El pasado 26 de enero estalló una crisis diplomática que no pasó desapercibida. El presidente de Colombia Gustavo Petro se enfrentó a Donald Trump al negarse a recibir un vuelo de colombianos deportados de Estados Unidos. A través de las redes sociales, Petro afirmó que Estados Unidos debía “establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes de recibirlos nosotros [en Colombia]”, sugiriendo que los que iban a bordo habían sido tratados como delincuentes.
La declaración de Petro provocó una dura respuesta de Estados Unidos, que paralizó los procesos de solicitud de visados en Colombia y amenazó con imponer fuertes aranceles a las exportaciones del país. Un día después, Petro cedió al a aceptar los vuelos de deportación para evitar aranceles del 25%. Este episodio indica lo que podrían ser tensiones crecientes entre los dos países durante el segundo mandato del presidente estadounidense Donald Trump. Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia, lo cual hace que cualquier amenaza comercial de su parte sea una posible hecatombe para la economía colombiana.
Hubo fuertes críticas a la gestión de Petro por parte de expertos y miembros de la oposición política, algunos de los cuales han calificado sus acciones de “irresponsables” y de “poner en peligro la estabilidad de Colombia”, o han definido a su gestión de la situación como “mal calculada”.
En medio de esta volatilidad, han surgido interrogantes sobre el rumbo de las relaciones entre los dos países, como si Colombia debe diversificar sus socios comerciales y reducir su dependencia de Estados Unidos, sobre todo en lo que respecta a China, como aliado potencialmente más cercano en comercio, inversión, energía y otras áreas.
Relaciones con China
Aunque las relaciones entre Colombia y China acaban de cumplir 45 años el pasado 7 de febrero, no fue sino hasta este siglo que la potencia asiática empezó a tomar la forma de uno de los socios comerciales más importantes para el país, especialmente desde la administración del ex presidente Juan Manuel Santos (2010 – 2014). Según la Cancillería, “China es el segundo socio comercial de Colombia en términos de exportaciones y el primer origen de las importaciones”.

“Ya hace una década China era un importante socio comercial para muchos países de la región, pero desde entonces la relación con Colombia se ha profundizado”, dijo a Dialogue Earth el experto en relaciones internacionales y profesor de la Universidad Externado de Colombia David Castrillón Kerrigan.
En 2008, en medio de la crisis económica global, Colombia exportó poco más de 400 millones de dólares a China, de acuerdo al Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE). En 2024, Colombia exportó mercancías con un valor superior a los 2.100 millones de dólares; y para el cuarto trimestre de ese mismo año, las exportaciones colombianas a China habían crecido en un 14,8% comparado con el año previo.
Por su parte, Colombia importó más de 14.700 millones de dólares en productos de China entre enero y octubre de 2024. La variedad de bienes que llegan al país va de electrónicos y metalurgia, a químicos y productos de la industria textil, según el Observatory of Economic Complexity basado en datos de 2022.
Aún así, Daniel Gómez, vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad, una organización enfocada en fortalecer la competitividad de Colombia a nivel global, cree que China es un mercado que no se ha explorado debidamente. “No hemos podido aprovechar la enorme demanda que surge del mercado chino”, dijo a Dialogue Earth. Gómez señala que si bien Colombia ha ampliado su red comercial en el mundo con cerca de 20 tratados de libre comercio con actores clave, la proyección de Colombia hacia el mercado asiático “ha sido más tímida”.
China ha incursionado en Colombia no solo con productos, sino con inversión en proyectos de infraestructura. Zhu Jingyang, embajador de China en Colombia, señaló que más de 110 empresas chinas operan actualmente en Colombia en los sectores de infraestructuras, energía y minería, energías renovables, telecomunicaciones y salud. La Embajada de Colombia en China informa que 62 proyectos chinos han invertido conjuntamente más de 800 millones de dólares en áreas que incluyen infraestructura y energía. Algunas empresas destacadas que operan en Colombia son China Harbour Engineering Company,que lidera un consorcio de empresas para construir la primera línea del metro de Bogotá; Zijin Mining, que tiene a su cargo la problemática mina de oro de Buriticá; o Trina Solar, que construyó el parque solar de Bosque de los Llanos.
Como explica a Dialogue Earth la doctora Julie Radomski, del Global Development Policy Center de la Universidad de Boston, algunos de estos proyectos traen consigo riesgos, particularmente cuando se trata de proyectos con situaciones ambientales y sociales complejas, como sucede con el metro de Bogotá, que conlleva un impacto a la cotidianidad de la ciudad y una lucha entre los poderes de la alcaldía y la presidencia; y en Buriticá, donde se han presentado ataques por parte de grupos armados. “Con el tiempo, algunos proyectos terminaron siendo problemáticos, en términos de sus ramificaciones”, dijo Radomski.
La geopolítica de la Franja y la Ruta
En los últimos meses, las señales de altos funcionarios colombianos han sugerido que Colombia pronto será la última nación en unirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), el paraguas bajo el cual China ha ampliado su presencia mundial en proyectos de inversión e infraestructura.
En octubre de 2024, el entonces viceministro de Asuntos Exteriores de Colombia, Jorge Rojas Rodríguez, dijo que su país se uniría a la BRI tras nuevas negociaciones y discusiones sobre las necesidades y prioridades de ambas naciones. Aunque no han surgido detalles formales desde entonces, se especuló que el presidente Petro haría un anuncio este mes, pero se vio obligado a cancelarlo en medio de una crisis de gabinete.
