En los últimos cinco años las cadenas de suministro globales han tenido que adaptarse a cambios significativos, como los retrasos en la producción y distribución de bienes que provocó la pandemia de Covid-19, las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo y las repercusiones que han seguido a la invasión rusa de Ucrania.
Como resultado de estas crisis mundiales, sectores como la electrónica, la alta tecnología y la industria automotriz están buscando reubicar sus operaciones más cerca de sus principales mercados, para reducir costos de producción y transporte, así como su exposición a los riesgos de la cadena de suministro. A esta tendencia se la conoce como “nearshoring”.
En los últimos años, se ha visto cómo las empresas dirigían su atención hacia países del Sudeste Asiático, Europa Central y Oriental y Latinoamérica. Tal vez el más notable de estos lugares haya sido México, donde la proximidad y el fácil acceso al mercado estadounidense han despertado un gran interés y, en algunas zonas, un aumento de las inversiones.
Pero a pesar de generar innumerables titulares y despertar expectativas, los analistas consideran que México aún no ha aprovechado plenamente las oportunidades que podría ofrecer el nearshoring. Los especialistas consultados señalan déficits en las políticas para reforzar sectores estratégicos, como el tecnológico. Además existen obstáculos en las limitaciones energéticas para poder garantizar un suministro que sea atractivo para los inversores.
Para Jesús Carrillo, director de Economía del Instituto Mexicano la Competitividad (IMCO), un think-tank independiente, ha habido más anuncios de nearshoring que inversiones concretas.
“No se ha visto un crecimiento tan grande de la inversión, al menos no como se esperaría. Los incrementos han sido mesurados”, explica a Dialogue Earth.
La incertidumbre entre los mercados y los inversores se ha visto agravada por la reciente aprobación de la polémica reforma judicial promovida por el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador. Los partidarios de la reforma la han presentado como una forma de democratizar el poder judicial al someter a elecciones públicas más de 1.600 cargos, incluidos los nombramientos de jueces federales y magistrados del Tribunal Supremo. Pero los críticos afirman que esto podría politizar la justicia, y que ha reducido los requisitos técnicos especializados para los candidatos.
Diego Marroquín, experto en comercio entre Estados Unidos y México del Wilson Center, escribió en un reciente análisis que la reforma podría “desafiar seriamente la competitividad a largo plazo de América del Norte y su potencial de nearshoring” y “poner en peligro miles de millones de dólares en inversiones estadounidenses y canadienses en México”. Añadió que también podría complicar la revisión en 2026 del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el acuerdo comercial que ha sido uno de los principales atractivos para las empresas de nearshoring que buscan establecerse en México.
Avances, optimismo e inversiones clave
Para evaluar el impacto del nearshoring en México, se puede medir el aumento en la demanda de parques industriales o analizar los flujos de inversión extranjera directa (IED) que entran al país. Aunque ninguno de estos indicadores es completamente preciso para medirlo, ambos proporcionan datos útiles para estimar su alcance.
Entretanto, la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP) prevé la instalación de 453 nuevas empresas para 2025 ―un 20% chinas―, representando un crecimiento anual de 9,1% frente al periodo 2018-2022. En paralelo, la AMPIP reportó en 2023 uno de los porcentajes más bajos (2,2%) de disponibilidad de espacio desde 2019, lo que indica que se están utilizando los cupos.
En medio de esta creciente demanda, un estudio reciente de la AMPIP estimó que hasta 8.600 millones de dólares de inversión privada podrían llegar en la construcción de 128 parques industriales en todo el país para 2030. La nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, también prometió durante su campaña electoral apoyar esta expansión. Algunos proyectos ya están en marcha, como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, en ejecución desde 2019 con el fin de desarrollar el sur y sureste mexicanos, que concibe la instalación de 10 parques industriales, la renovación de dos puertos y la reconstrucción de un ferrocarril.
Hasta ahora, las inversiones de nearshoring en México no se han limitado a empresas norteamericanas que buscan acercar la producción a su país. La acerera argentina Ternium, por ejemplo, anunció en junio de 2023 una inversión de 3.200 millones de dólares, y la también argentina Mercado Libre, coloso del comercio electrónico, tiene previsto invertir 2.450 millones de dólares en sus sistemas y logística en el país.
En febrero, AWS, filial de la estadounidense Amazon, anunció sus planes de invertir más de 5.000 millones de dólares para instalar infraestructura de datos en el centro del país. Pero las inversiones de Tesla, por unos 4.500 millones en una armadora de autos eléctricos, y la china BYD están en pausa, al parecer por la incertidumbre ante las elecciones estadounidenses de noviembre.
Desde 2023, compañías chinas han anunciado inversiones, especialmente en los segmentos automotor y de autopartes, para cubrir el mercado estadounidense y atender a la industria vehicular mexicana. Por ejemplo, las armadoras SAIC Motor y Beijing Automotive Industry Holding anunciaron proyectos de fábricas de vehículos, incluidas unidades eléctricas, en 2023 por 2.750 millones de dólares.
Pero las inversiones chinas también se enfrentan a importantes obstáculos para sus planes en México. Grupos comerciales y políticos estadounidenses han expresado su preocupación por la entrada de vehículos eléctricos chinos de bajo costo, que suponen una amenaza para su propia industria automovilística, con acusaciones de que las empresas están utilizando a México como “puerta trasera” a su mercado a través de los acuerdos de libre comercio de ambos países.
A principios de este año, tanto Canadá como Estados Unidos impusieron aranceles del 100% a la importación de vehículos fabricados en China, aunque estos no se aplican a los fabricados por empresas chinas en México, algo que podría cambiar tras las elecciones estadounidenses de noviembre y las inminentes renegociaciones del T-MEC.
