China ha pisado fuerte en América Latina. Se ha convertido en el segundo socio comercial de mayor importancia para la región y para algunos países es el primero, como Chile y Perú. Además, durante la próxima década, el volumen de comercio entre las regiones podría duplicarse, en comparación con los niveles de 2020, según las proyecciones del think tank Atlantic Council.
China se consolida como una potencia económica indiscutible, con una enorme capacidad de producción y un mercado interno en constante expansión. Casi todas las importaciones de China procedentes de América Latina son de materias primas o relacionadas con los recursos naturales, incluidos el petróleo, el cobre y productos agrícolas como la soja. En 2022, las materias primas representaron el 95% de las exportaciones de la región a China, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Hasta la fecha, China ha firmado tratados de libre comercio (TLC) con 29 países, tanto en el marco de pactos bilaterales como regionales, incluidos muchos socios de América Latina: Chile, Perú, Nicaragua y Ecuador ya han firmado y ratificado sus TLC; Honduras está en proceso de negociación, mientras que Uruguay y Panamá se encuentran en las primeras fases de las conversaciones.
Ecuador ha sido el último país latinoamericano en aprobar su TLC con China, tras su paso por la asamblea nacional a principios de febrero. Pero su recepción no ha sido del todo tranquila: incluso antes de que concluyeran las negociaciones en mayo de 2023, varias organizaciones y expertos del país expresaron su preocupación por los posibles riesgos e impactos que el tratado podría traer para las empresas locales y el medio ambiente, y muchos de ellos siguieron sin estar convencidos.
Hablamos con expertos ecuatorianos para debatir estas preocupaciones, así como con voces de Chile y Perú para conocer las experiencias de sus países en sus TLC con China, y los posibles aprendizajes para Ecuador en el inicio de esta nueva era comercial.
Chile: Fructífero, pero preocupa la dependencia
Francisco Urdinez, Chile
Profesor de la Universidad Católica de Chile y director del Núcleo Milenio sobre los Impactos de China en América Latina (ICLAC)
En 2005, China firmó con Chile el primer TLC con un país latinoamericano. Un año después entró en vigencia y, desde entonces, la inversión y la actividad comercial entre ambas naciones se han disparado. Entre 2006 y 2018 el comercio se ha incrementado 345,9%, según reportó la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales en 2019.
Desde 2018, China es el principal socio comercial de Chile. Sin embargo, lo que podría verse como algo positivo, no lo es tanto. Casi el 40% de lo que Chile exporta al mundo se va a China. Y eso genera un nivel de dependencia económica realmente grande. Es uno de los niveles de concentración de exportaciones a China más altos del mundo. Y ante un eventual enfriamiento de la economía China, Chile se vería muy expuesto.
El intercambio comercial entre Chile y China ha experimentado un sólido crecimiento durante el período comprendido entre 2017 y 2022. Se destaca un crecimiento promedio anual del 14% en el intercambio comercial, un aumento del 16% en las exportaciones (FOB), y un notable incremento promedio anual del 25% en las exportaciones de servicios. Los productos principales que Chile exporta a China son cobre y derivados, seguidos por carbonatos de litio, cerezas, minerales de hierro y celulosa.
Las principales importaciones incluyen automóviles de turismo y teléfonos inteligentes. Este crecimiento sostenido en el comercio y las inversiones entre Chile y China ilustra la importancia de las relaciones económicas entre ambos países en las últimas décadas.
La relación ha sido fructífera y seguimos aprendiendo de esta gran experiencia, sin embargo, como país debemos de ver más alternativas económicas que no nos hagan tan dependientes del país asiático.
Jorge Heine, Chile
Ex embajador de Chile en China y profesor de la Iniciativa Global China en el Centro de Política de Desarrollo Global de la Universidad de Boston
A raíz del TLC de Chile y China, el comercio bilateral pasó de 8 mil millones de dólares en 2005, a 55 mil millones en 2021.
