En las últimas décadas, la economía de Perú se ha destacado entre las de Latinoamérica por su crecimiento constante, por lo que ha sido considerada entre las de mejor desempeño en la región. Sin embargo, para muchos especialistas, el criticado desempeño del gobierno de Pedro Castillo podría poner en riesgo esta estabilidad, así como las inversiones extranjeras.
Entre 1993 y 2019, el incremento del producto interno bruto (PIB) ha sido de 4,8% en promedio, mientras que entre 2010 y 2019 aumentó 4,5%, cuando el promedio latinoamericano estuvo al borde del déficit. Perú incluso resistió la crisis financiera mundial del 2008, la más dura de las últimas décadas. Al año siguiente de su estallido, en el país sudamericano hubo desaceleración, pero no déficit, ya que el crecimiento fue de 1,1%.
4,5%
El incremento del PIB durante 2010 y 2019 en Perú, superior al promedio latinoamericano que durante ese período estuvo cerca del déficit
En gran medida, esa resistencia se debió a la política macroeconómica del país, cuyas bases se establecieron en la década del noventa. Dos instituciones fueron fortalecidas en esa coyuntura: el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva (BCR). En ambas entidades –la primera parte del Ejecutivo y la segunda autónoma– ha habido continuidad de políticas y de funcionarios y tecnócratas.
En el caso del BCR, su presidente es nombrado por los gobiernos cuando inician su mandato y por un período de cinco años. Julio Velarde, titular del BCR, está en el cargo desde 2006, algo inaudito en un país tan inestable como el Perú. En 2015, la revista The Banker lo nombró mejor banquero central a nivel global y en 2020 y 2022 el mejor banquero de las Américas.
En contraste con el desempeño económico, la política peruana vive alterada: cinco presidentes han pasado por Palacio de Gobierno en los últimos seis años.
A flote, pero con desconfianza
Pese a los problemas políticos, la economía peruana se ha mantenido a flote, con excepción del primer año de la pandemia del Covid-19, que provocó lo que ni la crisis de 2008 pudo: frenó el crecimiento consecutivo que se inició en 1999. 2020, año del primer déficit en Perú desde 1998, representó una caída del PIB de menos 11,1%.
En ese contexto, Pedro Castillo llegó a la presidencia en julio de 2021. El profesor de escuela rural ganó la elección con un discurso de izquierda radical y con votos del antifujimorismo, pero ya en el poder su mandato se ha caracterizado más por mensajes contradictorios y malas decisiones. En un año en el poder ha tenido que nombrar a más de 50 ministros para 19 carteras, algo inaudito en el país. Además de sus denuncias por corrupción: la fiscalía tiene abiertas varias investigaciones por presuntos delitos cometidos durante su administración.
Con Castillo en la presidencia, la desconfianza de los inversionistas también ha aumentado, lo que se traduce en menos posibilidades de inversión privada. Actualmente, las expectativas empresariales, cuyo índice el BCR publica todos los meses, están en su nivel más bajo desde 2009, época de la crisis financiera internacional. En abril de 2022, las expectativas llegaron a 40,26, una cifra solo superada en abril y mayo de 2020, los primeros dos meses críticos de la pandemia.
En septiembre de 2021, un mes después de que Castillo asumiera la presidencia, la agencia de calificación crediticia Moody’s rebajó la calificación del Perú de A3 a Baa1, lo que significó una alerta. La calificadora crediticia consideraba que en el país había un entorno político “continuamente polarizado y fracturado”, lo que llevaba a un aumento del “riesgo político” y al debilitamiento de la capacidad de formular políticas.
El reporte de inflación de junio del BCR indica que la inversión privada aumentó apenas 0,8% en el primer trimestre de 2022, lo que representó el tercer semestre consecutivo de desaceleración. Además, el BCR corrigió a la baja la proyección del crecimiento económico para el 2022, de 3,4% a 3,1%. Similares estimaciones han hecho instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.
El exdirector del BCR y economista Elmer Cuba indica que la economía peruana “todavía está creciendo dinámicamente porque tiene mucho impulso”. Lo menciona porque este año el Congreso aprobó el retiro de un porcentaje de los fondos que los trabajadores formales tienen en el sistema privado de pensiones (unos US$5.000); por el próximo inicio de la producción de la mina de cobre de Quellaveco, la mayor inversión minera del país (US$5.500 millones); y por el aumento de turistas, que redujeron sus visitas por la pandemia.
Por esos factores, Cuba estima que el Perú crecería según las proyecciones. No obstante, desde su perspectiva la situación del país se irá agravando, porque en 2023 ya no tendrá la inercia mencionada. “Entonces la economía comienza a resentirse. […] No hay factores macro que te hagan pensar de que el próximo año va a ser mejor que este”, dice.
