Desde los años 2000, la presión mundial por materias primas, en especial de países como China, demanda grandes inversiones para su extracción y es una fuente de conflictos locales en relación al uso del suelo, del agua y de otros recursos naturales, alertó un estudio realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) divulgado la semana pasada.
«Este impasse ya es pronunciado en el sector de la energía relacionado a sectores como el de la agricultura y del desarrollo urbano», según el informe, que apuntó al drástico aumento del consumo de combustibles fósiles, metales y otros materiales que intensificarán el cambio climático, la contaminación atmosférica, afectará la biodiversidad y agotará los recursos naturales.
El estudio Flujos de materiales y productividad de los recursos mundiales (traducción libre), realizado por el Panel Internacional de Recursos (IRP), destacó que el ejemplo más notable del crecimiento rápido e intensivo de la demanda de fuentes primarias es China. El informe reunió datos sobre la extracción de materias primas en todo el mundo y estudió la relación íntima que existe entre las tendencias económicas y el uso de recursos naturales.
La transformación industrial y urbana de China significó una demanda sin precedentes de metales, acero, cemento, energía y materiales de construcción. Según un estudio, el aumento del consumo en China «reverberó» en toda la economía mundial, especialmente en los países dependientes de la exportación de bienes primarios de América Latina.
Cuanto mayor sea la sed por el consumo de materias primas, se incrementarán los impactos que recaigan sobre el clima, los mares, la degradación de los suelos, y la contaminación de las capas freáticas. Generando además, pérdidas de biodiversidad, contaminación del aire y generación de residuos.
Según Heinz Schandl, uno de los investigadores que lideró el estudio y profesor de la Australian National University, el crecimiento de la demanda china afectó a América Latina al elevar los precios de los commodities durante bastante tiempo.
«A su vez, esto provocó que el sector de la industria extractiva comenzara a obtener grandes beneficios en regiones como la latinoamericana, que posee muchos recursos. La relación podría verse como complementaria y simbiótica, pero a menudo no se tiene en cuenta si es equitativa. El sector industrial extractivo finalmente, se concentra en manos de una pequeña parte de la población», afirmó a Diálogo Chino, Schandl, quien lidera un grupo de investigación sobre el uso sostenible de los recursos naturales en la Organización Científica de Investigación e Industrial del Commonwealth (CSIRO) con sede en Australia.
En este momento, cuando América Latina está sufriendo debido a la caída de los precios de los commodities, el impacto de estas medidas en su crecimiento económico se viene acentuando. La caída de los ingresos en el sector público y privado provocan «el empobrecimiento de las sociedades», afectando inclusive los servicios públicos de muchos países que dependen del pago de derechos. «Lo importante es si los gobiernos tendrán la capacidad de administrar la fluctuación del precio de las materias primas de forma pudiendo implementar mecanismos de gobernanza para manejar estos desequilibrios», argumentó Schandl.
Retracción económica
La Cepal esta semana divulgó que, en 2016, la región debe registrar una retracción en el Producto Bruto Interno (PIB en la sigla inglesa) de un -0,8%, superior a la que se registró en 2015 (-0,5%). Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, admitió que más allá de que China se haya transformado en un importante socio financiero de la región, también demostró voluntad para ser un socio de cooperación.
«China está totalmente comprometida con un impulso ambiental y ya ha aprobado fondos para la implementación de la Agenda 2030. Que no siga siendo solamente un comprador de materias primas y nos ayude a implementar una diversificación productiva», afirmó Bárcena.
La Cepal entiende que la región debe crear las condiciones para negociar las oportunidades que surgen de la relación con China partiendo de una posición más ventajosa.
En un mundo en el cual las preocupaciones por el cambio climático se vienen incrementando, la seguridad alimentaria y la provisión de recursos estratégicos, el estudio del PNUMA advierte que «existe la necesidad de generar más con menos».
El uso sostenible de los recursos naturales es condición para que los países logren alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda de la ONU para 2030. Desde la década del 70, el consumo per cápita de materias primas mundial aumentó de 6,4 toneladas a casi 8 en el 2000. Según el informe del IRP, en sólo una década (hasta el año 2010), alcanzó un pico de 10 toneladas per cápita. En 2010, aproximadamente 30 mil millones de toneladas de materias primas fueron extraídas en todo el mundo para producir 10 mil millones de toneladas de bienes comercializados.
China sigue siendo una economía “poco eficiente” en el uso de los recursos naturales, según indica el informe. Según el estudio, es necesario hacer un esfuerzo en las áreas política y financiera para mejorar dicha eficiencia, ya que el nivel actual de consumo de recursos naturales ya excedió el límite del planeta.
Los países exportadores de productos primarios todavía poseen pocos incentivos para mejorar la eficiencia y reducir el uso intensivo de recursos naturales. «Los países productores de productos primarios deben tener respuestas políticas diferenciadas que intenten mitigar la creciente desigualdad social, cuidar a sus industrias manufactureras y prepararse para el momento en el cual sus recursos hayan sido totalmente explotados», afirma Schandl.
Al ser consultado sobre la forma en la cual China podría cambiar la dirección en su relación con América Latina, para dejar de ser solamente importadora de bienes primarios, Schandl enfatizó que los chinos potencialmente pueden crear y exportar tecnologías ambientalmente sostenibles, en especial en el sector energético y de transporte. «Estas áreas vienen recibiendo muchas inversiones en China y, tal vez, a futuro también haga lo mismo hacia fuera de China», afirmó refiriéndose al nuevo plan quinquenal chino cuya intención es integrar el medio ambiente en la agenda de desarrollo nacional con el precio del carbono como una de las medidas.
Reprimarización de la región
El ministro de Medio Ambiente peruano, quien también preside la Conferencia del Clima COP20, (que se llevó a cabo en Lima en 2014) afirmó ante periodistas latinoamericanos al participar del «Programa de Entrevistas Climáticas«, que la transferencia tecnológica es un tema pendiente para la región, pues ésta además debe ser justa.
Manuel Pulgar Vidal destacó la política de precificación del carbono como una tendencia que viene surgiendo en los países latinoamericanos.
En relación a la extracción de recursos naturales, el ministro rechazó que, en el caso peruano, en el cual China es el principal inversor en el sector de minería, existiera alguna relación o impacto en el cambio climático.
«En el caso de la minería peruana, les puede gustar o no, pero no causa ningún efecto climático. En su etapa extraccioncita, la minería no tiene consecuencias climáticas. Puede impactar en el clima al emitir gases de efecto invernadero en la etapa metalúrgica, pero en la extractiva no genera emisiones», afirmó.
El especialista argentino en política climática Hernán Carlino, del Centro de Estudios del Cambio Climático Global (CECcG), admitió que «la reprimarización de la economía» de América Latina «es preocupante». Según su tesis, los países deben seguir el camino de la diversificación productiva.
“Existen problemas estructurales que son comunes a toda la región. Sus recursos naturales son explotados constantemente, incorporan poco conocimiento y no le agregan valor a sus productos. El cambio climático potencia las debilidades históricas», afirmó Carlino ante periodistas latinoamericanos.
Según él, no se puede pensar en un camino de mitigación climática si no se corrigen los problemas estructurales de la región. «La política del clima es liderada por los ministerios del medio ambiente y falta consistencia en las políticas públicas. Tenemos que tener una planificación adecuada. No alcanzaremos la meta climática si no nos ocupamos también de la meta de terminar con la pobreza en la región, y eso implica distribuir ingresos, generar empleos y diversificar la producción», analizó el argentino.