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Brasil se acerca a la Iniciativa de la Franja y la Ruta

Señales desde Brasilia sugieren que el país podría sumarse finalmente a la iniciativa china, mientras el gobierno de Lula analiza los beneficios económicos, los objetivos de infraestructuras y las ventajas estratégicas
<p>El líder chino Xi Jinping y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en Beijing, en abril de 2023. Durante la visita de Estado brasileña de cuatro días, los dos países firmaron 15 acuerdos, pero en ninguno se mencionó la posibilidad de que Brasil se uniera a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Imagen: <a href="https://www.flickr.com/photos/palaciodoplanalto/52818426185/">Ricardo Stuckert</a> / <a href="https://flickr.com/people/palaciodoplanalto/">Palácio do Planalto</a>, <a href="https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/">CC BY</a>)</p>

El líder chino Xi Jinping y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en Beijing, en abril de 2023. Durante la visita de Estado brasileña de cuatro días, los dos países firmaron 15 acuerdos, pero en ninguno se mencionó la posibilidad de que Brasil se uniera a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Imagen: Ricardo Stuckert / Palácio do Planalto, CC BY)

A medida que la Iniciativa china de la Franja y la Ruta entra en su segunda década, el país parece a punto de convencer a Brasil para que tome la importante decisión de adherirse finalmente a su emblemático programa de inversiones en el extranjero.

Las recientes declaraciones del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva han aumentado las especulaciones sobre la posibilidad de que el país se sume a la iniciativa de infraestructuras. Entonces, ¿qué ha cambiado y qué significaría esto para Brasil, China y la política y economía de la región?

Lanzada en 2013, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) ha sido defendida por el líder chino Xi Jinping como un plan para crear rutas comerciales modernas que recuerden a la histórica Ruta de la Seda. Al haber ampliado enormemente la presencia internacional de las empresas y las finanzas chinas, la BRI se ha considerado un esfuerzo estratégico para aumentar la influencia mundial de China, mientras que los funcionarios han tratado de cultivar una narrativa de mejora de los lazos económicos, políticos y culturales entre sus miembros.

Originalmente pensada para unir Asia y Europa a través de África y Oriente Medio, la iniciativa se amplió a América Latina en 2017. China ha invertido en cerca de 150 países, incluidos 22 de América Latina y el Caribe, con compromisos totales que superaron el millón de millones de dólares en el primer semestre de 2023. Estas inversiones han adoptado principalmente la forma de préstamos y contratos para grandes proyectos de infraestructuras, como centrales eléctricas, carreteras, aeropuertos, puertos marítimos y represas.

Tras un período de vacilaciones bajo los presidentes Michel Temer (2016-2018) y Jair Bolsonaro (2019-2022), Brasil ―con sus abundantes recursos y su posición importante dentro de Sudamérica― ha vuelto a ocupar el primer plano en los debates sobre la BRI.

Brasil se ve a sí mismo en muchos aspectos como China: una potencia emergente
Margaret Myers, directora del Programa de Asia y América Latina del think-tank Diálogo Interamericano

“Brasil ha entendido durante mucho tiempo que es un socio clave para China en América Latina, independientemente de su decisión de unirse o no a la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, dice Margaret Myers, directora del Programa de Asia y América Latina del think-tank Diálogo Interamericano. “Ha sido uno de los principales destinos, si no el principal, para los inversores chinos. Es poco probable que esto cambie”, asegura. “Al mismo tiempo, Brasil se ve a sí mismo en muchos aspectos como China: una potencia emergente”, añade. “No sé si unirse a la BRI disminuiría, de alguna forma, las propias opiniones de Brasil sobre sus intereses en la región y a nivel mundial, pero esa es potencialmente una consideración”.

El regreso de Lula, un factor clave

Aunque los diplomáticos brasileños se han mantenido escépticos sobre los beneficios de la adhesión a la BRI, las especulaciones sobre la posibilidad de que Brasil firme un memorando para unirse a la iniciativa no han dejado de crecer desde que Lula volvió a la presidencia a principios de 2023.