Una encuesta nacional urbano-rural de Ipsos Perú, realizada en junio, señala que el 75% cree que el presidente Castillo afecta negativamente a la economía y el empleo. Además, el 79% de peruanos indica que la situación económica está peor que hace un año.
A esta sensación negativa se suma la incertidumbre. Para Elmer Cuba, el gobierno de Castillo “puede ser visto como un shock que no sabemos cuánto va a durar, [porque] puede durar un año como cinco”, debido a los constantes pedidos y propuestas de vacancia presidencial de parte de la oposición.
“Su gobierno es tan débil y volátil, da señales confusas, […] no sabes qué esperar. Y con el debilitamiento que se está haciendo al Estado desde adentro, está haciendo que las expectativas de los empresarios estén en sus niveles más bajos”, agregó.
Un funcionario -que pidió mantener el anonimato- consultado sobre la situación económica afirma que es muy difícil crecer sin el aporte de la inversión privada, para la cual se necesitan proyecciones claras que aseguren a los inversionistas que no habrá un cambio de las reglas de juego en los próximos años.
“Esa sensación de gobierno débil, de que por populismo [Castillo] puede cambiar radicalmente lo que plantea, desanima a invertir, y si no hay inversión no hay empleo, y si no hay empleo la gente no genera recursos, y si no genera recursos no hay consumo, y si no hay consumo no se crece. Se vuelve un círculo vicioso”.
Perú: El aparato estatal disminuido
El analista político Jeffrey Radzinsky considera que el país está ante el peor momento del aparato tecnocrático en lo que va del siglo. No solo por los malos nombramientos de ministros, sino por el debilitamiento en distintos niveles: viceministros, directorios y funcionarios de menor rango. Según la mencionada encuesta de Ipsos, el 76% opina que los ministros y funcionarios elegidos por Castillo no son personas honestas ni capacitadas.
Un caso crítico ha sido el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), el motor de la inversión pública del país (alrededor del 30% del total). Este ministerio da en concesión al sector privado grandes obras de infraestructura, como aeropuertos, puertos, carreteras o líneas de metro, proyectos que representan cientos de millones de dólares en presupuesto.
Reportes periodísticos de los últimos meses han informado sobre una presunta mafia que operaba en el MTC para direccionar licitaciones, algunas presuntamente relacionadas con empresas chinas, que han sido delatadas por una colaboradora de la justicia. Por este caso, la fiscalía investiga al presidente Castillo, a sobrinos suyos y a ex altos funcionarios como Juan Silva, quien fue ministro del sector y actualmente está prófugo.
El MTC es un sector en el que ha habido una alta rotación de funcionarios, producto de malos nombramientos. Una funcionaria afirmó que los cambios constantes en un sector como el MTC generan un impacto en la institucionalidad, lo que lleva a retrasos en el avance de grandes proyectos y se pierda el costo de oportunidad.
El problema no queda en el MTC. En mayo, a pesar de que se avecinaba una crisis alimentaria mundial, Castillo nombró ministro de Desarrollo Agrario a una persona sin experiencia en el sector y que antes había estado encarcelada. Conflictos sociales que el gobierno no resolvió rápido también afectaron al sector minero en los últimos meses.
En su reporte de junio, el BCR atribuye la baja del crecimiento a 3,1% a la menor producción de sectores primarios como la minería, por la paralización de operaciones importantes como las minas Las Bambas, operada por la china MMG, y Southern; y por la agricultura, debido al alza de precios de los fertilizantes. Esto se traduce en menos exportaciones y, por tanto, menos ingresos para el Estado.
Esa sensación de gobierno débil desanima a invertir, y si no hay inversión no hay empleo, y si no hay empleo la gente no genera recursos
Un tercer funcionario consultado recalca la mala performance de ministerios como el MTC o Desarrollo Agrario, pero también opina que, a raíz de la pandemia, por la que unos 3 millones de peruanos volvieron a la pobreza, la gente reclama más Estado, porque se ha dado cuenta de que necesita mejores sistemas de salud y educación, y protección laboral. En Perú, la informalidad supera el 70%.
El problema, agrega el funcionario, es que el Estado Peruano es muy chico desde donde se le mire (número de maestros o de camas de hospital por habitante, por ejemplo) e ineficiente (no tiene buen servicio civil), lo que, opina, también limita el crecimiento económico. Por eso señala que “no solo se crece con inversión privada, sino con un buen Estado”.
La funcionaria consultada no cree que el gobierno de Castillo vaya a romper el paradigma macroeconómico del país, que es muy sólido, pero sí va a afectar el aparato estatal en general. Esto, dice, exigirá una reconstrucción, pero también una oportunidad para hacer las reformas económicas que el país necesita.