En el 2014, China declaró una guerra contra la contaminación cuando el primer ministro Li Keqiang se comprometió a tomar medidas enérgicas con “puño de hierro” contra los contaminadores y los funcionarios negligentes durante la apertura anual del Congreso Nacional del Pueblo (APN). Esa acción fue elogiada como un cambio histórico por parte del gobierno, apartándose del crecimiento económico a cualquier costo para reconocer el valor de la protección ambiental.
Pero el tono de Li fue bastante diferente durante la conferencia realizada este año. Esbozó una política de “empleo primero” destinada a ayudar a China a enfrentar una desaceleración económica prolongada.
Si bien Li prometió fortalecer los esfuerzos en materia de prevención y control de la contaminación, también dijo que el gobierno no solo debería regular las industrias de acuerdo a la ley, sino también escuchar sus “demandas razonables” y “ofrecer apoyo”.
“[Deberíamos] permitirles a las empresas un período de gracia para que puedan cumplir con los requisitos ambientales y así, simplemente evitar que las fábricas cierren”, dijo Li a más de 3,000 delegados.
Vientos de cambio
El cambio se produce en medio de los reclamos sobre las estrictas regulaciones ambientales y las restricciones generales de las actividades industriales que han aumentado los costos comerciales y las pérdidas de empleos, especialmente en las pequeñas empresas privadas, una afirmación que el Ministerio de Ambiente y Ecología ha refutado.
Dicha práctica no solo ha dañado nuestra credibilidad, sino también los derechos básicos de aquellas empresas que respetan la ley
La desaceleración económica ha puesto a prueba la gestión ambiental centralizada de China.
“Tomaremos medidas enérgicas contra las prácticas de un ‘modelo único’ aplicable a todos”, dijo el ministro de Ambiente durante una conferencia de prensa este lunes. “En la implementación de políticas ambientales también nos oponemos resueltamente a las regulaciones ambientales relajantes”.
Li admitió que algunos gobiernos locales no contuvieron la contaminación hasta que se acercaron los plazos de limpieza o llegaron los equipos nacionales de inspección. Pero también han estado imponiendo restricciones en la producción a muchas empresas, sin tener en cuenta su desempeño ambiental.
“Dicha práctica no solo ha dañado nuestra credibilidad, sino también los derechos básicos de aquellas empresas que respetan la ley”, dijo Li.
La guía verde
Los comentarios de Li resaltan las limitaciones de un enfoque de arriba hacia abajo para la protección ambiental, en el cual el gobierno central establece objetivos para mantener en línea a los subordinados locales.
Entre el 2016 y el 2018, China lanzó dos rondas de inspección ambiental de alto perfil basadas en la campaña nacional de anticorrupción. Los equipos centrales de inspección, dirigidos por funcionarios a nivel ministerial, visitaron cada provincia de China, escucharon los reclamos de la población local y recopilaron pistas sobre los incumplimientos. Las inspecciones tenían como objetivo iluminar a los gobiernos locales, que hacían la vista gorda a las empresas contaminantes por temor a reducir el crecimiento del PIB.
El ministerio de Ambiente y Ecología calificó la campaña como un gran éxito. Durante la primera ronda de inspección entre el 2016 y el 2017, se recaudaron 1.43 mil millones de yuanes (USD $ 213 millones) en multas cobradas a 29,000 empresas por violar las regulaciones ambientales. Cerca de 17,000 personas de la industria y de los gobiernos locales fueron responsabilizados, y 1,527 fueron detenidos. En 2018, los equipos de inspección volvieron a visitar 20 provincias en controles de seguimiento, recaudaron 920 millones de yuanes (USD $ 137 millones) en multas y sancionaron a más de 8,000 personas.
Mientras tanto, algunos funcionarios locales demasiado entusiastas intentaron impulsar el desempeño ecológico para impresionar a sus jefes sin considerar los impactos en las empresas y en el público. La prohibición general de calentar carbón en el invierno de 2017, por ejemplo, dejó temblando a miles de aldeanos.
Estas prácticas de alto nivel lograron ganancias a corto plazo, pero aún no se han traducido en un cumplimiento ambiental a largo plazo. Incluso están preparados para ser desafiados aún más, ya que los funcionarios ambientales locales deben controlar a los contaminadores sin dañar demasiado la producción.
“Este año será mucho más difícil para los funcionarios ambientales locales. El comentario del primer ministro Li sobre un ‘período de gracia’ es como otorgar inmunidad a los contaminadores. Sin embargo, los funcionarios seguirán siendo responsables si no cumplimos con los objetivos”, sostuvo un funcionario anónimo en el norte de China citado por la revista china Caijing.
Ganancias ambientales en riesgo
En su discurso, el primer ministro Li Keqiang le pidió al país que reduzca el dióxido de azufre y el óxido de nitrógeno en un 3% y el material particulado de 2.5 en un 2% este año.
Una solución es gastar más en la limpieza. Este año se han asignado 60 mil millones de yuanes (USD $ 9 mil millones) del presupuesto central para hacer frente a la contaminación del aire, el agua y el suelo, un aumento del 48% respecto al año pasado. El ministro Li también prometió que el ministerio de Ambiente y Ecología ofrecerá ayuda tecnológica a las empresas contaminantes que buscan mejorar sus instalaciones de tratamiento de la contaminación.
Si China no puede cambiar rápidamente hacia una gestión ambiental más inteligente, corre el riesgo de perder su batalla de larga data contra el smog: entre 2013 y 2017, los niveles de material particulado de 2.5 cayeron un 40% en el área de las ciudades de Beijing y Tianjin y la vecina provincia de Hebei.
Ya hay signos preocupantes. El análisis de Reuters de los datos oficiales de monitoreo exhibió que entre octubre y febrero solo seis de las 39 ciudades en el norte de China, en el área de Beijing-Tianjin-Hebei y la llanura de Fenwei, registraron una caída de material particulado de 2.5. Los niveles promedio de contaminantes inductores de smog aumentaron en un 13%, hasta los 88 microgramos durante dicho período.
Esto se podría deber a que, desde la segunda mitad del año pasado, el gobierno central ha aumentado el gasto en aeropuertos, carreteras, puentes, líneas de ferrocarril y otras obras de infraestructura. El riesgo de este retroceso es que China regrese a su “viejo y normal” sistema de confianza en las industrias de chimeneas, hierro, acero y cemento para apuntalar su crecimiento económico.