El presidente de Colombia Juan Manuel Santos recibirá el premio Nobel de la Paz este sábado 10 de diciembre en Oslo, Noruega. Por fortuna no deberá dar explicaciones sobre el segundo acuerdo de paz que realizó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que a pesar de ya haber sido firmado, no podrá implementarse. O, por lo menos, por ahora. Es que, para poner en práctica el nuevo pacto, la Corte Suprema todavía debe decidir si tiene validez o no el proceso que acelera (fast track) la aprobación de las reglas del acuerdo en el Congreso. La mayoría de los especialistas hasta cree que el Poder Judicial dará el aval que Santos tanto necesita para entrar en la historia como el responsable por el final de la guerra civil más larga de América Latina. Sin embargo, todos destacan que, para lograr la paz, Colombia todavía debe recorrer un largo camino. Y no sólo porque el Ejercito de Liberación Nacional (ELN), segundo grupo guerrillero en importancia del país cesó las negociaciones con el gobierno, sino porque el fantasma de los paramilitares ha vuelto a rondar el escenario colombiano. Cinco personas fueron asesinadas y dos quedaron gravemente heridas antes de que el gobierno de Colombia firmara el nuevo acuerdo de paz con las FARC, el último 24 de noviembre. Entre las víctimas, tres muertos y dos heridos eran líderes de militancia social. Al lado de los cuerpos fueron encontrados un panfleto mal escrito que contenía el símbolo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y un rifle, con la siguiente frase: “Somos las autodefensas de Colombia, llegamos al Caquetá y esta vez sí para quedarnos. Milicianos y testaferros de las FARC, venimos a hacer limpieza”. Los dos restantes eran miembros de las FARC y fallecieron luego de un ataque del Ejército. “Puede pasar cualquier cosa”. La frase fue repetida por casi todos los entrevistados por Diálogo Chino. Los analistas recuerdan que habrá elecciones presidenciales y legislativas en 2018 y las campañas comenzarán en 2017. El hecho de que el acuerdo de paz original haya sido derrotado en el plebiscito del dos de octubre seguramente será ampliamente explotado a lo largo de todo ese tiempo. Lo mismo ocurrirá con el nuevo pacto, que no fue sometido a un nuevo referéndum y fue enviado al Congreso, donde fue aprobado sin la presencia de la oposición, que prefirió ausentarse en el momento de votar como protesta, dado que su pedido de reivindicaciones no fue atendido. “Si se realizara otro plebiscito, el nuevo acuerdo también sería derrotado”, creen los especialistas, y recuerdan que, sin embargo, Santos no necesitaba haber sometido el pacto a la aprobación popular. Actualmente, sin embargo, está sufriendo las consecuencias políticas de su decisión. Álvaro Uribe, ex presidente y actual senador, quien luchó contra las FARC militarmente y lideró la campaña contra el acuerdo de Santos, será candidato a presidente en 2018. En una entrevista concedida al periódico brasileño Folha de São Paulo, Uribe acusa al gobierno de “engañar” a la población y de “maquillar” los cambios realizados en el nuevo acuerdo. El grupo del “no” dice que hubo puntos fundamentales de la agenda de reivindicaciones que no entraron en el nuevo pacto. Los partidarios del “no” querían que los guerrilleros que habían cometido delitos graves fueran castigados; que los que habían cometido delitos atroces sean declarados inelegibles (según Uribe, “ellos podrán ser electos sin siquiera cumplir una condena”); y, además, que el delito de narcotráfico sea clasificado como “de lesa humanidad” (el nuevo acuerdo lo clasifica como delito político). Otro reclamo está relacionado con el hecho de que las FARC no declararon cuál es el paradero de las 600 personas que siguen secuestradas. Este es un panorama general de lo que les espera a los colombianos a lo largo del próximo año. Y hay más: abre la posibilidad de que Uribe vuelva al poder. En el caso de que el senador Álvaro Uribe fuera electo presidente de Colombia en 2018, los analistas afirman que sería casi natural que ocurriera un reacercamiento todavía mayor con los Estados Unidos. Donald Trump, presidente electo de los EE.UU., condenó con vehemencia las drogas y el narcotráfico durante su campaña. La unión Trump-Uribe sería automática. Y esto, en la opinión de dichos analistas, no sería nada bueno para las FARC, los especialistas creen inclusive que existiría la posibilidad de alterar algunas cláusulas del acuerdo de paz, firmado el pasado 30 de noviembre. Tales alteraciones podrían, por ejemplo, impedir que los guerrilleros entren en la vida política o hasta inclusive queden en libertad. ¿Y cuál sería la relación de China con tales sucesos? Los analistas afirman que una mayor aproximación de China con Colombia dependerá básicamente de cuál sea la cercanía del futuro gobierno de Washington. Según ellos, loschinos no quieren tener problemas con los Estados Unidos. Durante la reciente visita de Xi Jinping, presidente de China, a América Latina, que tuvo lugar el mes pasado, el presidente Santos llegó a sugerir que China debería construir en territorio colombiano una vía paralela al Canal de Panamá. Aunque Xi haya estado tres veces en países latinoamericanos desde que asumió el poder, en 2013, nunca estuvo en Colombia, y según los especialistas, la explicación tiene que ver con evitar problemas con los EE.UU.
Santos recibe el Nobel de la paz sin implementar acuerdo en Colombia
El nuevo pacto se firmó, pero no hay manera de que empiece a funcionar