La conservación podría estar al borde de una revolución azul. Este año se escucha hablar cada vez más sobre el uso de las finanzas empresariales para capturar el carbono atmosférico en la recuperación de ecosistemas marinos y costeros como los arrecifes de coral, los manglares, las marismas y los pastos marinos. Los conservacionistas lo llaman “carbono azul”.
Existe una creciente convicción científica que dicta que el carbono azul es una de las opciones más baratas para la captura de carbono. Esa captura de carbono en los ecosistemas costeros trae consigo una serie de beneficios ecológicos, económicos y sociales, desde la optimización de las experiencias de pesca y una mayor riqueza en el turismo hasta la protección contra el aumento de las mareas y los ciclones tropicales letales.
No es de extrañar que Chile, el anfitrión de la Conferencia de las Partes (COP) de este año para las negociaciones sobre el clima de la ONU en Santiago, haya dicho que quiere que el evento sea recordado como la “COP azul“.
El canje de la “deuda por naturaleza”
La financiación azul es un nuevo territorio para los conservacionistas, dice Emily Landis, líder de la estrategia de humedales costeros en The Nature Conservancy (TNC), una ONG con sede en EE. UU, que ha asumido el liderazgo en la búsqueda de fondos privados para la conservación marina. La ciencia encargada de contar toneladas de carbono en los ecosistemas costeros, y las metodologías para garantizar que se mantengan en su sitio, están llegando a su madurez, dice. Esto le otorga a los bancos e inversionistas la confianza suficiente para invertir dinero en las virtudes del carbono azul a cambio de créditos de carbono negociables u otros beneficios.
Ellos recuperan su dinero, conseguimos la conservación en el terreno y el gobierno anfitrión puede reestructurar su deud
El proyecto de exhibición de TNC es Seychelles Sovereign Blue Bond, el primer bono azul del mundo, lanzado en octubre pasado. La nación está compuesta por 115 islas, muchas de ellas bordeadas de coral, que se extienden por un área del Océano Índico que es tres veces más grande que California. Su economía depende casi enteramente del turismo y la pesca y su gobierno está en deuda.
$22 millones
la deuda de Seychelles (en dólares) que se excusó y se dirigió a proyectos de conservación
En este marco, TNC ofreció un canje de “deuda por naturaleza marina”. Con la ayuda de inversionistas, el Banco Mundial y su Fondo para el Medio Ambiente Mundial, TNC compró USD $ 22 millones de la deuda de Seychelles con Gran Bretaña, Francia, Italia y Bélgica. Luego excusó parte de la deuda, mientras bajaba las tasas de interés y prolongaba el período de recuperación del resto. El dinero “ahorrado” se destina a un fondo fiduciario que paga la conservación de las áreas marinas protegidas y la promoción de la pesca y otros sectores de la economía azul de la nación. El Banco Mundial lo llamó “un modelo para otros pequeños estados insulares en desarrollo y países costeros”.
TNC se ve a sí misma como una empaquetadora de docenas de acuerdos futuros bajo las mismas líneas, que reúne a financieros y gobiernos, pero también aporta su propia experiencia ecológica. “Los acuerdos incentivan a los gobiernos a crear áreas marinas protegidas. Pero también diseñamos planes para las áreas oceánicas de los países y trabajamos para involucrar a las partes interesadas, como los pescadores locales “, afirma Robert Weary, subdirector gerente de bonos azules en TNC.
Weary enfatizó que, para poder garantizar la integridad del proyecto, los gobiernos anfitriones siempre conformarán una minoría en las juntas de los fondos fiduciarios público-privados que administran el efectivo.
Los inversores obtienen un rendimiento seguro de su capital, a menudo asegurado por el gobierno de los EE. UU, a través de su Corporación de Inversión Privada en el Extranjero. También pueden disfrutar de una recuperación del medio ambiente, que puede generar sonrisas de auto felicitación alrededor de la sala de juntas y una buena imagen corporativa.
“Es un resultado final triple”, dice Weary. “Ellos recuperan su dinero, conseguimos la conservación en el terreno y el gobierno anfitrión puede reestructurar su deuda”.
Bajo la Convención de la ONU sobre el clima, los proyectos de carbono azul también pueden atraer créditos de carbono negociables. Muy pocos países mencionaron directamente el carbono azul en el marco de sus presentaciones en el Acuerdo de París 2015. No obstante, TNC tiene grandes planes para acaparar lo que ve como un mercado en crecimiento en base al carbono azul. “Queremos tener 20 acuerdos en vigencia en 20 países dentro de cinco años”, dice Weary. Al menos, podrían proteger un tercio de las fuentes marinas en 4 millones de kilómetros cuadrados de océano. “Para hacerlo necesitamos recaudar USD $ 3 mil millones”.
La iniciativa posee un gran enfoque inicial en el Caribe, con nueve naciones insulares endeudadas en línea para poder canjear esa deuda por la conservación marina, y puedan mejorar notablemente tanto el turismo como su biodiversidad. Granada, Santa Lucía y Barbados encabezan la fila. En África, los manglares de Kenia y Tanzania también podrían beneficiarse de este sistema.
Seguro del ecosistema
No todos los proyectos se focalizarán únicamente en el carbono azul. Otra versión de las finanzas azules sostiene Landis, es el “seguro de ecosistema”, en el cual los hoteleros de playa u otros que dependen de los ecosistemas costeros saludables pagan para proteger los arrecifes de coral y los manglares que brindan protección costera contra las tormentas. TNC ha establecido un fondo fiduciario para proteger arrecifes y playas en la costa turística de la península de Yucatán en México, por ejemplo, contra los huracanes. Un impuesto turístico se canaliza en el fondo para abonar tanto el mantenimiento rutinario de los arrecifes, como la remoción de escombros y la replantación de especies, y aquellas reparaciones de mayor escala que son necesarias después de los huracanes.
