Jair Bolsonaro es el primer presidente brasileño en adoptar una retórica severa hacia China, a menudo calificando las inversiones chinas en Brasil como una amenaza para la seguridad nacional y la soberanía económica. A pesar de ello, durante su primer año en el cargo, estableció una relación pragmática con Beijing, incluidas reuniones con Xi Jinping y un exitoso viaje a China.
El riesgo de este enfoque fue arriesgar su prioridad en política exterior basada en la búsqueda de un alineamiento con los Estados Unidos, mientras Donald Trump libraba una guerra comercial contra China. Estas tensiones latentes explotaron en las controversias en torno al estallido de la pandemia del coronavirus, con Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del presidente, en una pelea en Twitter con el embajador chino en Brasil.
Bolsonaro Jr. y el juego de las culpas sobre el coronavirus
Eduardo es el congresista más votado en la historia de Brasil y el vocero de política exterior de su familia. En el 2019, su padre intentó, sin éxito, nominarlo como embajador de Brasil en Washington. Eduardo admira tanto a Trump que incluso fue fotografiado con su gorra de campaña “Haz grande a América de nuevo”. Su reciente discurso anti-China hace eco de las declaraciones de Trump que culpan al país por la pandemia, nombrándolo como “el virus chino”. Tanto en Brasil como en los Estados Unidos, constituye un intento de desviar la responsabilidad ante los fracasos en el tratamiento de la epidemia.
La prensa brasileña informó que Xi Jinping se negó a recibir una llamada telefónica del presidente Bolsonaro.
Es dudoso que este tipo de juego de culpas funcione en cualquier lugar cuando la pandemia está matando a cientos de personas diariamente. Pero en Brasil constituye una estrategia aún peor, como aprendió rápidamente Eduardo Bolsonaro. Brasil no es una superpotencia y en gran medida depende del mercado chino, que es el destino de aproximadamente el 30% de sus exportaciones. Sectores clave de la economía brasileña, como los agronegocios, la minería y el petróleo, tienen a China como su principal socio comercial y cada vez más se constituye en un inversor crucial.
Los trinos de Bolsonaro Jr. responsabilizando a China por el virus provocaron una fuerte reacción del embajador chino en Brasil, quien lo criticó públicamente en la misma plataforma de redes sociales. Yang Wangming había llegado a Brasilia durante el primer mes de la administración de Bolsonaro. En seis meses logró hablar portugués lo suficientemente bien como para dar discursos. Ha sido muy activo en la diplomacia pública y es el primer diplomático chino en Brasil en desarrollar un gran número de seguidores en Twitter, principalmente debido a sus críticas al hijo de Bolsonaro y sus publicaciones sobre cómo China está luchando contra el coronavirus.
El establishment político de Brasil reaccionó rápidamente y apoyó al embajador. Los presidentes de la Cámara de Representantes del país y el Senado, los líderes empresariales y los principales medios de comunicación rechazaron las declaraciones de Eduardo Bolsonaro, destacando la locura de pelear con el mayor socio comercial de Brasil mientras el país está al borde de un retorno a la depresión económica a causa de esta pandemia. Incluso el vicepresidente, el general Hamilton Mourão, dijo que Eduardo no habló en nombre del gobierno y solo estaba recibiendo atención por ser el hijo del presidente.
Bolsonaro y China: una historia de desconfianza
Esta no es la primera vez que el clan Bolsonaro tiene una disputa diplomática con el embajador chino. En el 2018, antes de la campaña oficial para la presidencia, Jair Bolsonaro fue a Taiwán, donde pronunció un discurso llamando a la isla un “país”, aunque Brasil no lo reconoce como un estado soberano. Los diplomáticos chinos en Brasil enviaron una carta a todos los miembros del congreso criticando el viaje y declarando la importancia de la “política de una sola China” que Brasilia ha seguido desde 1974, considerando a Beijing como el único gobierno representativo del pueblo chino.
1974
El año en el cual China y Brasil establecieron relaciones diplomáticas formales
A pesar de una postura pragmática en las relaciones entre Brasil y China durante el primer año de la administración de Bolsonaro, las sospechas de Beijing nunca desaparecieron por completo. La principal razón se sustenta en el temor de que el acercamiento del presidente con Trump pueda generar problemas con sus empresas, como la posibilidad de un veto brasileño contra Huawei en la licitación por la infraestructura de Internet 5G o impedirle a State Grid comprar la compañía eléctrica estatal Eletrobras en cualquier eventual privatización de la firma.
Beijing apoyó a su embajador en la polémica con Eduardo Bolsonaro, y siguió exigiendo una disculpa por parte del congresista. La prensa brasileña informó que Xi Jinping se negó a recibir una llamada telefónica del presidente Bolsonaro. Pero el martes, los dos líderes hablaron, según el periódico brasileño O Globo, aunque no se sabe si se aceptó una disculpa de Bolsonaro.
Estas son señales de que China sabe lo que está en juego para Brasil en la próxima crisis, y que ejercerá una mayor presión sobre el país en la compleja relación triangular entre Brasil, China y Estados Unidos. El coronavirus está desafiando la reelección de Trump y creando una tormenta política para Bolsonaro, sobre quien no está claro si terminará su mandato.
Además, ataques como el de Bolsonaro sobre China debido al brote de coronavirus reabrieron heridas profundas de la historia del país. Durante el período que los chinos llaman “el siglo de las humillaciones” (1839-1949), las potencias occidentales imperiales adoptaron opiniones negativas sobre la salud y la higiene de los chinos, frecuentemente considerándolos como enfermos y débiles.
Algunas de estas viejas cicatrices aún son visibles en el marco del debate sobre la actual pandemia, que también se está convirtiendo en parte de un patrón más amplio de disputas chino-estadounidenses sobre el liderazgo global. Beijing está tratando de desviar la culpa del brote y presentar su respuesta como un modelo para otros países, apoyándolos con cooperación internacional, médicos y suministros sanitarios. Bajo la amenaza de una grave escasez en su sistema de salud, para Brasil sería muy prudente abrir la puerta.
Este artículo fue publicado originalmente por The Brazilian Report y es republicado aquí bajo el correspondiente permiso.