Sólo habían pasado diez días desde que el nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera, había asumido su cargo cuando éste recibió en el salón de audiencias del Palacio de La Moneda a Jin Liqun, presidente del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB, por su sigla en inglés). Había en ello una señal de continuidad de las estrategias de acercamiento de Chile al Asia, y en especial a China, área clave en el comercio exterior de Chile. Antes, en mayo 2017, la presidenta Michelle Bachelet había ratificado en la sede del banco en Beijing el interés chileno por ser miembro de la entidad. Ahora el nuevo Jefe de Estado le recibía en el Palacio de La Moneda para seguir avanzando en esa relación.
Durante el encuentro Jin Liqun explicó los propósitos de mediano y largo plazo del AIIB. Señaló la prioridad que en sus planes tiene la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la cual busca crear nuevos vínculos entre Asia, Europa y el norte de África en el siglo XXI. Pero remarcó como otro de los objetivos claves fomentar la cooperación económica con los estados emergentes y entregar mayor protagonismo a los países del sur. A mediados de 2017, de los 100 mil millones de dólares que constituían su capital, se estima destinar un 75 por ciento a países de la región Asia Pacífico y el resto a países no regionales, pero que provean de algún tipo de insumos a la ruta.
¿Puede entrar Chile en ese escenario cuando se encuentra al otro lado del mundo? La respuesta está ligada a las necesidades de China y los países del sudeste asiático, que pueden ser satisfechas desde esta región. Están los recursos minerales, como el cobre de Chile, pero también están los productos agrícolas y aquellos que desde Argentina, Paraguay o Brasil requieren llegar al Pacífico para alcanzar los mercados asiáticos. Y eso reclama nuevas carreteras, túneles para cruzar la cordillera, puertos modernos, aeropuertos con áreas de carga amplias y eficientes. Como también exige tener redes digitales y capacidades de procesamiento donde la inteligencia artificial jugará un peso importante. Todo ello, además cruzado, por nuevas demandas de energía, donde los recursos alternativos se hacen cada vez más necesarios.
El AIIB tendrá que construir esa relación de confianza paso a paso o, por decirlo así, proyecto a proyecto.
“Chile es un país que ha sido invitado a ser miembro del banco, y el Congreso tendrá que ratificar si somos parte del banco, pero efectivamente podría ser una fuente de financiamiento atractiva para los proyectos de infraestructura que tiene Chile, sobre todo proyectos de gran escala y que unan el comercio entre Chile y Asia”, señaló el Ministro de Economía, José Ramón Valente, al término del encuentro. En la cita también participaron el Ministro de Hacienda, Felipe Larraín y el director general de Relaciones Económicas Internacionales, Rodrigo Yáñez. Se espera que antes del término de este año el parlamento chileno se haya pronunciado sobre el tema.
El Banco puede efectuar sus operaciones concediendo préstamos directos, invirtiendo en participaciones en el capital de instituciones o empresas, avalando préstamos para el desarrollo económico, asignando fondos especiales, prestando asistencia técnica, o con otros tipos de financiación que determine la Junta de Gobernadores.
Con todo, es evidente que en la política local, no existe una percepción sobre el AIIB como una fuente a la cual cabría recurrir prioritariamente para esos proyectos mayores. Aún falta mucho por recorrer en el ámbito de las confianzas, el conocimiento de los métodos, las condiciones específicas del otorgamiento de los créditos y todo aquello que en el pasado han hecho del Banco Interamericano de Desarrollo o de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, fuentes cercanas y conocidas. El AIIB tendrá que construir esa relación de confianza paso a paso o, por decirlo así, proyecto a proyecto.
Con todo, en el marco político se avanza y el II Foro CELAC-China, realizado en Chile, precisamente, dio pié a reconocer el potencial de China como nueva fuente de financiamiento en proyectos mayores. La Declaración Especial sobre la Franja y la Ruta, algo que la diplomacia china no esperaba en principio, dejó constancia de que los países latinoamericanos y del Caribe “acogieron con interés la presentación del Canciller de China sobre la iniciativa de la Franja y la Ruta para profundizar la cooperación entre los países de América Latina y el Caribe y China en los sectores económico, comercial, inversiones, cultural y turismo, entre otros ámbitos”. El ministro Wang Yi usó muchas veces la palabra cooperación y remarcó que “China está dispuesta a seguir tomándolos como socios prioritarios e importantes”, con la construcción conjunta de la Franja y la Ruta como meta del desarrollo compartido.
Proyectos como el paso de Aguas Negras (uniendo a Chile y Argentina por el norte), el tren de alta velocidad Santiago-Valparaíso, la instalación de un cable submarino de fibra óptica entre China y la costa de Chile, las ampliaciones del puerto de San Antonio o el Corredor Bioceánico entre el Pacífico y el Atlántico por vía Chile, Argentina, Paraguay, Brasil son temas concretos en el horizonte del diálogo de Chile con China. Por ahora, no han sido planteados al AIIB, pero llegado el momento la entidad puede pasar a ser esa fuente de financiamiento atractiva de que habló el ministro Valente. Naturalmente, son temas que seguramente estarán en los futuros encuentros del presidente Piñera con el mandatario chino: ambos coincidirán en la cita del G20 en Buenos Aires y, por cierto, en la APEC 2019 en Chile.