Los acuerdos financieros híbridos más complejos permiten a los inversionistas combinar la captura de carbono con el cumplimiento de los objetivos de responsabilidad social corporativa. Por ejemplo, contribuyendo a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que cubren todo el espectro, desde la biodiversidad hasta la seguridad alimentaria y la igualdad de género, hasta la resiliencia de las costas.
Si bien la mayoría de los proyectos de financiación azul han estado en los trópicos, podrían extenderse a otros lugares. En enero, la empresa noruega de gestión de activos Storebrand presentó un Baltic Blue Bond para financiar la recuperación ecológica en el mar Báltico, el más contaminado de toda Europa. Prometen limpiar las aguas residuales y los desechos industriales ya sea instalando nuevas plantas de tratamiento o protegiendo los ecosistemas marinos que también limpian las aguas.
Un océano de riesgo
Algunos ecologistas observan las ambiciones de expandir las finanzas de conservación azul como bastante inverosímiles. Es más difícil demostrar los beneficios ambientales en las aguas fluidas de un océano que en tierra firme.
se debe tener mucho cuidado con la elección de los sitios, debido al aumento del nivel del mar
Tomemos el caso del carbono azul. Se debe poder demostrar que los proyectos como la restauración de manglares almacenarán carbono durante al menos 100 años, lo mismo que para un bosque en tierra. Pero esos los manglares enfrentan muchas amenazas esencialmente incontrolables, desde mareas que arrastran las plántulas o provocan contaminación, hasta tormentas tropicales y el aumento constante del nivel del mar que puede ahogar cualquier ecosistema costero.
Hace dos años un taller en Australia arribó a la conclusión de que tales riesgos significaban que “los proyectos de carbono azul … probablemente tendrán un bajo retorno de la inversión y podrían no ser rentables”. Landis dice: “se debe tener mucho cuidado con la elección de los sitios, debido al aumento del nivel del mar”.
Muchos proyectos anteriores para plantar manglares no han tenido éxito, dice Wetlands International, una ONG que alguna vez promovió la siembra, pero ahora favorece la creación de las condiciones costeras adecuadas para la resiembra natural y el crecimiento. O bien se plantaron las especies equivocadas o se plantaron en lugares donde las plántulas fueron arrastradas. El cuidado posterior fue a menudo deficiente, cuando a las comunidades se les pagó por la siembra, pero no por ocuparse de los resultados.
En una encuesta global, Shing Yip Lee, de la Universidad China de Hong Kong, y sus colegas, informaron en abril que tales proyectos “generalmente no dieron como resultado un aumento significativo a largo plazo del área de manglares o la supervivencia de árboles”. Establecieron además que podría haber desventajas incluso cuando los proyectos tuvieron éxito. El mismo estudio descubrió que la siembra generalizada de cordgrass, una hierba exótica de marisma, a lo largo de la costa china, había sofocado las marismas y había reducido las áreas de forrajeo para la migración de aves silvestres en su crucial ruta de vuelo del este de Asia.
Acuicultura azul
TNC tiene otra iniciativa bajo su manga financiera que puede ser aún más sorprendente que restaurar ecosistemas costeros. Quiere participar en el creciente negocio global de la acuicultura marina.
70%
la extensión del planeta que cubren los océanos
La acuicultura notoriamente es el destructor de grandes áreas de manglares tropicales para los estanques de gambas. Pero el razonamiento de TNC es simple. Con una población que aún está aumento, y con pocas señales de grandes disminuciones en el desperdicio de alimentos, el mundo necesita cada vez más alimentos. En este contexto, la acuicultura puede formar parte de esto. “Los océanos cubren el 70% del planeta, pero proporcionan solo el 2% de su alimento”, dice Robert Jones, quien lidera la estrategia de acuicultura para TNC.
La acuicultura está dispuesta a cambiar eso. “Durante la próxima década estimamos que se invertirán entre USD $ 150 y USD $ 300 mil millones en la construcción de infraestructura acuícola”, dice Jones. Gran parte desplazará los ecosistemas costeros.
Tiene que hacerse menos destructivo para el medio ambiente, dice. “Los sistemas de acuicultura más sostenibles luchan por obtener financiamiento, por lo que queremos generar interés en ellos”, al utilizar los vehículos de financiamiento azul para exhibir las mejores prácticas y encontrar formas para que las personas inviertan en ellos. TNC publicó un informe en mayo sobre “alternativas responsables a las especies silvestres sobre pescadas”.
Jones ve tres oportunidades. Una se llama “acuicultura de recirculación”, que significa cultivar peces en la tierra en tanques de residuos tratados y reciclados procedentes de obras de alcantarillado. Una segunda alternativa es mover las piscifactorías costeras más lejos de la costa, como ha empezado a ocurrir en el mar Bohai de China, donde sus impactos en los ecosistemas costeros y la calidad del agua serán menores. La tercera es cambiar el cultivo de algas y mariscos que pueden restaurar los ambientes costeros en lugar de destruirlos.
Dicha tecnología podría tener beneficios particulares para los problemáticos ecosistemas costeros de China, que albergan el 60% de la acuicultura mundial.
En un mundo donde la acuicultura tiene una importancia de rápido crecimiento a lo largo de muchas líneas costeras, hacerla más sostenible podría ser el mayor beneficio de todo lo que se pueda obtener de las finanzas azules.