Y en este camino de 19 años, muchas cosas han sucedido. Tal vez una de las más importantes para resaltar fue la actualización del TLC para ampliar los enfoques. Por ejemplo, desde 2017 se acordó un protocolo que aborda disciplinas de vanguardia como el comercio electrónico, la contratación pública y la política de competencia.
Varios países de la región están siguiendo el camino pionero que inició Chile al firmar un TLC con China, el primer país individual en hacerlo, y que tantos réditos le ha brindado. En estos momentos más países ansían un TLC con China y extender al máximo los lazos con el Asia-Pacífico.
Hoy, el comercio entre Chile y China se ha multiplicado por siete. Pese a la distancia geográfica entre ambos países, Chile tiene un alto volumen de comercio con China, aún mayor que su vecino directo, Pakistán. En 2016, China pasó a ser el primer mercado para el vino chileno en el mundo, desplazando a los mercados tradicionales como el Reino Unido y Estados Unidos. El mismo año, Chile pasó a ser el segundo mayor exportador de fruta fresca a China en el mundo. [Nota del editor: Vietnam superó esta posición a principios de 2024].
Perú: Superávit comercial y reclamos textiles
Ciro Salazar Valdivia, Perú
Consultor para la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS)
El balance es positivo en lo comercial, pero nulo en cuanto a la diversificación productiva. En promedio, desde que comenzó el acuerdo en 2010, hemos tenido una balanza comercial positiva con China y nuestras exportaciones se han quintuplicado durante la vigencia del TLC: al 2022 el 96% de lo que exportamos a China fueron materias primas. Los sectores que se han beneficiado son principalmente la minería y la pesca.
Perú fue uno de los primeros destinos de la inversión directa China en el exterior, con la adquisición de la mina de hierro Shougang en 1992, y particularmente desde 2015 hay una tendencia creciente de sus inversiones en los sectores infraestructura y energía, incluso una mayor participación de empresas chinas como contratistas del Estado en obras de infraestructura pública.
Por otra parte, casi desde el inicio de la vigencia del TLC con China, el sector textil se viene quejando del ingreso masivo de prendas de vestir a precios por debajo del mercado. El sector estima en más de 90 mil las pequeñas empresas afectadas.
Pero es el Puerto de Chancay lo que probablemente marque un antes y un después en la vida económica del país y la geopolítica en Latinoamérica. Uno de lo objetivos que ha perseguido China en el mundo es tener una suerte de resiliencia logística, en el marco de su Iniciativa de la Franja y la Ruta, para enfrentar mejor potenciales disrupciones en las cadenas de abastecimiento debido a factores climáticos, pero también por factores geopolíticos y geoestratégicos. Chancay le otorga una ruta más rápida para sus importaciones de cobre desde Perú y Chile, así como de soja y hierro desde Brasil. Del mismo modo, las exportaciones chinas a la región pueden verse fortalecidas.
Monica Nuñez Salas
Consultora peruana sobre derecho medioambiental e inversiones chinas
Uno de los puntos más criticados, desde el sector ambiental, es que el TLC con China no haya incluido un capítulo ambiental. Es algo que se pide hace mucho, y no debería de ser complicado de lograr. Perú cuenta con un marco regulatorio ambiental que debería aplicar a todas las inversiones en el país, y es esta legislación la que aplica a las inversiones en el marco del TLC. China también cuenta con lineamientos de sostenibilidad para sus relaciones comerciales. Si bien estos no son vinculantes, deberían usarse de manera referencial para fortalecer en el lado ambiental la relación comercial entre ambos países.
Del mismo modo, las constantes crisis políticas que ha vivido Perú en los últimos años, no ha permitido a los gobiernos seguir un objetivo concreto para mejorar nuestras relaciones con China, como orientar y disciplinar a los capitales chinos y a las empresas locales para diversificar la oferta exportadora e importadora de ambos países. Y considero que esto es muy necesario. Nos urge fortalecer capacidades dentro del poder ejecutivo para conducir los planes de desarrollo nacionales.
