La COP16, la cumbre de las Naciones Unidas sobre biodiversidad, ha comenzado esta semana en Colombia, uno de los 17 países más megadiversos del mundo. Más de 23.000 representantes de gobiernos, sociedad civil, medios de comunicación y otros sectores ―una cifra récord para una conferencia sobre biodiversidad― se han reunido en Cali, la tercera ciudad más grande del país, para mantener conversaciones durante dos semanas, en medio de una importante presencia policial.
La cumbre tiene lugar dos años después de la COP15, en la que 196 países firmaron un acuerdo mundial sobre la naturaleza que establecía cuatro objetivos a largo plazo y 23 metas específicas que deben alcanzarse antes de 2030 para detener e invertir la pérdida de biodiversidad. En Cali, los gobiernos se centrarán en la aplicación de este acuerdo, el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal (GBF, por sus siglas en inglés), y muchos empezarán a presentar planes nacionales actualizados al respecto.
Para América Latina, la conferencia es una oportunidad de destacar el papel fundamental de la región en la conservación de la biodiversidad en medio de las crecientes amenazas de las industrias extractivas. Como presidente de la COP, Colombia también se ha propuesto dar prioridad en la agenda a las cuestiones relacionadas con los sistemas energéticos y las transiciones. La energía ha recibido menos atención en cumbres anteriores, pero sus vínculos con la biodiversidad y los recursos naturales, así como con el cambio climático, están siendo destacados por la presidencia y han generado debates en diversos paneles del evento.
“América Latina es una potencia en energías renovables y biodiversidad, y ambos temas están relacionados”, declaró a Dialogue Earth Susana Muhamad, ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia y presidenta de la COP16. “Necesitamos empezar a discutir esa intersección para que los gobiernos puedan crear políticas públicas que hagan compatibles los dos objetivos. No se trata solo de descarbonización. Si no recuperamos los ecosistemas a un nivel importante, tampoco vamos a poder estabilizar el clima”.
El año pasado, América Latina generó el 62% de su electricidad a partir de fuentes renovables, en su mayoría hidroeléctricas, pero con una presencia creciente de energía solar y eólica, según datos del think-tank climático Ember. La región también es una productora consolidada de múltiples minerales fundamentales para las tecnologías de energía limpia, ya que representa el 40% de la producción de cobre y suministra el 35% del litio del mundo, entre otros minerales.
Sin embargo, la expansión de los parques solares y eólicos ha provocado conflictos con las comunidades locales en los últimos años, entre disputas por la tierra e impactos en la biodiversidad y los ecosistemas. Lo mismo ha ocurrido con los numerosos nuevos proyectos mineros en la región, desde Argentina hasta Perú. En 2023, el 23% de las inversiones extranjeras en la región se centraron en minerales y materias primas esenciales.
“No nos oponemos a la transición energética, pero nos están sacrificando en nombre de ella”, declaró a Dialogue Earth en Cali Iber Sarapura, residente de la comunidad de Alfarcito, en el salar de Salinas Grandes, al norte de Argentina. Los proyectos para explotar los yacimientos de litio de Salinas Grandes han despertado mucho interés, pero se han topado con una importante resistencia local.
“Vivimos en el único salar de Argentina que ha dicho ‘no’ al litio, un lugar donde solo llueve una semana al año. El agua vale más que el litio”, dijo Sarapura.
La financiación de la biodiversidad en la COP16
Los países acordaron en el marco del GBF que eran necesarios al menos 200.000 millones de dólares de financiación anual para apoyar la protección y restauración de la biodiversidad, que debían ser aportados por múltiples fuentes, incluidos los gobiernos y el sector privado, así como nuevos mecanismos de financiación. La ONU creó un nuevo fondo para el GBF, pero antes de la conferencia solo siete países le habían asignado fondos, por un total de 243 millones de dólares.
