GPS para uso civil y militar. Hoy día, la industria espacial y satelital china ofrece servicios tanto comerciales como militares que incluyen el lanzamiento de satélites de terceras partes. (Hasta que las preocupaciones del Congreso por la seguridad limitaron esta relación durante la gestión de Clinton, incluían satélites estadounidenses). Great Wall Industry, una unidad de China Aerospace Science and Technology Corp, cuyos orígenes se remontan a la Quinta Academia de Investigación del Ministerio de Defensa Nacional de China, lanzó el satélite WC3 de Eutelsat en 2008, y se describe a sí misma como la única empresa autorizada por el gobierno para lanzar y operar satélites comerciales y fomentar la colaboración internacional en industrias espaciales. Es también una empresa con la que la Xinwei de Wang Jing ha consolidado estrechos vínculos. Ambas firmaron un acuerdo de cooperación en mayo de 2011 y el sitio web de Xinwei registra dos reuniones de seguimiento en abril de 2012, durante las cuales los líderes de ambas empresas declararon su voluntad de “inyectar nueva vitalidad a la industria aeroespacial y de telecomunicaciones china”. Great Wall también ha desarrollado un negocio con la venta de satélites a países en vías de desarrollo con a uda de financiamiento estatal a bajo costo. Venezuela compró su primer satélite en 2008, un evento que el presidente Hugo Chávez describió como “un acto de independencia” para poner fin a “la dominación del espacio” por parte de los grandes actores internacionales, y Bolivia firmó un acuerdo con Great Wall en 2010 financiado casi en su totalidad por el Banco de Desarrollo de China. En la ya bien conocida llamada telefónica, el empleado recordó a su contraparte que el uso de la empresa de los cohetes Long March para lanzar sus satélites había dado a China Aerospace un significativo impulso comercial.
Nicaragua también ambiciona satélites. En junio de 2012, Laureano Ortega, el hijo mayor del presidente y asesor de la sección de promoción de inversiones del gobierno nicaragüense, ProNicaragua, anunció que Nicaragua estaba negociando la compra de un satélite de comunicaciones por USD 300 millones. En septiembre, el vicepresidente de Great Wall, He Xing, visitó Managua, donde presentó al ministro de telecomunicaciones nicaragüense Orlando Castillo, un modelo del satélite que llamó Nicasat-1. Wang Jing y Eugenio Candi también participaron silenciosamente en el proyecto. Candi ahora dice ser un consultor y al 15 de octubre de 2014 había sido incluido como uno de los dos administradores de “clase A” de una empresa llamada Luxembourg Space Telecommunication, constituida en marzo de 2014. El otro administrador de “clase A” es el propio Wang Jing. Poco tiempo después de su constitución, Luxembourg Space Telecommunication publicó una búsqueda de un administrador con dominio fluido del español, el francés y el inglés para ocuparse de las “terceras partes”. Poco después ofrecía nuevas oportunidades laborales para “varios ingenieros satelitales”, siempre que contarán al menos con 15 años de experiencia en el sector. Los candidatos debían presentarse a través de un estudio de abogados local, que no parecía contar con su propio sitio web y comparte su domicilio con muchas otras compañías. El reclutamiento de Wang Jing en Luxemburgo, un centro mundial de excelencia en la industria espacial, es coherente con su anunciada campaña estratégica en el sector satelital y sus relaciones militares en China. En noviembre de 2014, el Consejo de Estado de la República Popular China anunció que se abriría a inversores privados la infraestructura de telecomunicaciones del país, incluidos los servicios de posicionamiento y navegación. Esa misma semana, Wang Jing anunció que el Xinwei Telecom Enterprise Group había lanzado un satélite de órbita baja en Mongolia Interior el mes anterior, en un emprendimiento conjunto con la Universidad de Tsinghua para diseñar satélites de órbita baja con tecnología de Xinwei. Xinwei se había convertido en el primer participante no estatal autorizado a formar parte del programa de navegación satelital Beidou, codirigido por Great Wall Industry. Wang anunció que planeaba lanzar 32 satélites adicionales “antes del 70.° aniversario de la fundación de la República popular China” en 2019, para ofrecer servicios de comunicación móvil a bajo costo en China, todo por motivos de patriotismo. “Tomé la decisión porque era útil para el país”, dijo Wang durante una conferencia de prensa en Pekín. Vínculos familiares Laureano Ortega, el hombre que fortaleció la conexión entre Wang Jing y los proyectos nicaragüenses, es uno de los tres hijos de la pareja presidencial. Todos los hermanos y sus seis hermanastros se dedican a los negocios; varios son dueños de canales de televisión en Nicaragua.
El propio Daniel Ortega, que fue líder de la revolución sandinista, logró recientemente que se enmendara la constitución nicaragüense para poder ser reelecto indefinidamente, algo que generó una alerta en la conferencia episcopal de la Iglesia Católica Romana contra “la perpetuación de un poder absoluto en el largo plazo”. Wang tuvo su primer contacto con los Ortega en 2012, cuando Laureano acompañó a una delegación de funcionarios nicaragüenses a China, a pesar de que no existían relaciones diplomáticas entre ambos países. (Nicaragua es uno de los pocos países que aún no mantienen relaciones diplomáticas completas con la República de China, Taiwán). Durante la visita, los nicaragüenses fueron invitados a reunirse con un grupo de funcionarios de alto nivel del Partido, entre quienes estaba Wang Jing. Después de un encuentro privado con Wang, Laureano comentó que Wang le había dado un mensaje para su padre. Wang Jing visitó Nicaragua el año siguiente y Daniel Ortega firmó el Memorando de Acuerdo para la concesión del canal. Las formalidades para el desarrollo del canal se resolvieron con dos leyes: la Ley 800, aprobada el 3 de julio de 2012, y la Ley 840, aprobada un año más tarde. En ninguna de ellas se permitió un amplio debate. Al poco tiempo de firmado el Memorando de Acuerdo, se abrió la licitación para el contrato de la red nacional inalámbrica por USD 700 millones. A principios de 2013, Wang Jing había ganado el derecho a construir y operar las redes inalámbricas de voz y datos en Nicaragua, un negocio en el cual la experiencia de Xinwei era limitada a pesar de que la empresa afirmaba contar con contratos en todo el mundo. El contrato, según fuentes nicaragüenses, fue preparado de forma tal que Xinwei fue la única oferente y obtuvo la concesión por 20 millones de USD, muy por debajo del precio inicial solicitado, informado en USD 90 millones. El Nicasat-1 prometido por Great Wall, el satélite orbitador multiuso de USD 346 millones que promete convertir a Nicaragua en el primer país centroamericano con su propio satélite para comunicaciones celulares, transmisión de datos y televisión, y acceso a Internet, está programado para 2016. El trabajo en la red de telecomunicaciones debía comenzar en 2014, pero como ha ocurrido con muchos otros proyectos de Xinwei en el mundo, hubo pocas señales de avance. Eso no impidió que Xinwei obtuviera una la licencia por 10 años en septiembre de 2014 para proporcionar televisión a través de servicios de IP y una licencia para ofrecer servicios de banda ancha, datos y telefonía fija y móvil. Esos servicios aún no se han brindado. Mientras tanto, Wang Jing prometió que se abrirá el canal –junto con dos puertos, un aeropuerto internacional, un ducto y ferrocarriles de carga– en cinco años, la mitad de lo que llevó construir el canal de Panamá. A la fecha, no hay confirmación sobre el financiamiento, y la evaluación de impacto ambiental ha generado dudas sobre el cronograma. Este artículo fue producido con el apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting