Miguel Martínez (61) nació en Tumbes, región costera del norte de Perú fronteriza con Ecuador. Desde joven aprendió su oficio extrayendo merluza, cachema y pámpano del mar de la costa peruana, el hogar de una rica diversidad de especies. Según algunas estimaciones estas aguas del Pacífico proporcionan la mitad del pescado que se consume en Perú.
Martínez es uno de los 88.000 pescadores artesanales que trabajan a lo largo de la extensa costa de Perú para satisfacer la demanda local. Pero desde que empezaron a sentir los impactos del calentamiento global, sumado a los cada vez más regulares e intensos eventos del fenómeno de El Niño, él y muchos de sus colegas temen por su subsistencia.
“Hay especies que ya no se ven, [y] hay otras que empiezan a verse más. Hay otras que se están alejando”, explica Martínez, líder de un grupo regional de pesca artesanal. “Tenemos que gastar más dinero en combustible y pasar más días fuera de casa para poder volver con algo”.
La lluvia trae dolor
El Niño es un fenómeno climático ocasional caracterizado por el debilitamiento de los vientos alisios que normalmente empujan las aguas cálidas de Sudamérica hacia el oeste, en dirección a Oceanía. Esto altera la corriente fría de Humboldt ―que fluye de sur a norte frente a la costa occidental del continente―, cambiando los ecosistemas en el mar y produciendo a menudo fuertes lluvias en tierra.
Esta vez, a pesar de las predicciones de precipitaciones extremas y grandes cambios en la temperatura del mar, Perú ha estado experimentando un fenómeno de El Niño relativamente suave hasta mediados de febrero, cuando han empezado a caer algunas lluvias que han provocado inundaciones en zonas del norte del país. Según los expertos, estas precipitaciones se mantendrán en valores normales y de intensidad moderada hasta abril.
Sin embargo, el mar se sigue viendo impactado, con corrientes que alteran los patrones migratorios de algunos peces. Esto ha provocado una importante contracción de la pesca, según datos oficiales del gobierno y de pescadores e investigadores.
Los pescadores artesanales de la costa septentrional afirman que se los ha dejado solos ante las consecuencias económicas de esta situación, y se sienten cada vez más frustrados por la falta de apoyo gubernamental.
Los peces huyen de aguas más cálidas
A medida que cambia la temperatura del mar, algunas especies van cambiando su distribución. Según Santiago de la Puente, investigador del Instituto Noruego de Investigación Acuática, el aumento de las temperaturas, junto con los frecuentes e impredecibles fenómenos de El Niño, hacen que la distribución y el suministro de los peces que tradicionalmente buscan los pescadores artesanales de Perú estén en constante cambio.
Como consecuencia, estos pescadores, muchos de los cuales ya tenían dificultades para pescar lo suficiente debido a la sobrepesca, deben dedicar más tiempo y dinero a la búsqueda de sus especies objetivo. “Esto significa que [no pueden] saber cuánto van a ganar o gastar”, dice De la Puente. “Lo único que saben es que tendrán que endeudarse para pagar sus cuentas”.
Al investigador le preocupa las complicaciones que podrían seguir enfrentando año tras año con el cambio climático y los eventos de El Niño. Añade que la falta de estudios sobre el problema dificulta la cuantificación de los daños. “Tampoco tenemos mucha información sobre cuánto afectan a los pescadores los efectos de El Niño o el cambio climático”, afirma. “Y este vacío es grave, teniendo en cuenta que la pesca en Perú representa el 1% del PIB. No es poca cosa”.
En busca de flexibilidad para la pesca
Los cambios provocados por El Niño pueden haber ahuyentado a algunos de los animales objetivo de los pescadores artesanales de Perú, pero también aportan nuevos objetivos potenciales. Entre ellos figuran especies que prefieren aguas más cálidas, como el dorado, el atún y el bonito, explica Gino Passalacqua, oceanógrafo peruano de la Universidad de California en San Diego.
Sin embargo, esto sólo es una buena noticia para la población local si se les permite capturar a los recién llegados, lo que puede implicar la obtención de nuevos permisos. A menudo, los pescadores no saben cuándo recibirán respuesta a sus solicitudes, lo que los deja en una situación de gran incertidumbre. “Los cambios de comportamiento de las especies tropicales son tan espontáneos que, mientras se tramita el nuevo permiso de pesca para capturarlas, esas especies ya se han ido a otra parte”, explica Passalacqua.
Los pescadores “deben tener capacidad de reacción”, añade, y los investigadores y el gobierno “deben anticiparse a estas situaciones”.
