Mientras que en el Perú se ha iniciado un nuevo capítulo político desde la asunción de mando del Presidente Castillo en julio, también la minería parece haber comenzado una nueva era.
¿Cuáles son las características del nuevo escenario? En primer lugar se ha iniciado un nuevo ciclo de precios altos de los minerales y, en algunos casos, a niveles muy por encima del denominado período del “súper ciclo” (2003-2012). Por ejemplo, en los primeros meses del año, la cotización del cobre ha batido todos los récords. Es importante mencionar este metal porque en los últimos años el Perú ha duplicado su producción, y se ha convertido en el segundo productor de cobre a nivel mundial. Con los precios actuales, las empresas productoras (entre los principales inversores se encuentran Gran Bretaña y China[1]) ya deben haber recuperado sus inversiones y, por lo tanto, comenzarán a pagar impuesto a la renta.
¿Cuánto durará este nuevo ciclo de precios altos de los minerales? Difícil predecirlo. Quizás no será tan largo como el ciclo previo, aunque todo indica que tiene para algunos años más. Si no tuviera que recuperar todo lo que se perdió en el año 2020 como consecuencia de la pandemia, la economía peruana ya estaría entrando a un nuevo ciclo expansivo.
Todo indica que el Estado peruano comenzará a tener una mayor recaudación tributaria en los próximos años
En mayo de este año los ingresos tributarios se recuperaron a niveles pre pandemia e incluso comenzaron a estar por encima de lo que se recaudaba en 2019 gracias al contexto favorable de las cotizaciones de los minerales. Todo indica que el Estado peruano comenzará a tener una mayor recaudación tributaria en los próximos años. En el pasado se cometieron algunos errores, como no haber aplicado una reforma tributaria estructural y no haber colocado un impuesto a las sobreganancias mineras en la época del boom minero. Por ello, de ahora en adelante es necesario que estos ingresos se potencien más y, sobre todo, se sostengan. Esto sería un gran alivio para la economía peruana y se podrían comenzar a fortalecer los presupuestos de salud y educación, entre otras áreas del gasto social.
El gobierno y en particular el Ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, ha anunciado que se implementará una reforma tributaria, que será respaldada por organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La respuesta inmediata del lado de las empresas ha sido oponerse a la reforma -que propone un gravamen más alto- bajo el argumento de que se afectará la competitividad de sectores como el minero, que las inversiones dejarán de venir y que ya se hace una adecuada captura de la renta bajo el actual régimen tributario. No hay que olvidar que seis empresas mineras -entre ellas empresas chinas- se benefician con convenios de estabilidad tributaria firmados con el Estado peruano, lo que significa que para ellas el régimen tributario se mantendrá inalterable durante la vigencia del contrato.
Perú es desde hace tiempo uno de los países con la más baja presión tributaria de América Latina (7% por debajo del promedio regional) y el único del bloque regional orientado al mercado la Alianza del Pacífico que, en la etapa del post súper ciclo no implementó una sola reforma tributaria de carácter estructural. Sería un error elegir nuevamente una política de piloto automático en un contexto en el que los precios de los principales productos de exportación del país -los minerales- están al alza.
¿Sabías qué?
Perú es uno de los países con la más baja presión tributaria de América Latina: 7% por debajo del promedio regional.
¿Una reforma tributaria va a espantar las inversiones mineras? Poco probable, ya que el Perú es el país que registra los costos más bajos de producción en sus minas de cobre: sus yacimientos y proyectos en cartera siguen siendo muy atractivos para los inversionistas.
Es el caso de China, que se ha consolidado desde hace más de una década como uno de los principales inversionistas en la minería mundial y en la peruana en particular. Como se sabe, un primer momento de llegada de inversiones chinas ocurrió en la década del 90, con la compra de las operaciones de hierro en la localidad de Marcona; posteriormente se recibió una segunda ola de inversiones desde mediados de la primera década del presente siglo, en proyectos como el de Toromocho de Chinalco, y la compra de Las Bambas por MMG y Minmetals, a los que se le suman varios proyectos que se encuentran en fase de exploración.
En este nuevo contexto de precios altos y fuertes presiones por sacar adelante proyectos, en el Perú se necesitan abordar varios temas pendientes en relación con la minería. Esa tarea tiene componentes económicos (como el tributario), pero también ambientales, sociales y culturales. Perú se ha convertido en uno de los países con las tasas más altas de conflictividad social vinculada a operaciones mineras.
En el Perú existen diversos conflictos sociales en torno a los déficits de gobernanza minera que expresan reformas pendientes, en términos de institucionalidad estatal y políticas públicas. La construcción de gobernabilidad y la superación de las brechas de gobernanza por parte de los diferentes actores involucrados en la minería son los desafíos que se deben seguir asumiendo.
[1] En la actualidad China representa el 50% del consumo mundial de concentrados de cobre y el Perú es uno de sus principales proveedores.