Sin embargo, y a pesar de todo lo que se tendría que mejorar, es innegable que un grupo de pequeñas y medianas empresas peruanas están sacando provecho del TLC, debido a los bajos aranceles. De acuerdo con las cifras de la Sociedad de Comercio Exterior, al año 2020 alrededor de 1400 nuevas empresas pequeñas y medianas habrían realizado exportaciones a China.
Entonces, una reflexión que deberíamos tener es que, si tuviéramos los objetivos claros para impulsar la innovación y brindarle mayor capacidad productiva a estas empresas, los beneficios podrían ser considerables.
Ecuador: Expectativas y reservas
Sonsoles García
Ministra de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca de Ecuador
La vigencia del TLC da paso a la potencial creación de más de 50.000 empleos con un crecimiento de más del 32% de la oferta exportable. Lo esencial es el acceso a un mercado de más de 1.400 millones de personas, de las cuales 1.000 millones se encuentran constantemente haciendo comercio electrónico.
La negociación fue técnica y, en defensa de la industria local, se fijaron 820 exclusiones para sectores sensibles y plazos largos de desgravación de hasta 20 años.
Productos como la fruta pitahaya, que actualmente ingresan al mercado asiático con el 20% de arancel, dejarán de pagarlo de manera inmediata, además de abrir mercados para carnes congeladas, té, arándanos, naranja piña, café, guaba, espinaca y quinoa, entre otros.
Existen preocupaciones legítimas sobre el impacto que este acuerdo pueda tener en sectores sensibles de la economía ecuatoriana, como la producción local y la agricultura. Por ello, el Ministerio de Producción ha reconocido que es necesario establecer mecanismos de protección adecuados para evitar la competencia desleal y garantizar que los beneficios del TLC se distribuyan de manera equitativa.
Diana Castro Salgado
Subdirectora de Latinoamérica Sustentable
Este tratado se dio en un marco de gran confidencialidad y hermetismo. No hubo ninguna invitación a la participación de organizaciones ambientalistas como se ha dado en la negociación de TLCs con otros países. La sensación que tengo es que ha sido un tratado negociado, acordado y firmado dando la espalda a la población ecuatoriana.
Este TLC aumentará la presión para la explotación de recursos naturales y la producción de alimentos en Ecuador, ¿cuánta agua, tierra, bosques, manglares necesitarán ser sacrificados para exportar a China? Es un tratado desigual que podría traer grandes costos ambientales y sociales para Ecuador.
Dos artículos del acuerdo reconocen las medidas medioambientales y la cooperación, incluido un llamamiento a abstenerse de relajar la política medioambiental para fomentar la inversión. Pero no hay disposiciones específicas en torno a las industrias extractivas, y nos sigue preocupando que el acuerdo pueda profundizar estas actividades, incluso mediante garantías favorables a la inversión, seguridad jurídica y facilitación de los procesos de aprobación de proyectos y concesión de licencias.
Por ejemplo, está la mina Mirador, en donde después de que la empresa de propiedad china EcuaCorriente anunció la expansión de las relaveras de desechos mineros, el proyecto recibió un nuevo permiso para una nueva ampliación. Eso las convertiría en las relaveras más altas del mundo, con características técnicas que no son permitidas ni siquiera en China.
En el sector de hidrocarburos, tenemos el caso de empresas chinas operando a través de contratos de servicios en el bloque ITT del Parque Nacional Yasuní, lo cual documentamos en un reciente reporte. En un momento en el que el gobierno está considerando una moratoria para cerrar la explotación, el TLC podría presionar para que la administración nacional vaya en contra de la consulta popular de 2023, donde ganó el pedido por el fin de la extracción petrolera en el parque, en favor de los inversionistas internacionales.