Buscar el cambio ha resultado difícil en Perú. Martínez desea seguir pescando y quiere mejores instalaciones, regulación y apoyo financiero. Pero afirma que es difícil que voces como la suya lleguen a los responsables políticos. “El gran problema es que las normas se dictan desde un despacho, a cientos de kilómetros de distancia. Nos ignoran”, asegura. “Ahora [necesitamos] que nos den un rescate financiero, porque los pescadores artesanales no podemos hacer frente a nuestros préstamos. Vivimos endeudados”.
Pequeña ayuda para un gran problema
El gobierno ha ofrecido alguna ayuda, dice Martínez. “Nos dieron un bono de 700 soles (185 dólares) a finales de 2023. Eso no es suficiente”, reclama.
El gobierno ha concedido esta ayuda a 47.000 pescadores damnificados durante el último año. Pero ha habido problemas con el despliegue: “La lista de beneficiarios está mal hecha; hemos encontrado personas fallecidas en ella”, señala Martínez. “Nos hemos quejado, pero no nos hacen caso”.
Juan Carlos Sueiro, economista y director de pesca de la ONG Oceana Perú, también está preocupado, sobre todo porque los pescadores ya tienen dificultades para equilibrar sus finanzas. “Esta es una actividad económica de alto riesgo. Nunca se sabe con cuánto [pescado] se va a volver”, afirma.
Aunque sus problemas parezcan estar en el mar, Sueiro afirma que la vida de los pescadores podría mejorar con cambios en tierra. Mejores puertos para desembarcar sus capturas, cadenas de frío para conservarlas y mejores carreteras para llevarlas a los clientes serían de gran ayuda, asegura.
“Cuando llega El Niño, el problema es la destrucción de los alrededores”, explica Sueiro. “Las carreteras están destruidas y no hay forma de comunicarse, y los pescadores no tienen forma de almacenar o procesar sus recursos. Lo que pueden pescar se desperdicia o se vende muy por debajo de sus precios [habituales]… Siempre sabemos que va a llegar El Niño, y nunca estamos preparados”.
Planificación para desastres en Perú y Chile
A finales del año pasado, el ministro de Economía del país dijo que se gastarían más de 7.000 millones de soles (1.800 millones de dólares) en medidas de prevención, y en preparar los ríos para hacer frente a las inundaciones. Pero los problemas de los pescadores artesanales parecen haber sido ignorados, aseguran los expertos entrevistados por China Dialogue Ocean.
Mariano Gutiérrez, investigador del Instituto Humboldt, afirma que falta voluntad política para abordar un problema que existe desde hace décadas: “El Estado no está haciendo su trabajo. No ponen a las personas idóneas en los cargos”.
Gutiérrez y el Instituto Humboldt están a punto de publicar una hoja de ruta para mejorar la pesca artesanal, en la que reclaman una lista ampliada y actualizada de las especies que pueden capturar los pescadores, mejores préstamos y financiación para el sector, y más vigilancia y control, con penas más duras para la pesca ilegal. Confía en que esto ayude a la población local a hacer frente a futuras crisis, que probablemente aumentarán a medida que el cambio climático provoque condiciones meteorológicas más extremas y variables.
Lo que pensábamos que íbamos a vivir en 2050, lo estamos viviendo ahoraGino Passalacqua, oceanógrafo peruano
El vecino país de Chile ha introducido cambios en la legislación pesquera para tratar de tomar decisiones sobre una base más científica y mejorar la recuperación de las poblaciones marinas y su resistencia al cambio climático.
En 2015, su gobierno elaboró un Plan de Adaptación al Cambio Climático para la Pesca y la Acuicultura con el fin de ayudar a identificar prioridades y proporcionar herramientas para la adaptación al cambio climático.
El plan promovía medidas para mejorar la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades pesqueras, y hacía hincapié en la necesidad de seguir investigando. El plan es crucial para la pesca chilena porque, a pesar de los esfuerzos por gestionar científicamente las poblaciones de peces, varias de ellas siguen estando sobreexplotadas. Esto las hace muy vulnerables al cambio climático, según un estudio realizado en 2021 por investigadores de la Universidad canadiense de Dalhousie.
A medida que el cambio climático se hace sentir cada vez más en las costas de Perú, encontrar una manera de hacer frente a los océanos cambiantes es cada vez más urgente. “Lo que pensábamos que íbamos a vivir en 2050, lo estamos viviendo ahora”, afirma Passalacqua.
Pero los desafiantes efectos de los fenómenos climáticos en las vidas y los medios de subsistencia han hecho recelar a muchos en el país, y abordar estas cuestiones no será tarea fácil. “Históricamente, en Perú, decir ‘El Niño’ asusta y paraliza”, añade Passalacqua. “No se hacen planes adecuados y cada vez que llega El Niño pasa lo mismo”.
Si eso no cambia, miles de pescadores peruanos como Martínez podrían tener que seguir luchando por alimentar a la mitad de todo el país.
Este artículo se publicó originalmente en China Dialogue Ocean.