El 15 de diciembre, los residentes de Beijing estaban disfrutando de un día de invierno excepcionalmente claro, cuando comenzaron a recibir mensajes de texto advirtiendo sobre posibilidad de una pesada niebla para los próximos cinco días. Se les comunicó que la mitad de los autos de la ciudad iban a ser retirados de las calles y las escuelas considerarían su cierre.
Cuando en Beijing el cielo todavía estaba azul, esta fue la primera vez que se emitió una alerta roja anticipada. La advertencia marcó un claro contraste con el invierno anterior, una estación en la cual las grandes ciudades del norte de China alimentan las centrales eléctricas con carbón para satisfacer la creciente demanda de calefacción, generando así mayores niveles de smog. A finales de noviembre de 2015, Beijing padeció cinco días de fuerte contaminación atmosférica, con niveles de PM2.5 tan altos que se encontraban por fuera de la escala. Sin embargo, sólo se había emitido la alerta ámbar.
Bajo las disposiciones de aquel momento, la principal diferencia entre las alertas rojas y ámbar era que a la mitad de los autos de Pekín se les prohibía su circulación sólo bajo la alerta roja. Dada la gravedad de la contaminación atmosférica, el hecho de no haber emitido la alerta roja provocó cuestionamientos furiosos y críticas por parte de los residentes de la ciudad. Incluso medios estatales como Xinhua se quejaron.
Entonces, ¿qué llevó a una respuesta más rápida?
El Ministerio de Protección Ambiental interviene
La crítica más destacada del 2015 provino del Ministerio de Protección Ambiental (MPA). El 5 de diciembre de 2015, mientras una nube de smog empezaba a cubrir la ciudad, el MPA emitió una infrecuente crítica de Beijing y otros gobiernos locales a los cuales amablemente instruyeron de «evaluar concienzudamente sus esfuerzos recientes para combatir la severa contaminación del aire y cualquier insuficiencia, y reforzar su trabajo en torno a las alertas de contaminación atmosférica».
El ministro de Protección Ambiental, Chen Jining, señaló incluso que «los principales líderes» estaban vigilando el proceso. La forma en la cual Beijing utilizaba el sistema de alerta era ahora un tema de preocupación tanto para los residentes de la ciudad como para los más altos líderes de China.
Bajo presión tanto de los de arriba como los de abajo, Beijing emitió su primera alerta roja el 7 de diciembre de 2015. La vacilación de las autoridades de Beijing fue comprensible ya que las restricciones resultantes de una alerta roja causan problemáticas significativas. En particular, la alerta conduce a un fuerte aumento en el trabajo de los departamentos gubernamentales, como el transporte y la educación. Dada la incertidumbre en los pronósticos referentes a la contaminación, los gobiernos locales se encuentran atravesados por la tentación de cruzar los dedos y esperar, o emitir una alerta de nivel inferior, mientras esperan un día ventoso.
El MPA debe haberlo notado porque emitió un conjunto de reformas específicas en el sistema de alertas. Por ejemplo, dado que los gobiernos locales tenían diferentes capacidades de pronóstico cuando se esperaba el smog, el MPA comenzó a emitir «notas de alerta» unificadas pidiendo a los gobiernos locales que emitan alertas en línea con el límite máximo del pronóstico (en el peor de los casos) y reducir las fuentes de contaminación. Esto redujo considerablemente la incertidumbre en el manejo de los datos de pronóstico y constituyó una decisión más firme.
Coordinación regional
La contaminación atmosférica es un problema regional, pero la falta de coordinación regional ha dejado a las autoridades en un estado de vacilación a la hora de actuar ya que los jefes de gobierno locales estaban preocupados ante la posibilidad de que las áreas vecinas no tomaran las medidas que habían sido dispuestas. Esto dejaría a algunas áreas afrontando los costos de la alerta pero sin ninguna garantía de aire más limpio.
Para resolver esta situación, en el mes de febrero el MPA dispuso un ensayo estándar combinado para alertas de contaminación a través de la región de Beijing-Tianjin-Hebei y en julio se emitió un documento exigiendo que 10 ciudades de esa región y en las cercanas Henan y Shandong se lleven a cabo acciones conjuntas en lugar tomar una postura expectante tal como habían hecho otros. Durante la grave contaminación del 10 -12 de diciembre, 42 ciudades emitieron alertas en línea con las «notas de alerta» del MPA, determinando así el inicio de una acción regional.
Fuerte acción en alertas
Después de las críticas del año pasado, Beijing emitió una nueva revisión para el sistema de alertas en noviembre. Luego se continuó con una revisión en el 2015, sugiriendo que los jefes de la ciudad se estaban tomando el tema con seriedad. El cambio más importante para este año es que habrá una prohibición total de circulación para una mayor cantidad de vehículos durante las alertas rojas y ámbar. Estos vehículos suelen tener más de 10 años de antigüedad y no cumplen con las normas de las emisiones recientes. Todavía existen 900.000 vehículos de este tipo en Beijing. Durante los períodos de alerta, estos vehículos ni siquiera califican para el sistema «par-impar», el cual reduce el uso de automóviles a la mitad.
La decisión de Beijing de tomar medidas más duras es comprensible. En 2013, el Consejo de Estado le ordenó a Beijing que lograra importantes mejoras en la calidad del aire para el año 2017, pidiendo que la concentración promedio de PM2.5 disminuya a 60 microgramos por metro cúbico. Aunque se ha realizado algún progreso, la concentración promedio en 2015 fue de 80 microgramos por metro cúbico. Alcanzar el objetivo 2017 será un enorme desafío.
Sin embargo, los cambios en las alertas de contaminación de China exhiben que la presión pública está ayudando a modernizar la gobernabilidad ambiental de China. La pregunta ahora es si esto será suficiente para lograr mejoras sostenidas en la calidad del aire.