Este jueves 23 de junio, el presidente de China, Xi Jinping, inauguró la Cumbre de los BRICS de 2022, en la que los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se reúnen en un encuentro virtual para “fomentar una asociación de alta calidad de los BRICS” y “dar paso a una nueva era para el desarrollo global.”
Con el inevitable telón de fondo de la invasión rusa a Ucrania, la guerra está, como era de esperar, fuera de la agenda de la cumbre, para decepción de muchos observadores occidentales. No obstante, la cumbre de los BRICS representa una excelente oportunidad para ampliar el debate en torno a temas como la cooperación energética y las infraestructuras.
Como muestran los últimos informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la triple crisis planetaria -cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación- se está intensificando. La energía es un aspecto clave de esta crisis: a nivel mundial, el sector energético representa dos tercios del total de las emisiones de gases de efecto invernadero, que impulsan el calentamiento global y los cambios medioambientales.
¿Sabías que...?
En conjunto, los países del bloque BRICS representan aproximadamente el 40% del consumo mundial de energía.
Sin embargo, la energía no es sólo un problema, sino también una parte central de la solución para afrontar esta crisis. Cada vez más países están adoptando políticas para fomentar la transición de los combustibles fósiles a las fuentes renovables, ayudando a mitigar el cambio climático y a aprovechar las nuevas oportunidades de desarrollo sostenible. Pero es necesaria una mayor coordinación y cooperación entre los principales actores, especialmente los BRICS.
Los BRICS están en una posición única para impulsar la cooperación en materia de energía verde y políticas relacionadas. No sólo son actores clave en el carbón, el petróleo, el gas y la energía nuclear, sino que también tienen la masa crítica para apoyar al mundo en desarrollo a hacer un uso más eficiente y justo de la energía. Los países del bloque BRICS cuentan con casi 3.210 millones de personas y son responsables de aproximadamente el 40% del consumo energético mundial, lo que significa que no hay transición energética sin ellos.
Como proveedores de apoyo mutuo internacional, especialmente de cooperación Sur-Sur, ayudan a dar forma a las prácticas y normas en todo el mundo en desarrollo. Pero el desarrollo de las energías renovables en algunos de estos países se ha desacelerado, y se necesitan esfuerzos conjuntos para ampliar, innovar y promover las mejores prácticas.
Los BRICS deberían anticiparse a las consecuencias negativas o no deseadas de las transiciones energéticas en los países en desarrollo, e incorporar enfoques de prevención
Durante las negociaciones internacionales sobre el clima, los BRICS han subrayado que no hay una solución única para todos. Han establecido marcos para cooperar en el desarrollo de la energía, por ejemplo mediante el memorando de entendimiento en materia de ahorro y eficiencia energética, firmado en 2015. También han promovido reuniones de sus ministros de energía y otros funcionarios de alto nivel del sector. Además, la Plataforma de Investigación Energética de los BRICS, creada en 2018, reúne a expertos, empresas e institutos para coordinar los intereses comunes de los BRICS en materia de investigación y desarrollo de tecnologías y políticas innovadoras.
La transición energética recibe cada vez más atención en las declaraciones publicadas al final de las cumbres anuales. La Declaración de Moscú de la 12ª Cumbre de los BRICS, celebrada en 2020, señala una hoja de ruta para la cooperación energética hasta 2025. Este documento establecía la publicación del Informe anual de Energía de los BRICS y la institucionalización de la Plataforma de Cooperación en Investigación Energética de los BRICS, que tuvo su primera reunión en 2021. Además, los actores de los sectores empresariales y financieros, así como de la sociedad civil de todos los países, están cada vez más comprometidos con los esfuerzos en materia de energías renovables.
- En primer lugar, se debería ampliar la cooperación científica, tecnológica y técnica en el desarrollo de las energías renovables, incluidas las alternativas emergentes, como el hidrógeno verde. También debería centrarse en la mejora de la eficiencia de los sistemas energéticos de los Estados BRICS, y en invertir en la transformación digital del sector de los servicios energéticos de manera que permita una transición justa. Esto debería ir acompañado del correspondiente desarrollo de capacidades.
- En segundo lugar, los BRICS son históricamente relevantes defensores de las políticas industriales y, por lo tanto, actores clave en los florecientes debates sobre la “política industrial verde”, que acelera el crecimiento de las industrias verdes hacia una economía baja en carbono. A través de un mayor intercambio sobre cómo diseñar e implementar una transformación estructural sostenible, la coalición puede impulsar una economía verde mientras su población se ve beneficiada, especialmente la de las ciudades y la periferia.
- En tercer lugar, los BRICS deberían aprovechar la oportunidad de cooperar en infraestructuras de energía verde, por ejemplo en su generación, transmisión, almacenamiento y distribución. El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) está bien preparado para tomar la iniciativa en este sentido, pero se necesitan criterios y flujos de financiación más claros. También debería mejorarse la eficiencia energética en la agricultura, ya que la “agricultura climáticamente inteligente” es especialmente prometedora para la seguridad alimentaria.
- Y en cuarto lugar, aunque la responsabilidad de la financiación de la transición energética suele recaer en los países industrializados -que ya se han quedado atrás en sus compromisos-, los BRICS podrían cooperar más en la financiación de las transiciones energéticas en el mundo en desarrollo, especialmente a través de la cooperación regional y Sur-Sur. Esto puede lograrse no sólo a través de sus instituciones nacionales, como los bancos y agencias de desarrollo, sino también de forma conjunta, a través del NDB y el Acuerdo de Reserva de Contingencia, incorporando mecanismos financieros que podrían impulsar la transición energética.
Al igual que en otras áreas de cooperación, las iniciativas de cooperación de los BRICS en materia de energía verde deberían estar impulsadas por la demanda, ser beneficiosas para todos y estar basadas en pruebas. Sin embargo, esta cooperación debería llevarse a cabo de forma que se eviten o minimicen los resultados negativos, como los desplazamientos de población. Los BRICS deberían tratar de anticiparse a las consecuencias negativas o no deseadas de las transiciones energéticas en los países en desarrollo, e incorporar enfoques de prevención para ello.
Al mejorar la cooperación de los BRICS en materia de energía, sería posible sentar las bases de una transición justa y, más ampliamente, reforzar el papel de estos países en la agenda energética mundial. Un cambio hacia la energía renovable, al tiempo que se promueve la justicia social dentro de los países y entre ellos, y la creación de empleos verdes a través de una producción y un consumo de energía más sostenibles, impulsará, en lugar de restarle importancia, los objetivos de desarrollo fundamentales expuestos en las declaraciones de los BRICS.