Atravesando a Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, el Gran Chaco contiene al segundo bosque más grande de América del Sur luego del Amazonas. Es una región rica en biodiversidad y también relevante en producción de soja y carne vacuna, cuya expansión ha impulsado una creciente deforestación en las últimas décadas.
Tropical Forest Alliance (TFA, por sus siglas en inglés), una alianza de gobiernos, empresas y sociedad civil, presentó un nuevo programa enfocado en el Gran Chaco, a partir del cual buscará trabajar con todos los involucrados en la cadena de producción de soja y carne para impulsar mayores criterios de sostenibilidad, como la trazabilidad.
El programa ya comenzó con acciones en Argentina y Paraguay, en donde se identificaron a los actores principales de la cadena y a los programas sectoriales ya en marcha, como las mesas de carne sustentable. Ahora, el desafío será crear una estrategia en común, con metas específicas para el corto y mediano plazo.
“Trabajamos con el objetivo común de mejorar las condiciones de sostenibilidad y disminuir o erradicar la deforestación asociada a la producción. De una forma que no sea onerosa, que no tenga un costo social y que no afecte al desarrollo económico del país”, sostuvo Fabiola Zerbini, la directora para América Latina de TFA.
Para Zerbini, la mejora en los estándares de producción de soja y carne es una decisión no sólo ambiental sino también comercial. Los criterios ambientales cada vez más rigurosos de destinos de exportación como China y la Unión Europea son un punto de tensión para los productores, sostiene, que necesitan de apoyo para lograr una transición.
Es por ello que TFA buscará, al igual que en sus otros programas en América Latina, traccionar el financiamiento que los productores necesiten. Para Zerbini, la sostenibilidad del sector tiene que ser financiada, planeada, progresiva e inteligente. “Hay que compartir el costo. Un programa de trazabilidad cuesta dinero”, agrega.
Gran Chaco: Nueva región, misma visión
TFA llegó a América Latina hace cinco años, luego de haber trabajado en China, África y el sudeste asiático. Sus primeros pasos en la región fueron en Brasil, para luego expandirse a Colombia y Perú. En cada país, se construyeron metas y planes comunes al territorio, con el objetivo de generar un desarrollo sostenible acompañado de recursos.
En Colombia, TFA impulsó la firma de dos acuerdos público-privados entre actores nacionales y globales de las cadenas de la palma y el cacao, mientras que en Brasil se establecieron planes para frenar la deforestación en los estados de Pará y Mato Grosso. En Perú se está trabajando actualmente en una coalición por el café y el cacao.
25%
Se estima que una cuarta parte del Gran Chaco en Argentina ha sido deforestada para la agricultura, especialmente en los últimos 20 años, una situación tan crítica como la experimentada por el Amazonas.
Con el cacao, por ejemplo, se han impulsado los llamados “Diálogos del Cacao” en Colombia, Perú y Brasil con actores del sector público y privado, con el objetivo de construir una marca de cacao sostenible que pague un precio diferencial a los productores.
“Estamos en momentos de discutir un nuevo paradigma de relaciones globales donde la cuestión ambiental es central. Esto nos demanda cambios en la producción. Tenemos en América Latina capital político, tecnológico y social de cómo hacer agricultura y conservación. Sabemos cómo hacerlo. Falta quien paga”, sostuvo Zerbini.
Zerbini viajó a Paraguay y a Argentina, donde se reunió con decenas de productores agropecuarios, que describió como “empoderados política y económicamente”. Si bien el enfoque top-down puede haber servido años atrás, con políticas impuestas y no consensuadas por gobiernos, hoy no tiene sentido, agregó.
“Los ganaderos debemos conocer la sostenibilidad. No somos sólo criadores de ganado, sino también productores de alimentos. Y estos deben ser creados de manera sostenible”, sostuvo Carlos Pedretti, propietario de la empresa ganadera Alborada en Paraguay. “Me interesa entender todo esto y ayudar con mi esfuerzo y el de mi empresa”.
Gustavo Idigoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), sostuvo que la pandemia del Covid-19 generó un cambio disruptivo en la manera de pensar la producción de alimentos. “Estamos viendo una transformación del sector, basado en criterios ambientales y la economía circular”, agregó.
Las comunidades y la biodiversidad de la región
Cerca de cuatro millones de personas viven en el Gran Chaco, 8% de los cuales pertenecen a comunidades indígenas que dependen de la biodiversidad de la región. Hay más de 3,400 especies de plantas, 500 de aves, 150 de mamíferos y 220 de reptiles y anfibios que viven a lo largo del millón de kilómetros cuadrados del Gran Chaco.
Se estima que 25% del Gran Chaco en Argentina ha sido deforestado para la agricultura, especialmente en los últimos 20 años, una situación tan crítica como la experimentada por el Amazonas. Organizaciones ambientales temen que la demanda alimentaria presione para expandir todavía más la frontera agropecuaria en los próximos años.
El productor argentino tiene que ver al chaco como una oportunidad y no como un problema. Tenemos que tener números, líneas de base, y para eso falta mucho. Hace falta una visión común
“El productor argentino tiene que ver al chaco como una oportunidad y no como un problema. Tenemos que tener números, líneas de base, y para eso falta mucho. Hace falta una visión común y con eso crear algo nuevo o apoyar lo que ya existe”, sostiene Daniel Kazimierski, asesor de TFA para el programa Chaco en Argentina.
Al igual que TFA, otras organizaciones también han puesto el foco en el Gran Chaco en los últimos años, como The Nature Conservancy y WWF. Por su parte, el sector ha impulsado compromisos propios, como el Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN) para que el sector agropecuario neutralice su huella de gases de efecto invernadero.
La reciente COP26 de cambio climático también tuvo al Gran Chaco como un tema de relevancia. Un grupo de instituciones financieras y empresas agroalimentarias como Syngenta anunciaron un compromiso de 3 mil millones de dólares para apoyar la producción de soja y carne libre de deforestación en el Chaco, el Cerrado y la Amazonía.
“Nos alienta ver cómo los productores e instituciones de la región del Chaco se comprometen a innovar y diseñar soluciones de base local que contribuyan a adoptar la sostenibilidad en sus sistemas productivos. TFA está dispuesta a contribuir sirviendo de plataforma catalizadora”, Felipe Carazo, jefe de participación del sector público en TFA, sostuvo.