Desde 2013, casi 150 países se han adherido a la BRI, y la financiación total comprometida a través de ella superará el billón de dólares estadounidenses en 2023. Hasta la fecha, 21 países de América Latina y el Caribe, entre ellos Perú, Chile y Argentina, se han sumado a la iniciativa china, que en ocasiones ha significado la llegada de grandes proyectos respaldados por China en el sector de las infraestructuras y la energía, aunque en los últimos años ha empezado a centrarse en inversiones de menor envergadura.

A medida que la BRI ha ido creciendo, modificando los patrones de inversión y profundizando las relaciones comerciales de los países con China, ha redefinido en muchos sentidos la geopolítica en el Sur Global.
Radomski describió la BRI como “un término sombrilla” que ha crecido más allá de su enfoque original en la conectividad, y es “un término cambiante que abarca la expansión de las infraestructuras y la expansión de China como potencia”.
En un momento de tensión con Estados Unidos, la firma por parte de Colombia de un memorando de entendimiento con China sobre la BRI no solo puede representar una nueva alianza en materia de comercio e inversión, sino que también sería un movimiento diplomático con fuertes implicaciones. Radomski señala que, si bien la adhesión a la BRI es principalmente simbólica, “las implicaciones geoestratégicas de unirse a la iniciativa son significativas”.
Esto no pasa desapercibido por Estados Unidos. Según Margaret Myers, directora del Institute for America, China, and the Future of Global Affairs, parte de la razón por la que cada gobierno colombiano ha avanzado de forma tímida hacia una relación más sólida con Beijing se debe a la estrecha relación del país con la potencia americana.
Si Colombia entra a la iniciativa justo al inicio de la administración Trump, no va a ser bien recibidoDavid Castrillón Kerrigan, profesor en la Universidad Externado en Colombia
Además, en Estados Unidos, la entrante administración llega con animosidad comercial contra China, que se manifestó en forma de las tarifas prometidas por Trump en su campaña presidencial y que podría escalar en más aranceles.
“Esta es una administración que ve a China como una amenaza. Si Colombia entra a la iniciativa justo al inicio de la administración [Trump] no va a ser bien recibido”, dijo Castrillón-Kerrigan. Señala además que no se puede ignorar una interdependencia entre Colombia y Estados Unidos, no solo en temas comerciales sino también en áreas como la gestión de temas migratorios. “Trump seguramente ‘castigará’ a Colombia”.
Aparte de la relación entre Colombia y China, es posible que la agenda del presidente Trump lleve a más tensiones sobre otros temas, como la ayuda internacional y el desarrollo. Por ejemplo, el presidente norteamericano ordenó la suspensión por 90 días de todos los programas de asistencia a naciones extranjeras. Solo en 2023, Colombia recibió del gobierno americano asistencia de más de 738 millones de dólares destinados a programas de alimentación, militares e incluso relacionados con migración.
Lo que Colombia podría ganar
Daniel Gómez cree que la entrada de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta es una oportunidad de fortalecer lazos con un mercado lleno de potencial. “China es un mercado que está creciendo y tendrá demandas significativas de alimentos, proteína animal, o energía”, dice. Esto lo respalda Castrillón Kerrigan, señalando que en los últimos años China ha tenido una política fuerte de incrementar importaciones del sur global para reducir su dependencia de Estados Unidos y Europa.
Por los acuerdos firmados entre Gustavo Petro y Xi Jinping en su visita en 2023, sabemos que algunas industrias y sectores que ambos países buscan fortalecer son agricultura, energías renovables, manufactura y salud.
El enfoque de la administración Petro en la transición energética y su compromiso con la expansión de las energías renovables serán claves en la dinámica entre los dos países. La agenda medioambiental de Colombia se sincroniza con una China que apuesta cada vez más por las energías renovables en proyectos de infraestructuras en el exterior.
Hoy día China es el principal productor y exportador de paneles solares. Castrillón Kerrigan y Radomski creen que, actualmente, no hay país con mejor infraestructura para asistir en la transición energética que busca el país latinoamericano. “En términos de [energías] renovables, es difícil pensar en otros países que estén en la misma liga que las compañías chinas”, dice Radomski.
En 2023, casi el 43% de las exportaciones de Colombia a China fueron de petróleo crudo, además de briquetas de carbón vegetal con más del 18%, según cifras de la OEC. Tener a China como socio en el desarrollo de fuentes de energía renovables, así como contar con su apoyo en medio del plan de la actual administración para una transición energética justa, podría ser crucial para apoyar el pivote de Colombia hacia otros productos de exportación para el mercado chino.
Y otro campo en el que Colombia podría beneficiarse es el sector agropecuario, tema que es parte del discurso de Petro y en el cual China tiene un gran conocimiento técnico e infraestructura. “Colombia ha visto la experiencia de China eliminando la pobreza extrema de su país y mejorando las condiciones del campo por medio de la tecnificación, y quiere replicar esa experiencia”, dice Castrillón Kerrigan.
Quedan preguntas alrededor de temas como la posible reubicación de plantas de producción chinas a Colombia —que Gómez sugiere sería una gran oportunidad económica para el país—, o la infraestructura de transporte en la cual el presidente Petro ha insistido incluso en medio de su visita a Beijing.