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Cómo China está cambiando el enfoque en América Latina

Venezuela es un país al borde del colapso. Sus reservas de petróleo crudo, las más grandes del mundo, suscribieron una emisión de $ 65 mil millones de dólares de deuda a China, desde el comienzo del nuevo milenio. Sin embargo a partir de la reciente caída de los precios internacionales del petróleo, surgieron temores sobre la forma en cual se pagaría esta deuda cuando el país se ha hundido en la más profunda crisis económica y política. La asociación entre China y Venezuela es a menudo citada como un ejemplo típico e inicial de los primeros enfoques hacia América Latina. En este marco, se generó un proceso que proporcionó préstamos a los países exportadores de materias primas con el fin de garantizar el suministro de productos como la soja,  el cobre, el mineral de hierro y el petróleo, que son fundamentales para el desarrollo de China. Esto fue acompañado por la percepción de un nuevo actor en la región que podía agravar los problemas ambientales asociados con el auge de las industrias mineras y agrícolas. La “China” a la que se refieren muchos informes de los medios de comunicación no se es la de un actor monolítico y un sinónimo de partido-Estado. Y el compromiso se ha llevado a cabo a través de una variedad de formas, esto es lo que está dispuesto a señalar el nuevo libro “The Political Economy of China-Latin America Relations in the New Millennium” (La Economía Política de las Relaciones entre China y América Latina en el Nuevo Milenio), de las estadunidenses Carol Wise e Margaret Myers, directora del Programa China y América Latina de la think-tank Inter-American Dialogue. Myers habló con Diálogo Chino sobre su nuevo libro, las cambiantes corrientes políticas en América Latina, y la forma en la cual China y los nuevos socios como Colombia están aprendiendo de los éxitos y fracasos de la primera fase de este compromiso. Diálogo Chino (DC): El libro analiza las relaciones políticas y económicas entre China y América Latina desde el cambio de milenio, ¿cómo han cambiado estas relaciones y por qué ahora es un momento importante para la publicación del libro? Margaret Myers (MM): No creo que hayamos visto grandes cambios en el aspecto económico o la relación comercial, ni tampoco en la relación en función de la inversión, ni francamente incluso en el financiamiento de América Latina. Pero, ciertamente, ha habido una cierta reacción política a la creciente influencia económica de China en la región. En gran medida, observo que existe una mayor reacción y sensibilidad por parte de los políticos y académicos chinos a muchas de las corrientes políticas a nivel nacional en América Latina. Estamos viendo la caída de los precios de materias primas, la “nueva normalidad” en China, un  crecimiento muy lento en muchos países de América Latina y algunos cambios políticos fascinantes en lugares como Argentina, Cuba y Perú que, en ciertos casos, han sorprendido a China y, en este punto, existe un esfuerzo por parte de las empresas y del propio gobierno para determinar cuál es la mejor manera para acercarse a la región e individualmente a cada país para los próximos meses y años. DC: Durante el “boom chino“, en su mayoría presidido por los gobiernos de izquierda, había una tendencia a ignorar las preocupaciones ambientales en sectores en crecimiento como la minería y la agricultura. Con el retorno a una economía de mercado más ortodoxa en lugares como Argentina, Brasil y Perú, ¿cuán preocupante es que la legislación medioambiental se vea aún más reducida? MM: Es un poco temprano para anticiparlo en los casos de estos nuevos gobiernos. En Perú se ha hablado sobre cambios en las regulaciones mineras para permitir más en el camino de la inversión minera. La corrupción y la indiferencia ante las regulaciones ambientales parecen estar todavía con toda su fuerza en Venezuela, lo cual, y tal como sabemos hasta ahora, se está deteriorando muy rápidamente. En Brasil hay mucho que hablar, una vez más, sobre la reforma de la ley de las tierras, que había sido modificada en 2010 con el fin de permitir una mayor inversión extranjera en tierras brasileñas. Dependiendo de la forma en la cual esto sea manejado, podría ser un desafío para Brasil desde una perspectiva medioambiental. Las compañías chinas están encontrando cada vez más dificultades para acercarse a la región y especialmente a aquellos países que recientemente han experimentado cambios políticos. DC: La estrategia más reciente de China en América Latina parece ser la construcción de relaciones más allá de los países considerados de “alto riesgo”, como el caso de Venezuela,  para incluir a países más abiertos como Colombia. ¿Qué  es lo que ha aprendido Colombia de la experiencia de sus vecinos y qué es lo que ellos harán diferente? MM: Debido a su clima de inversión, Colombia y en cierta medida Chile y Perú,  son países que  realmente están dispuestos a comprometer a China de una manera muy diferente. Durante muchos años, estos países tuvieron acceso a una amplia variedad de acreedores internacionales y no han necesitado de China de la misma forma que si lo hicieron los venezolanos y ecuatorianos. En todo caso, creo que las compañías chinas si han tenido un poco de desventaja