Polución

Derrame y huída: Brasil lucha por identificar a un barco petrolero detrás de un derrame

Misterioso barco petrolero en Brasil pone en evidencia los vacíos en las regulaciones de la industria naviera global
<p>Empleados gubernamentales limpian petróleo de la playa Japaratinga en el estado brasileño de Alagoas (imagen: Léo Malafaia/China Dialogue).</p>

Empleados gubernamentales limpian petróleo de la playa Japaratinga en el estado brasileño de Alagoas (imagen: Léo Malafaia/China Dialogue).

Después de un largo día recolectando lo que parecían toneladas de petróleo crudo de una de las playas más hermosas del estado brasileño de Pernambuco, Vandecio Sebastião Santana estaba cansado y frustrado.

“Este petróleo proviene de alta mar. No desde aquí cerca”, gritó. ¿Crees que nuestro trabajo aquí en la arena es suficiente? No lo es.”

Santana es uno de los miles de voluntarios que han estado limpiando las playas de Brasil desde que misteriosos parches de petróleo comenzaron a mancharlas a fines de agosto. Han estado luchando para proteger el ecosistema, que les brinda el pescado para comer y vende, y los hermosos paisajes para atraer a los turistas. Sus manos y piernas aceitadas han aparecido en todo el país.

Un voluntario sostiene la raíz de mangle contaminada con aceite del estuario del río Massangana, estado de Pernambuco (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

Lo que en principio parecía una pequeña fuga ahora se ha convertido en uno de los desastres ambientales más graves de Brasil. Cientos de playas han sido contaminadas en 11 estados, cubriendo más de la mitad de la costa del país. Al menos 106 animales, en su mayoría tortugas marinas, han muerto.

Los investigadores han llegado a creer que el petróleo venezolano se filtró desde un barco que viajaba en aguas internacionales a cientos de kilómetros de la costa de Brasil. Pero el culpable sigue siendo esquivo.

Lagunas en la gobernanza

El desastre ha puesto de relieve el desafío de efectivizar el cumplimiento de las normas mundiales de la industria naviera en la inmensidad del océano. Los barcos con fugas han causado varias catástrofes en el mar.

En el 2002, el petrolero Prestige se hundió frente a las costas de España, causando el peor desastre ambiental que la región alguna vez haya visto. En el 2010, la plataforma de perforación offshore Deepwater Horizon explotó en el Golfo de México, causando el derrame más grande en las aguas de los Estados Unidos. El año pasado, un petrolero iraní que transportaba un millón de barriles de petróleo se estrelló contra un carguero en el Mar Oriental de China, generando temores por la supervivencia de la vida marina.

Un cangrejo atrapado en aceite en la playa de Japaratinga, estado de Alagoas (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

Si bien muchos expertos coinciden en que las leyes que rigen la industria naviera global son integrales, la aplicación se encuentra muy fragmentada. La inspección de los barcos a veces es responsabilidad de tres países separados: el estado del pabellón que registró el barco; el estado del puerto donde atraca el barco; y el estado en cuyas aguas navega el barco.

Todavía es frecuente que los propietarios de embarcaciones busquen la llamada bandera de conveniencia, lo cual significa registrar el barco en un país con regulaciones débiles. Muchos de estos países han mejorado enormemente sus inspecciones en los últimos años. Pero algunos de los países con bandera más populares, como Panamá y Grecia, tienen miles de barcos para inspeccionar, lo que puede abrumarlos.

El petrolero Castro Alves viaja a lo largo de la costa de Pernambuco, donde se vieron algunos de los primeros signos del derrame (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

“El marco de normas es bastante bueno”, dijo James Kraska, profesor de derecho marítimo internacional en la Escuela Naval de Guerra de los Estados Unidos, en Newport, Rhode Island. “Lo que no funciona es su cumplimiento. Hay algunos estados problemáticos que socavan el sistema. Y luego están las redes ilegales, las redes criminales”.

Estas redes están comúnmente involucradas en la pesca ilegal. Pero también se han convertido en una preocupación para los países que sufren sanciones comerciales y, por lo tanto, tienen más razones para hacer la vista gorda a los contrabandistas.