Las recientes visitas a China de Lula y su vicepresidente, Geraldo Alckmin, transcurrieron sin ningún anuncio sobre la Franja y la Ruta. Sin embargo, durante un acto celebrado en julio, Lula sugirió que Brasil podría participar: “Como China está interesada en discutir la Ruta de la Seda, tenemos que preparar una propuesta para discutir lo que hay en ella para nosotros”, dijo. “¿Qué ventajas obtendrá Brasil con su participación? ¿Qué papel significativo desempeñará Brasil?”.

Dado que Xi realizará una visita de Estado a Brasil con motivo de la conferencia del G20 que se celebrará en Río de Janeiro en noviembre, y que los dos presidentes se reunirán también ese mes en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Perú, las autoridades chinas están dispuestas a sellar el acuerdo durante el 50º aniversario de las relaciones entre Brasil y China.

“Hay una perspectiva diferente entre el círculo íntimo del presidente y el Ministerio de Asuntos Exteriores”, afirma Pablo Ibáñez, profesor de geopolítica en la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro. “Lula conoce el valor de las relaciones crecientes con el Sur Global y prefiere fomentar las relaciones fuera del eje de Estados Unidos y Europa”.

Ibáñez dice que el Ministerio de Asuntos Exteriores, sin embargo, “está muy preocupado por las implicaciones”. Y añade: “¿Qué podemos ganar con ello? ¿Podría acarrear represalias por parte de Estados Unidos? La Franja y la Ruta es una etapa más en la expansión del poder global chino. Es enorme, y es fundamental para el gobierno chino”.

Dos hombres se dan la mano, con las banderas de China y Brasil de fondo
El presidente Lula en una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en la base aérea de Fortaleza, en el noreste de Brasil. Los expertos afirman que Brasil espera impulsar la cooperación entre ambas naciones en áreas que vayan más allá de la exportación de materias primas, el motor clave para consolidar la posición de China como su principal socio comercial durante los últimos 15 años (Imagen: Ricardo Stuckert / Palácio do Planalto, CC BY-ND)

Según los expertos entrevistados por Dialogue Earth, Brasil está analizando cuidadosamente los beneficios potenciales de la adhesión en un intento de extraer la máxima influencia de los negociadores chinos.

“Hace unos años, creo que Brasil no tenía una comprensión clara de las razones estratégicas para unirse a la BRI”, afirma João Cumarú, investigador de Plataforma CIPÓ, una ONG dedicada al clima y los asuntos exteriores. “Ahora, sin embargo, algunos miembros del gobierno de Lula están empezando a pensar estratégicamente sobre lo que Brasil debería pedir a cambio de su participación”.

Los detalles son inciertos, pero los especialistas afirman que es probable que Brasil busque un apoyo que vaya más allá de la exportación de materias primas a China, y que, en cambio, vaya de la mano de la importación de productos acabados.

China es el mayor socio comercial de Brasil desde 2009, y el comercio bilateral entre ambas naciones alcanzó los 80.000 millones de dólares en el primer semestre de 2024, según datos de comercio exterior brasileño. Pero alrededor del 80% de las exportaciones brasileñas a China se componen de solo tres productos: petróleo, mineral de hierro y soja.

El año pasado, en su visita a Beijing, Lula firmó 15 acuerdos, entre ellos sobre tecnología espacial, energías renovables, cooperación climática, movilidad eléctrica y finanzas verdes.

Cumarú cree que hay tres áreas clave en las que Brasil debería buscar beneficios de la pertenencia a la BRI: “Energía verde y cooperación tecnológica, particularmente en el contexto de la transición energética. Esfuerzos de reindustrialización que busquen añadir valor a nuestras materias primas, interpretando las tecnologías chinas para la recuperación de tierras y las prácticas sostenibles. Y proyectos de infraestructura planeados por el gobierno, particularmente en lo que se refiere a la integración de Sudamérica a través de diversas rutas de transporte”.