En sus intervenciones en la COP16, los gobiernos latinoamericanos destacaron la necesidad de aumentar la financiación para la biodiversidad por parte de los países desarrollados. Gillian Guthrie, representante de Jamaica en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU, abordó esta cuestión en la sesión plenaria en nombre del GRULAC, el grupo de negociación de América Latina y el Caribe.
“La financiación adecuada es un requisito previo para aplicar el GBF. Los fondos son alarmantemente insuficientes. La escasez de fondos hace que los proyectos sobre el terreno no reciban financiación suficiente”, afirmó Guthrie. “Los países en desarrollo necesitan movilizar recursos a nivel nacional al tiempo que combaten la pobreza, el hambre y la desigualdad. Abogamos por una arquitectura financiera justa para la biodiversidad”.
Brasil, en nombre del Grupo de Países Megadiversos ―un bloque de 20 partes que albergan el 70% de la biodiversidad mundial― afirmó en un comunicado que, aunque están haciendo todo lo posible para aplicar el GBF, la cooperación internacional es fundamental. “La escala de la cooperación, ya sea a través de canales bilaterales o de entidades multilaterales, no ha sido suficiente, oportuna y predecible”, se puede leer en el documento.
Emilio Spataro, asociado en diplomacia de la biodiversidad del Grupo de Financiación del Clima para América Latina y el Caribe (GFLAC), una ONG, declaró a Dialogue Earth que sería imposible cumplir los objetivos de biodiversidad del GBF si no se produce un debate más amplio sobre financiación, comentarios que se hicieron eco de los del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la sesión plenaria de apertura.
“Estados Unidos, China y Europa cobran sobretasas a la tasa de interés a los países que aún hoy podemos absorber como esponjas el CO2 de la atmósfera a través de nuestras selvas y nuestros bosques”, dijo Petro. “Cobrar una prima de riesgo a quienes absorben el CO2 que arrojan los mega ricos del planeta es un contrasentido moral y mortal”, agregó. “Es a los más ricos depredadores a los que hay que cobrarles los impuestos para eliminar el carbono de la producción y del consumo”.
Planes nacionales
Como parte del GBF, los países acordaron presentar sus Estrategias y Planes de Acción Nacionales sobre Biodiversidad (EPANB) antes de la COP16. Se trata de planes sobre cómo los países cumplirán los objetivos del marco. Sin embargo, el 83% de los 196 países que forman parte del CDB aún no han presentado sus planes actualizados a falta de una semana para el final de la conferencia.
En América Latina, solo Colombia, México, Surinam y Cuba han presentado hasta ahora sus planes. El plan de Colombia, por ejemplo, pretende ampliar la superficie de tierras protegidas en un 10% hasta alcanzar el 34% de su territorio en 2030, y establecer una clara conexión entre naturaleza y clima. El país espera que en 2030 el 3% de su PIB dependa de la biodiversidad, frente al 0,8% actual, impulsando la bioeconomía.
La próxima semana tendrá lugar el llamado Segmento de Alto Nivel de la cumbre COP16, en el que se espera la participación de los presidentes Lula da Silva de Brasil, Dina Boluarte de Perú y Xiomara Castro de Honduras, entre otros. Pronunciarán breves discursos en la sesión plenaria y es posible que también participen en otros actos paralelos de la conferencia.
Se espera que la COP16 finalice el 1ero de noviembre con un acuerdo sobre cómo supervisar, informar y revisar los avances en los objetivos del GBF. Los países también deben concluir las negociaciones sobre el reparto de los beneficios derivados del uso de la información de secuencias digitales (DSI) sobre recursos genéticos vegetales y animales, y aprobar un plan sobre los vínculos entre salud y naturaleza, entre otras cuestiones.
“No debemos ver el Marco Global de Biodiversidad como un obstáculo o un riesgo, sino como una oportunidad para pensar en una nueva economía”, dijo Muhamad.
Este artículo se realizó en el marco de la beca 2024 CBD COP16 organizada por la Earth Journalism Network de Internews.