A menudo estas redes utilizan naves oscuras, que apagan los transpondedores para hacerse invisibles a los sistemas de monitoreo. Se los ha encontrado contrabandeando petróleo venezolano para evadir las sanciones por parte de los Estados Unidos, lo que genera preocupación entre los funcionarios brasileños de que puedan estar detrás de este desastre.

Pero esto pertenece al campo de la especulación. El origen del derrame sigue siendo un misterio. Leandra Gonçalves, investigadora del Instituto de Oceanografía de la Universidad de San Pablo, asegura que el sistema fragmentado de gobierno significa que algunos problemas, como la filtración, nunca son informados. Solucionarlo es la clave para fortalecer la red de seguridad internacional.

“Hay una brecha en la gobernanza internacional de los océanos”, dijo. “Y esta brecha debe ser cerrada”.

Deteniendo la marea negra

Santana nació y creció en Cabo do Santo Agostinho, un pequeño pueblo costero en el noreste de Brasil. A los 36 años, trabaja como maestro de remo, atendiendo a miles de turistas cada año.

“No todos han estudiado [o] tienen un trabajo aquí”, dijo. “Dependemos del turismo”.

Vandecio Sebastião Santana limpia manualmente el aceite de los manglares en el estuario del río Massangana, estado de Pernambuco (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

Cuando el equipo de China Dialogue se reunió con Santana, él había estado limpiando la playa durante 17 días. Sobre su tabla de remo, recogió el aceite utilizando cuatro pares de guantes para evitar la contaminación.

Los miles de brasileños que, como Santana, se reunieron desesperadamente para limpiar playas, en su mayoría estaban improvisando. Sin el equipo o la orientación adecuados, lucharon para limpiar gotas de petróleo crudo altamente viscoso de la arena, los manglares y las rocas.

En los dos estados que visitó China Dialogue Ocean, había docenas de puestos de pescado y restaurantes vacíos. Las ventas, dijeron los dueños de las tiendas, habían caído en un 80%.

“Los clientes piensan que los peces y mariscos están contaminados”, dijo Demétrio Melo, que trabaja en una pescadería en la ciudad de Olinda. “Ellos están asustados.”

El problema empeora porque aquí muchos pescadores viven en la pobreza y dependen del pescado que venden. Es el caso de Maria do Socorro, una mujer de 51 años que vive con su esposo y su hija en una casa de madera de 20 metros cuadrados con piso de tierra en la ciudad costera de Nova Cruz.

“Los peces están aceitados”, dijo. “Nadie los comprará”.

Todavía se desconoce la magnitud del daño al medio ambiente, pero más de 10 reservas ambientales protegidas a nivel nacional han sido envenenadas. Valmir Ramos da Silva, director de medio ambiente de la ciudad de Barreiros, Pernambuco, dejó su oficina para ayudar a los residentes a limpiar.

“Principalmente estamos preocupados por el río, el estuario”, dijo. “Este es uno de los estuarios menos contaminados de Brasil. Esto no solo afectará a la biodiversidad, sino también a los pescadores. Ese es su ingreso”.

Una barrera flotante improvisada para bloquear el petróleo que contamina el estuario de Boca da Barra, estado de Pernambuco (Image: Léo Malafaia/China Dialogue)

Desde agosto hasta finales de noviembre, el petróleo ha llegado poco a poco a más de 800 playas. En varias, los voluntarios pudieron limpiar la mayor parte del aceite tan solo para verlo aparecer nuevamente unas semanas más tarde.

Mientras Santana trabajaba sin paga bajo el sol, vio a muchos en su pueblo pasar hambre porque no podían pescar. Pero tampoco sabía que nada de lo que hicieran sería suficiente para detener la marea negra.

“Este trabajo que estamos haciendo debe ser el último”, dijo Santana. “Pero no tenemos barcos para ir a alta mar. Y no tenemos una estructura para contener el petróleo que viene”.

Frustración ante la lenta respuesta del gobierno

Los pescadores, ambientalistas y académicos se encontraban frustrados con lo que vieron como una inacción del gobierno.

Los funcionarios de las ciudades estaban desechando el petróleo recolectado de las playas en vertederos y edificios abandonados, ignorando los estándares ambientales. Los voluntarios no recibieron atención médica y no había suficiente equipo para limpiar el aceite.

Saltos llenos de arena contaminada con aceite recolectada en la playa de Boca da Barra, estado de Pernambuco (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

Muchos acusaron al gobierno del presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, de no hacer lo suficiente. Bolsonaro solo ordenó una investigación sobre el asunto el 5 de octubre, 41 días después de que comenzara este desastre.

El 18 de octubre, los fiscales federales incluso acudieron a los tribunales para obligar a la actuación del gobierno.

“El gobierno insiste en decir que todo está bien. No es así “, dijo el fiscal Ramiro Rockenback a los periodistas. “Lo que está sucediendo es muy grave”.

Misión imposible: encontrar la fuente

La fuente de un derrame de petróleo de esta magnitud parecería fácil de identificar. Es bastante fácil ver a un enorme petrolero luchando en el mar a medida que se derraman toneladas de petróleo. Las compañías generalmente lo informan, y un avión podría verlo fácilmente.

No fue así en esta oportunidad. Los investigadores creen que el derrame ocurrió aproximadamente un mes antes de llegar a la costa brasileña. Para entonces, un barco, incluso si estaba luchando, ya se habría ido.

Los satélites que nos circundan tienen una capacidad limitada para recopilar y almacenar datos. Sus imágenes no pueden capturar la superficie del mar con suficiente detalle para revelar la textura de un derrame de petróleo. Cualquier cosa menor a 500 metros cuadrados es prácticamente invisible.

Muchos, incluida la agencia nacional de protección ambiental de Brasil, dijeron que era imposible atrapar al culpable usando satélites. Pero algunos lo intentaron de todas maneras.

Leonardo Barros dirige una empresa llamada Hex, que se especializa en tecnología geoespacial. Él y su equipo se ofrecieron como voluntarios para ayudar al gobierno.

“No hay duda de que el mayor desafío es la disponibilidad de datos”, dijo Barros. “Esto hace el trabajo más complicado e incluso más innovador”.

Botas cubiertas de aceite usadas por voluntarios en la base de limpieza del gobierno en la playa de Itapuama, estado de Pernambuco (Image: Léo Malafaia/China Dialogue)

Utilizando modelos para determinar las corrientes oceánicas y los vientos, identificaron un área irregular donde el petróleo podría haberse derramado: la Corriente Ecuatorial del Sur, que proviene de África y se divide más cerca del extremo oriental de Brasil, viajando hacia el norte y el sur de la costa. Otros investigadores estuvieron de acuerdo.

Luego recogieron las imágenes de satélites pertenecientes a la NASA y la Agencia Espacial Europea, y las procesaron. Aproximadamente a 700 km de la costa de Brasil, observaron una indicación de una mancha de más de 200 km de largo y un barco al cual no pudieron identificar.

Luego recopilaron datos de la ubicación de los barcos, utilizando el sistema de identificación automática, que rastrea todos los barcos que han activado sus transpondedores, tal como están obligados a hacerlo. Hex pudo encontrar cuatro barcos en el área en el momento en que pensaron que ocurrió el derrame. Solo uno transportaba petróleo venezolano: el Bouboulina de bandera griega.

El informe de Hex fue la base de una investigación de la policía federal a principios de noviembre que fijó al Bouboulina como el principal sospechoso. Pero la compañía griega que lo poseía, Delta Tankers, negó rotundamente que se hubiera filtrado petróleo de su barco.

Un turista intenta quitar el aceite de su pie en la playa de Japaratinga, estado de Alagoas (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

La semana pasada, Pedro Binelli, un representante de la agencia de protección ambiental de Brasil, Ibama, le dijo al Congreso que su equipo cree que la mancha detectada por Hex no era más que clorofila, un pigmento verde que indica la concentración de organismos microscópicos llamados fitoplancton en el agua.

Los investigadores, dijo Binelli, ahora estaban buscando al culpable aún más lejos, más cerca de África.
“Mientras más tiempo pasa, más difícil es encontrar el origen de las manchas de aceite”, dijo al sitio web de noticias G1.

Otros investigadores, que han trabajado de forma independiente, idearon otras teorías. En la Universidad Federal de Alagoas, un profesor señaló un barco llamado Voyager 1. La ONG estadounidense Skytruth miró sospechosamente a un barco llamado The Amigos. Ambos dieron marcha atrás sobre sus descubrimientos iniciales días después.

Barros explicó que el informe de su compañía era solo un elemento para ayudar a la investigación, y que un barco oscuro también podría haber sido el culpable.

“En ese período de tiempo, en ese lugar … había cuatro buques”, dijo. “¿Eso elimina la posibilidad de que también pueda haber un barco no identificado? No.”

¿Quién paga por la contaminación?

La investigación parece estancada. Pero existen mecanismos para proteger a los estados miembros de algunas convenciones internacionales contra los derrames de petróleo, incluso cuando se desconoce la fuente.

Uno de ellos, que establece el Fondo Internacional de Compensación por Contaminación Petrolera, garantiza el pago de daños a los países que sufren derrames si la compañía naviera responsable no puede pagar, o la víctima no puede encontrar el barco culpable.

Pero Brasil nunca ratificó esta convención, lo que significa que si no encuentra el barco responsable, no recibirá una compensación.

Brasil carece de un sistema de monitoreo sólido para sus mares. En la armada brasileña, muchos funcionarios acordaron que Brasil debería haber hecho un mejor trabajo para protegerse, pero eso habría costado miles de millones.
¿De quién es la culpa? ¿Qué falló? Brasil es víctima de un asalto”, dijo un funcionario, pidiendo que no se revelara su nombre. “Esto podría sucederle a cualquier país”.

Más allá de la jurisdicción nacional

Si bien los pescadores y los residentes de cientos de ciudades playeras de Brasil sienten los efectos del derrame, los ambientalistas aún luchan por medir su impacto.

“No podemos estimar el impacto sin conocer la ubicación y la cantidad de petróleo derramado”, dijo Thiago Almeida, quien encabeza la campaña de clima y energía de Greenpeace en Brasil.

A pesar del esfuerzo de limpieza, siguen apareciendo parches de petróleo en la costa del estado de Alagoas (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

Almeida explicó que los ecosistemas costeros eran los más vulnerables, ya que almacenan la mayoría de los viveros de la vida marina. Pero la vida en alta mar también ha sido dañada.

Allí, nadie puede reclamar una indemnización. La alta mar se encuentra más allá de la jurisdicción de cualquier país. Cubre más de la mitad del planeta y alberga el 90% de la vida marina.

Los países están negociando más protecciones para la alta mar, a través de un tratado de la ONU que protegería la diversidad biológica marina de áreas más allá de la jurisdicción nacional, el BBNJ.

Entre otras cosas, un tratado podría aumentar el número de santuarios en alta mar; Actualmente solo el 1% está protegido. También podría crear un marco para las evaluaciones de impacto ambiental en aguas internacionales.

Aunque el mundo finalmente parece estar listo para hablar sobre el océano, el daño a alta mar en gran medida está ausente de la discusión sobre el derrame en Brasil. Eso no significa que no afectará a los humanos por mucho tiempo.

Manchas de aceite manchan los pies de un voluntario que ayuda a limpiar el petróleo cerca de la playa de Suape, estado de Pernambuco. (Imagen: Léo Malafaia/China Dialogue)

“El aceite es extremadamente tóxico y cancerígeno”, dijo Almeida. “Se disuelve lentamente y, como lo hace, es ingerido por criaturas marinas, subiendo por la cadena alimentaria”.

Mientras tanto, Santana continúa limpiando su playa. Informó haber visto llegar un nuevo lote de petróleo al Cabo de Santo Agostinho solo dos semanas después de que China Dialogue Ocean visitara la ciudad.

Los residentes, dijo, estaban pescando nuevamente, incluso cuando los científicos advirtieron que el pescado podría estar envenenado.

“La gente está pescando y comiendo pescado”, dijo. “No son expertos. No lo quieren creer “.