En los últimos diez años, Ecuador le apostó a construir ocho proyectos hidroeléctricos que buscan dotar al país de suficiente energía para dejar en el pasado los frecuentes apagones, dinamizar su sector productivo e, incluso, exportar el excedente a los países vecinos.
En total, esas ocho centrales de generación eléctrica anunciadas por el entonces presidente Rafael Correa costaban unos US $6.000 millones y debían estar listas a más tardar en el 2016, según información mostrada por Correa mismo en televisión en marzo de 2015. El plan maestro estuvo a cargo del entonces Ministro de Sectores Estratégicos, Jorge Glas, quien después se convertiría en su vicepresidente y hace poco fue condenado por asociación ilícita, en el marco del escándalo de corrupción de la multinacional brasilera Odebrecht.
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trabajadores han muerto durante la construcción de represas en Ecuador en los últimos 10 años
No obstante, solo Manduriacu –construida por Odebrecht bajo la sombra de un sobreprecio, según la Contraloría- fue inaugurada en el 2015. Los otros siete proyectos hidroeléctricos –que han estado a cargo parcial o totalmente de empresas contratistas chinas- han incumplido las fechas de entrega a causa de problemas de ingeniería y ambientales, accidentes que han provocado la muerte de unos 26 obreros (entre ecuatorianos y chinos), litigios y otros inconvenientes.
Ecuador apostó al sector hídrico para generar su propia energía, así como un excedente para vender a países vecinos. Los daños, demoras operacionales y accidentes han comprometido, sin embargo, la capacidad del país de pagar a los prestamistas chinos que financiaron la construcción de estos proyectos.
Coca Codo Sinclair es un obstáculo inmenso para alcanzar una verdadera matriz energética limpia en el Ecuador
Hoy solo cuatro de esos siete proyectos están funcionando. Operan casi a su capacidad instalada, alcanzando una producción global de unos 2.422 megavatios (MW), según los registros de la Agencia de Regulación y Control de Electricidad (Arconel) estatal.
Las represas en obra
Estas hidroeléctricas buscan transformar la matriz eléctrica del Ecuador, que hasta ahora ha dependido sobre todo de termoeléctricas que funcionan a base de carbón.
Su apuesta por la energía hídrica, que ha aumentado 35 puntos porcentuales con estos proyectos, debería permitir al país reducir significativamente sus emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático y cumplir así con sus compromisos en el marco del Acuerdo de París.
Coca Codo Sinclair (CCS), la hidroeléctrica más grande del Ecuador que debía empezar sus operaciones en 2012, registró problemas de financiamiento, huelgas de trabajadores que exigían mejores condiciones laborales a la contratista estatal china Sinohydro y accidentes como el derrumbe de una tubería que cobró la vida de 14 obreros en diciembre del 2014. Esta central –inaugurada finalmente a inicios del 2016- presenta hoy fisuras en los distribuidores del agua, producidos por la utilización de materiales no idóneos, según un informe de la Contraloría nacional.
De acuerdo a la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), los trabajos de reparación en CCS durarán un año aproximadamente y los gastos correrán por cuenta de la contratista. “Ecuador no recibirá definitivamente la central mientras no se hayan realizado todos los trabajos que permitan que Coca Codo Sinclair opere con normalidad”, señaló la Celec en un correo electrónico a Diálogo Chino.
En el caso del proyecto Mazar Dudas, de las tres centrales que lo integran solo Alazán está funcionando. En 2015, la Celec terminó unilateralmente el contrato de construcción con la empresa China National Electric Engineering Company por incumplimientos.
en el momento en que entra con la maquinaria de las perforaciones se encuentra con la realidad que tiene la roca
Según los datos más recientes en el sitio web de la Celec, se tenía prevista la construcción de la casa de máquinas y montaje electromecánico de la segunda central -San Antonio- en 2018. En ese año también estaba programada la ejecución de los estudios de reingeniería de la tercera central, llamada Dudas.
El proyecto Quijos también registró problemas debido al incumplimiento de normas técnicas por parte de la empresa China National Electric Engineering Company, según documentos de Celec. Esto llevó a la entidad a terminar el contrato en diciembre de 2015, encontrándose la obra aún en un proceso de mediación entre la Procuraduría del Estado y la firma china. A través de una declaratoria de emergencia, Celec terminó adjudicando los trabajos restantes a la empresa ecuatoriana Proyaben S.A. en 2016 y 2017.
“No pudieron progresar porque hubo problemas geológicos. Por más que usted hace estudios, los estudios se hacen en la superficie, se hacen algunos análisis geofísicos, geológicos, pero en el momento en que entra con la maquinaria de las perforaciones se encuentra con la realidad que tiene la roca. En esos dos proyectos (Mazar Dudas y Quijos) tuvimos este tipo de problemas geológicos y el contratista no pudo cumplir con los problemas que se le presentaron”, detalló Marco Valencia, el subsecretario de generación y transmisión de energía eléctrica del Ministerio de Energía.
El proyecto Toachi Pilatón también continúa paralizado. Sus instalaciones presentaban un avance del 85,4%, según la rendición de cuentas del 2018 de la Celec. Por ese frente de trabajo pasaron varias compañías extranjeras, comenzando por la brasilera Odebrecht que fue expulsada del país por el Gobierno.
En 2010, Celec contrató a la empresa China International Water & Electric Corp. (CWE) para construir la obra civil y a la rusa Inter RAO UES para proveer los equipos electromecánicos. Ante los constantes retrasos, el entonces presidente Correa ordenó la terminación del contrato de los constructores, en diciembre del 2016. Luego de casi dos años y medio de estar a la deriva, el proyecto será retomado por la contratista rusa Tyazhmash S.A., a la que se le adjudicó la obra de conclusión de los trabajos el 22 de mayo pasado.
La matriz energética ecuatoriana
En 2018, Ecuador produjo aproximadamente 23.000 gigavatios (GWh). El 85% de esa energía se generó con potencial hídrico, cuando hace cuatro años solo llegaba al 50%, según Marco Valencia, subsecretario de Energía.
Con la operación de las nuevas hidroeléctricas, el gobierno del actual presidente Lenín Moreno asegura que se han reducido las emisiones de dióxido de carbono, debido a la disminución del consumo de combustibles fósiles en las termoeléctricas.
“Desde que empezaron a operar, cada año, hemos evitado 3 millones de toneladas de dióxido de carbono. En el año 2014 y 2015, que fueron los años con más picos de producción térmica, había cerca de 6 millones de toneladas de CO2, en el 2016 bajó a 5 millones y, al momento, está en alrededor de 1,5 a 2 millones de toneladas de CO2”, dice Valencia.
Algunos expertos dudan, sin embargo, que el balance sea tan positivo. Entre otras razones porque la construcción de hidroeléctricas conlleva importantes efectos ambientales, suele implicar –como muestran las fichas de los proyectos- altos sobrecostos y puede redundar en una sobreproducción de energía para la que el país no tiene salida, advierte este informe sobre proyectos de infraestructura china en América Latina.
“Sería inviable política y económicamente para cualquier gobierno en el Ecuador el emprender nuevos proyectos energéticos que correspondan realmente a fuentes de generación de energía limpia como viento o solar, cuando ya tendría un exceso de producción de energía (suponiendo que todas las represas generan los volúmenes de energía prometida) y una deuda onerosa que pagar por el desarrollo del proyecto”, dice la ecuatoriana Paulina Garzón, ex directora de la ONG ambiental Acción Ecológica y hoy líder de la Iniciativa para las Inversiones Sustentables China-América Latina en Washington, quien ha estudiado en detalle la financiación de proyectos chinos en Ecuador.
“Mi percepción es que la construcción de la Coca Codo Sinclair es un obstáculo inmenso para alcanzar una verdadera matriz energética limpia en el Ecuador”, añade.
Uno de esos problemas ambientales es que, debido a que Ecuador tenía cerrado el acceso a los mercados financieros internacionales, el gobierno de Correa tomó varios préstamos con China en la última década, varios de los cuales están condicionados a pagos en petróleo. En un contexto de baja mundial en los precios del crudo, eso podría significar que el país se vería abocado a incrementar su producción petrolera para pagar los créditos.
Para Arturo Villavicencio, profesor de economía ecológica y energía en la Universidad Andina, la hidroelectricidad fue la mejor alternativa para encaminar el cambio de la matriz energética, pero no en la magnitud en la que se lo hizo.
“Lo razonable hubiese sido seleccionar proyectos más pequeños, donde la contribución nacional pudiera haber sido mayor. Eso habría permitido desarrollar más la industria metalmecánica, se desperdició una oportunidad muy grande de desarrollo tecnológico nacional y no como se dio ahora con los señores chinos que todos los proyectos fueron de llave en mano (modalidad de contrato en el que el país financista tiene poder de decisión en la obra), el Ecuador lo único que ponía eran obreros”, dice Villavicencio, quien formó parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.
Para Villavicencio, parte del problema reside en que muchas de esas empresas no estaban preparadas para afrontar problemas técnicos como los que encontraron y en que el gobierno no está en capacidad de monitorear su trabajo.
Con grandes sobrecostos y demoras en su puesta en marcha, queda por ver aún si se materializa la promesa del gobierno ecuatoriano de tener una matriz energética más limpia.
Fichas: Información del Ministerio de Energía, ex Ministerio de Sectores Estratégicos, Celec, Arconel, Contraloría, diarios El Universo, El Telégrafo, La Hora y El Comercio