“Hemos sido muy, muy claros sobre la naturaleza estratégica de este proceso de revisión arancelaria”, expresó la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, en una rueda de prensa en mayo. “Estamos dando a nuestros trabajadores y a nuestras empresas la oportunidad de seguir compitiendo y prosperar frente a una avalancha de medidas realmente desafiantes y un sistema económico desafiante que proviene de Beijing”, agregó.
Funcionarios chinos y asociaciones de la industria automovilística han tildado los aranceles de proteccionistas y políticamente motivados, mientras que su Ministerio de Comercio ha respondido presentando una queja contra Canadá ante la Organización Mundial del Comercio, alegando que el país ha incumplido las normas comerciales.
La inversión extranjera directa: el panorama menos alentador
Por otro lado, estudios recientes que miden las cifras de atracción de IED muestran un panorama menos optimista.
En la primera mitad de este año, México registró 31.096 millones de dólares de IED, un crecimiento de 7% frente al mismo lapso del año anterior, lo cual podría ser alentador. Pero cuando se analiza esta cifra en profundidad, muestra que la mayor parte de esta inversión fue reinversión de utilidades que no retornaron a su país de origen (30.288 millones). Esto quiere decir que el país no está atrayendo nuevas empresas, sino que las firmas ya establecidas están destinando sus utilidades a reinversiones, ya sea por razones fiscales, para renovar equipos, expandir sus operaciones, o por otros motivos.
Un análisis de la consultora estadounidense Kearney mostró que las manufactureras globales han realojado 79% de sus operaciones en Estados Unidos y solo 27% en México desde 2021.
Jordy Micheli, académico del Departamento de Economía de la pública Universidad Autónoma Metropolitana, relativiza la trascendencia del nearshoring, pues el país atrae capital foráneo, y lo considera más bien una intensificación de los patrones de inversión existentes.
“Nunca va a sustituir la inversión extranjera tradicional. Es un proceso estructural, México ya está insertado en una estructura en la que es territorio importante para esas empresas. Hay dos cosas importantes: generar condiciones internas y buscar empresas que lleguen. Lo interesante es que nos va a traer líneas de producción nuevas y que antes no se producían en el país”, señala Micheli a Dialogue Earth.
Más allá de la atracción de IED, México carece de un plan ad hoc para la relocalización, a pesar de contar con algunos planes generales que abordan prioridades amplias. El Plan Sonora de Energías Sostenibles, lanzado en 2022, es un ejemplo de estos esfuerzos, e incluye la construcción de una planta solar que será la mayor de América Latina; la explotación de los yacimientos de litio del país, potencialmente vastos pero disputados; el apoyo a la producción de piezas para vehículos eléctricos; y la expansión del puerto de Guaymas para mejorar el transporte de mercancías desde Asia hacia América del Norte.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido en su campaña la construcción de 100 parques industriales y la inversión en infraestructura clave, como carreteras, puertos y aeropuertos. Además, Sheinbaum pretende enfocar esfuerzos en sectores estratégicos como semiconductores, electrónica y movilidad eléctrica.
Estas áreas pueden coincidir con algunas de las prioridades de la actual administración estadounidense, aunque los resultados de sus próximas elecciones pueden cambiar esta situación.
En 2021, la administración de Joe Biden identificó sectores críticos como semiconductores, baterías de alta capacidad, minerales esenciales y productos farmacéuticos. Estos sectores son cruciales para tecnologías avanzadas y automóviles. Desde 2022, Estados Unidos ha estado trabajando para integrar a México en estas cadenas de valor. Durante la X Cumbre de Líderes de América del Norte en enero de 2023, se acordó fortalecer las cadenas de suministro regionales y fomentar la inversión en industrias clave como semiconductores y baterías de vehículos eléctricos. Sin embargo, México aún no cuenta con una estrategia específica para convertir estos compromisos en realidad.
Para calmar los ánimos y aclarar la posición de México, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, declaró recientemente en un foro empresarial que el país buscará acelerar el proceso de nearshoring, y sugirió firmemente una convergencia con los intereses comerciales de Estados Unidos por encima de los de China, prometiendo “movilizar todos los intereses a favor de América del Norte”.
Desafíos y limitaciones
En medio de la creciente atención prestada al potencial del nearshoring, los analistas también han destacado los importantes retos a los que se enfrenta México y que podrían poner en peligro sus aspiraciones. Entre estos se encuentran la falta de energía suficiente; la escasez de agua en el norte del país, donde se ha concentrado gran parte de la inversión industrial; y la necesidad de mejorar la infraestructura y los incentivos para el capital.
A esto se suma la pérdida de más de 100.000 empleos en la industria maquiladora ―término utilizado para las fábricas que ensamblan y fabrican para la exportación― en la frontera norte en los últimos 18 meses, lo que representa el 10% de los empleos en el sector.
Para maximizar el potencial del nearshoring, México debe abordar varias tareas pendientes. La Fundación Adenauer sugiere 12 recomendaciones clave, incluyendo el fortalecimiento del entorno institucional, la lucha contra la corrupción y la inseguridad, el aumento de inversión en infraestructura, la capacitación de mano de obra para sectores de alta tecnología y el acceso a energías renovables.
El académico Carrillo advierte que el enfoque debe ir más allá del nearshoring, señalando que el crecimiento económico general depende de la capacidad productiva. Sin una infraestructura adecuada y una inversión clara en sectores clave, dice, México podría enfrentar estancamiento a largo plazo.