debido a la percepción de las empresas chinas en Colombia. Pero, uno de los grandes ejemplos positivos de inversión fue el de [fabricante de camiones] Foton que está avanzando hacia este objetivo de “desarrollo de la capacidad de producción“, como a los chinos les gusta llamarlo. Colombia ha visto casos ciertamente desastrosos en Venezuela y en los países vecinos. Pero si hay algo que confirma su enfoque es que es lento y constante y el tratamiento hacia las empresas chinas es el mismo al de cualquier otro inversor internacional. DC: Perú, por ejemplo, aprobó la ley de consulta previa en 2011 para proyectos que afectan a las comunidades locales, sin embargo, persisten los conflictos. ¿Qué es lo que puede hacer el gobierno local en la asociación con las empresas chinas para evitar estos conflictos? MM: Hay un proceso de aprendizaje orgánico por parte de las empresas chinas. Han ingresado a la región sin comprender plenamente muchos de los desafíos que las empresas habían enfrentado previamente en estos sectores y ellos mismos se encontraron con estas dificultades y adaptaron sus estrategias para tratar de resolverlo. Las empresas chinas necesitan mayor información para poder difundirla en las empresas que operan en países específicos. Hasta ahora, las empresas chinas han sido reticentes a comprar materiales informativos a diferencia de otras empresas internacionales que tienen un presupuesto específico para esta función. Gran parte de su información proviene de fuentes chinas. Hay consultoras que trabajan específicamente con empresas internacionales, y las empresas internacionales tienen un presupuesto destinado a esta información. Una amplia variedad de compañías, incluyendo a los mismos asiáticos, japoneses, coreanos, están invirtiendo en servicios de información con el fin de estar bien conectados a la hora de acordar con la región y realizar un correcto análisis de riesgo. DC: Usted escribió sobre el crecimiento explosivo de las exportaciones de soja a China desde Argentina y Brasil, y sobre las grandes corporaciones estatales de granos como COFCO en la adquisición de distribuidores multinacionales de granos. ¿Qué pasará y cuál será el resultado de las políticas de sostenibilidad de las empresas adquiridas? MM: Creo que la tendencia es hacia un resultado más positivo. La idea de participar en fusiones y adquisiciones (M&A) en todos los ámbitos es tener efectivamente una presencia en Latinoamérica, que de otro modo sería imposible. Es el único punto de entrada que China es capaz de identificar en estas circunstancias teniendo en cuenta toda la competencia que enfrentan por parte de las empresas internacionales. Pero también está adquiriendo una reputación, está adquiriendo personal con mucha experiencia y el know-how en términos de operaciones. No es sólo con fines de lucro. En el caso de  [la adquisición de Shuanghui al productor estadounidense de carne porcina] Smithfield, este era uno de los principales argumentos en su contra. Existió una enorme preocupación basada en que la producción relativamente responsable de Smithfield disminuya rápidamente ante la adquisición china de la empresa y este no ha sido el caso. DC: Una cuestión que no ha tenido demasiada mención en el libro es el compromiso de China con América Latina a través de instituciones multilaterales como el nuevo banco BRICS y AIIB, que pueden comenzar la financiación de infraestructura en la región. ¿Cómo esto difiere del enfoque unilateral de China? MM: Hay muy poco personal en ambas instituciones y las cosas apenas están comenzando a funcionar. No está claro cómo los BRICS van a prestar fondos y en qué medida se los van a prestar a América Latina, aparte de Brasil. Hay mucho que queda por ver. Se supone que el AIIB tiene un compromiso con respecto a las normas y a las garantías que existen dentro de las actuales organizaciones multilaterales de crédito o en instituciones que existieron previamente como las de Bretton Woods y lo que ha hecho China en relación a las finanzas internacionales, aunque tiende a inclinarse hacia el modelo más tradicional. DC: El libro ha querido subrayar que la relación entre China y América Latina es una de asociación económica y política a largo plazo, ¿cuáles son para usted los  principales retos para los próximos 10 años y cómo pueden superarse? MM: Muchos de los desafíos que existirán en los próximos años son los que ya han existido desde hace más de una década. Es una postura anterior, pero volvemos a plantearlo de nuevo en el libro – la necesidad de diversificar el comercio y la inversión entre China y América Latina. Otro reto para China es su imagen. Uno pensaría que la imagen de China debería haber mejorado considerablemente en la actualidad, después de más de dos décadas de un mayor compromiso con casi todos los países de la región, pero este no es necesariamente el caso. En cierto modo, la asociación de China con Venezuela ha dañado potencialmente su imagen en el sentido que las cosas sólo se pusieron peor y China es vista virtualmente como un país que mantuvo la administración chavista – aunque ciertamente el mantenimiento del sistema económico y político de Venezuela, no fue el único factor. Estas son nuevas preguntas y críticas sobre el modelo de China, que no se escuchaban hace cinco o 10 años atrás.