El investigador añadió que, durante sus conversaciones con miembros del gobierno brasileño, la colaboración con China en materia de financiación ha sido otro tema de especial interés. “Estaban estudiando cómo los chinos podrían financiar parte de los nuevos programas de industrialización, transformación ecológica y transición energética del gobierno federal. En aquel momento, hubo una idea inicial de que la BRI podría ser una vía de financiación para estos proyectos”.

Una Franja y Ruta cambiante

La BRI ha evolucionado considerablemente desde sus inicios, y los dirigentes chinos han señalado su deseo de reorientar la iniciativa hacia inversiones diversificadas, “pequeñas pero hermosas”, en sectores ecológicos o de innovación, en lugar de los grandes proyectos de infraestructuras emblemáticos de su primera década.

“China se está debatiendo sobre cómo definir la BRI en esta nueva fase”, afirma Myers. “No vamos a ver el mismo grado de desarrollo de infraestructuras a gran escala que en el pasado”.

En el lado brasileño, las cosas también son complejas. Las posibles inversiones de China en vehículos eléctricos en Brasil, por ejemplo, han despertado preocupación entre la industria nacional, afirma Cumarú.

Sin embargo, sería imprudente descartar la posibilidad de una gran inversión en infraestructuras para sellar el acuerdo, sugieren los expertos. Brasil se enfrenta a un importante déficit de inversión en infraestructuras, y un informe del Banco Mundial sugiere que el país necesita destinar 778.000 millones de dólares para cerrar esta brecha antes de la fecha límite de 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

El año pasado, Lula anunció un nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) para destinar 1,7 millón de millones de BRL (unos 300.000 millones de USD) a infraestructuras, energía y transporte en cuatro años.

“China está intentando elevar esto a un nuevo nivel de negociaciones”, dice Ibáñez. “El embajador chino en Brasil concedió recientemente una entrevista a CNN Brasil, en la que hablaba de la importancia de la inversión en Brasil y en la región. Mencionó que China podría ayudar a Brasil con el PAC. Esto indica que la participación de Brasil en la Franja y la Ruta es cada vez más una realidad”.

Otro punto de interés es el largamente rumoreado Corredor Ferroviario Bioceánico Central, un proyecto de ferrocarril de 3.750 kilómetros que uniría el océano Pacífico con el Atlántico a través de Perú, Bolivia y Brasil. “Últimamente he oído rumores de que este proyecto se sigue considerando y se está debatiendo en relación con el desarrollo del puerto de Chancay, así que no está muerto”, afirma Myers. El puerto de Chancay, en el centro de Perú, es una de las mayores inversiones que llegarán a América Latina en el marco de la BRI, y está previsto que se inaugure en noviembre, en una ceremonia a la que probablemente asistan tanto Xi como Lula.

La financiación china del ferrocarril propuesto encajaría bien con el objetivo de Lula de una mayor integración entre los países sudamericanos, con Brasil a la cabeza. El año pasado lanzó la iniciativa de las “Cinco Rutas” para conectar mejor a Brasil con sus vecinos y aumentar el comercio dentro del continente.

“Por qué ahora es una buena pregunta”, dice Myers. “No sé si hay algún proyecto que están intentando por todos los medios que China apoye en este momento concreto. Brasil acoge el G20. Puede que sea un momento para que ambos países demuestren una relación sólida”.

Dicho esto, cree que existe el riesgo de sobreinterpretar el simbolismo de tal anuncio. “En mi opinión, [la adhesión a la BRI] es ante todo de naturaleza simbólica, y representa un grado de apoyo a la agenda global de China y a su creciente papel y visión globales”.

“A veces, cuando los países se unen a la iniciativa, hay acuerdos que se anuncian a la vez. Pero suelen ser acuerdos puntuales”, añadió Myers. “No es que veamos una explosión de la actividad económica general antes o después de la decisión de unirse a la BRI. Por lo general, no vemos un cambio importante en la dinámica general antes y después de la adhesión a la BRI”.