Dialogue Earth organizó recientemente una serie de debates y talleres sobre los temas interrelacionados de la relación comercial y de inversión de China con América Latina y el Caribe, las transiciones verdes y los derechos ambientales.
El evento fue una colaboración con el Instituto Raoul Wallenberg, ICLAC y FLACSO, y tuvo lugar del 23 al 25 de abril en Santiago de Chile, al margen de la tercera Conferencia de las Partes del Acuerdo de Escazú, el primer tratado ambiental de la región.
Los debates se centraron en cuatro áreas: el papel de China en la región; su planteamiento de las cuestiones ambientales; la importancia de las condiciones y los agentes locales en la configuración de la naturaleza y las repercusiones de la inversión china; y las lagunas de conocimiento que deben abordarse para configurar la relación en beneficio de todos.
Comprender el rol de China a nivel global
Gran parte de la conversación se centró en las formas de entender el papel de China en la inversión, el comercio y las transiciones verdes en América Latina y el Caribe, y más ampliamente en todo el mundo. Varios participantes señalaron lo desconcertante que puede resultar el sistema político y de inversión exterior chino, junto con la variedad de terminología e iniciativas que utilizan los actores chinos.
Varios participantes mencionaron la importancia de “desagregar” China para comprender a los muchos actores diferentes que componen su sistema de inversión en el extranjero, que a menudo tienen incentivos bastante diferentes. Dicho de otro modo, China no es un monolito. Comprender los distintos componentes del sistema chino de inversión en el exterior ―desde los departamentos políticos hasta las empresas y los bancos, pasando por los diferentes tipos de financiación que ofrecen― puede ayudar a las partes interesadas locales a relacionarse con China de una manera más realista.
Sin embargo, comprender la compleja red de actores no es tarea sencilla. Uno de los participantes se refirió a recursos que ayudan a trazar el mapa de los distintos actores y sus relaciones.
Los participantes también señalaron la necesidad de comprender las relaciones de poder que hay detrás de grandes iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta y la Iniciativa de Desarrollo Global. Se trata de la “apariencia” de China a nivel internacional, no de su “esencia”, afirmó uno de los integrantes del taller. Observar a China a través del poder, en lugar de la política, nos permite adoptar un enfoque comparativo de su compromiso con el mundo. Esto permite comprender mejor las interrelaciones entre los actores del desarrollo y los gobiernos nacionales de todo el mundo, verlos como partes de un sistema político y económico global, en lugar de mundos discretos de ayuda al desarrollo “occidental”, “china” o “japonesa”.
La conversación también se centró en los conceptos chinos de transición ecológica y derechos ambientales. Se señaló que el enfoque chino de la protección del ambiente tiende a ser muy centrado en lo técnico, y que la ingeniería ambiental desempeña un papel fundamental en el planteamiento nacional de protección y restauración del mundo natural. Esto podría presentar algunas lagunas comunicativas y conceptuales con las partes interesadas de distintas partes del mundo, en particular la sociedad civil.
Al mismo tiempo, sin embargo, el enfoque ambiental técnico se señaló como una oportunidad para que los países del Sur Global redefinieran su posición en el mundo. Esto podría lograrse aportando industrias y tecnologías relacionadas con la transición al mundo en desarrollo a través del compromiso económico con las empresas chinas que se expanden en los mercados de ultramar, por ejemplo en forma de procesamiento de minerales de transición. El cambio en el propio debate chino sobre el medioambiente y el clima refuerza esta idea. En los años 90 y 2000 se pasó de considerar estas cuestiones como perjudiciales para el desarrollo a considerarlas bien alineadas con un desarrollo de “alta calidad”. Mientras tanto, la creciente dependencia de la economía china de las exportaciones de productos como paneles solares y vehículos eléctricos da un nuevo impulso a la “ecologización” del comercio y la inversión en el extranjero.
La importancia de la acción local
Aunque es importante comprender la dinámica y la lógica del compromiso de China con el mundo, también es necesario entender cómo las condiciones locales pueden afectar a la naturaleza de ese compromiso. Los participantes señalaron que es habitual pensar en China como una entidad monolítica que actúa unilateralmente. Como resultado, los proyectos de inversión en los países de la Franja y la Ruta llegan a considerarse dirigidos y controlados totalmente por actores chinos, cuando en realidad los gobiernos de los países anfitriones también desempeñan un papel importante, por ejemplo a la hora de iniciar proyectos, firmar memorandos de entendimiento y conceder permisos.
Las zonas económicas especiales de Zambia se citaron como ejemplo de proyectos iniciados por el gobierno anfitrión, más que por las empresas chinas. Otro participante señaló que la presión ejercida sobre las empresas chinas por los gobiernos y la sociedad civil tiene un historial de influir en las inversiones. Por ejemplo, las empresas pueden verse obligadas a cumplir requisitos de contenido local o de procesamiento, como en Indonesia y Zimbabue. También pueden verse obligadas a consultar a las comunidades locales, como en Chiang Rai (Tailandia).
En América Latina y el Caribe, el Acuerdo de Escazú presenta una nueva e importante vía para dar forma a las operaciones de las empresas chinas. El artículo 9 del tratado reconoce los derechos de los defensores del ambiente, otorga un estatus legal más fuerte a las voces de las comunidades locales y puede crear obstáculos legales para las empresas que contraten fuerzas de seguridad armadas en torno a sus proyectos. También cabe destacar que los derechos humanos y de los pueblos indígenas, así como los derechos de la naturaleza, están consagrados en el marco de biodiversidad de Kunming-Montreal, firmado con motivo de la presidencia china del Convenio de la ONU sobre Biodiversidad en 2022. Este último se citó como ejemplo de cómo el compromiso con China puede producir resultados positivos, incluso en ámbitos en los que China no suele considerarse progresista.
¿Cómo interactuar mejor con China para lograr transiciones verdes y justas?
Los participantes también señalaron las grandes lagunas de conocimiento sobre China que existen entre los responsables políticos, la sociedad civil y las comunidades. Según indicaron, abordar estas lagunas podría mejorar significativamente los resultados de los proyectos de inversión china, muchos de los cuales se centran en infraestructuras tan necesarias como la electricidad, las carreteras y las telecomunicaciones. Algunos participantes argumentaron que la falta de comprensión de los actores chinos ha dado lugar a una mala negociación por parte de sus gobiernos y a la falta de condiciones estrictas y aplicadas a la inversión. Según ellos, abordar las lagunas de conocimiento podría contribuir a una negociación más inteligente. Otros señalaron que los conocimientos sobre China permanecen en un círculo de élites en sus países y rara vez se filtran a las personas directamente afectadas por los proyectos.
En conjunto, quedó claro que debates como el celebrado en Santiago permiten aprender y fomentan las conexiones entre personas que se ocupan de distintas facetas de la “China global”. Profundizar en este aspecto puede ayudar a abordar las lagunas de conocimiento identificadas por los participantes. Esto podría contribuir a establecer compromisos con las empresas chinas que produzcan mejores resultados para el medioambiente y las comunidades locales.