Clima

Tres años desde la Iniciativa Bridgetown. ¿Qué ha pasado desde entonces?

La propuesta para reformar la arquitectura financiera internacional ha logrado avances en el apoyo a los países en desarrollo, pero el contexto geopolítico dificulta su futuro
<p>Una calle inundada en Acapulco, México, tras el paso del huracán Otis en 2023. Los fenómenos meteorológicos extremos suelen producirse en países en desarrollo que necesitan ayuda inmediata, algo que la Iniciativa de Bridgetown pretende materializar mediante una reforma de las finanzas mundiales (Imagen: Luis E Salgado / ZUMA Press Wire / Alamy)</p>

Una calle inundada en Acapulco, México, tras el paso del huracán Otis en 2023. Los fenómenos meteorológicos extremos suelen producirse en países en desarrollo que necesitan ayuda inmediata, algo que la Iniciativa de Bridgetown pretende materializar mediante una reforma de las finanzas mundiales (Imagen: Luis E Salgado / ZUMA Press Wire / Alamy)

“No podemos fingir día tras día que alguien en otro lugar va a hacer ese cambio. Esta es nuestra familia. Este es nuestro mundo. Y este es nuestro momento de marcar la diferencia”, sostuvo en septiembre de 2022 Mia Mottley, la Primera Ministra de Barbados, en su discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas al presentar al mundo la Iniciativa Bridgetown.

La iniciativa, que toma el nombre de la capital de Barbados, propone reformar el sistema financiero para hacerlo más justo, inclusivo y capaz de responder a la crisis climática y a las necesidades de los países en desarrollo. Fue una idea de Mottley luego de asumir en 2018 y tener que restructurar la deuda de su país, incorporando riesgos climáticos dentro de sus condiciones.

Desde entonces, la Iniciativa Bridgetown ha sido respaldada por líderes globales como el presidente de Francia Emmanuel Macron y organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y ha tomado un rol protagónico en conferencias como las cumbres del clima de las Naciones Unidas.

Si bien ha impulsado reformas concretas en sus primeros tres años, en línea con iniciativas similares del gobierno de Francia, del grupo de los Veinte Vulnerables (V20) y del G20, entre otros, la Iniciativa Bridgetown actualmente enfrenta grandes desafíos en el marco del contexto geopolítico actual, coinciden especialistas consultados por Dialogue Earth.

“Bridgetown es un esfuerzo por reimaginar las instituciones financieras internacionales como organismos de formulación de políticas para fortalecer la resiliencia económica”, dijo a Dialogue Earth Noah Zucker, investigador en London School of Economics. “Surge por el nivel explosivo de deuda en las economías emergentes y de bajos ingresos”.

Al 2024, 62 países se encontraban en situación de sobreendeudamiento, definida como la incapacidad de pagar sus deudas de forma sostenible, o que corren un alto riesgo de hacerlo. La mayoría de los países de África y Oceanía están en la lista, pero todas las regiones del mundo están representadas.

Los primeros pasos de Bridgetown

Mottley ideó Bridgetown junto al economista Avinash Persaud, ex lider de la Comisión de Servicios Financieros de Barbados, hoy en el Banco Mundial. En julio de 2022, convocaron a una reunión con académicos y representantes de organizaciones internacionales para debatir ideas sobre los problemas relacionados con la deuda y la financiación climática en los países en desarrollo.

La reunión dio lugar a un documento con tres ideas. Primero, acceder a dinero de forma rápida y fácil, especialmente ante emergencias. Para ello, se pidió al FMI otorgar financiamiento sin condiciones restrictivas, crear un fondo fiduciario de resiliencia y reasignar US$100 millones de los Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo de reserva asignado durante la pandemia del Covid-19 pero en parte no usado. Además, se pidió al G20 acordar con los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) la suspensión del pago de los préstamos de los países en desarrollo.

En segundo lugar, Bridgetown pidió que se ampliara el crédito de los BMD en 1 billón de dólares, priorizando el fomento de la resiliencia climática y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Finalmente, se pidió la creación de un mecanismo global para recaudar fondos para la reconstrucción de cualquier país amenazado por un desastre climático, así como el financiamiento a largo plazo y con bajo interés del sector privado en acciones climáticas.

¿Qué son los Objetivos de Desarrollo Sostenible?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un conjunto de 17 objetivos interrelacionados establecidos por la ONU en 2015, que se supone deben alcanzarse para 2030. Proporcionan un marco detallado para abordar los retos sociales, económicos y medioambientales más acuciantes del mundo.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible más relacionados con el cambio climático son los relativos a “la energía asequible y limpia”, incluido el aumento de la cuota de energías renovables en el suministro mundial; la adopción de “medidas urgentes contra el cambio climático” para limitar su alcance y sus efectos; y los objetivos para proteger la vida en la tierra y en los océanos.

“Mottley se conecta con el contexto internacional y habla de la necesidad de discutir el rol de los BMD. Se crearon en un contexto post-guerra con la idea de reconstrucción pero eso cambió, los BMD ya no responden a las necesidades de los países desarrollados y en desarrollo”, dijo a Dialogue Earth Sandra Guzmán, directora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC).

Desde entonces, Bridgetown tuvo dos revisiones, una en 2023 y otra en 2024, que reflejan una evolución de la iniciativa original, con propuestas adicionales. En la versión 2.0, se pide al sector privado movilizar US$1.5 billones por año para transformaciones “verdes y justas”, aumentar los préstamos oficiales para el desarrollo destinados a los ODS hasta alcanzar los US$500.000 millones al año y suspender los recargos del FMI por tres años, entre otras metas.

En 2024, en la versión 3.0, la iniciativa propuso crear nuevos impuestos internacionales a las grandes fortunas, al transporte marítimo y aéreo y a las empresas de combustibles fósiles para alimentar fondos climáticos. Además, se pidió revisar las metodologías de las agencias internacionales de crédito y que todos los deudores y acreedores públicos y privados introduzcan cláusulas relativas a catástrofes naturales.

Buques petroleros navegando por un río al atardecer
Buques petroleros navegando por el río Negro, en la Amazonía brasileña. En 2024, la Iniciativa Bridgetown propuso nuevos impuestos internacionales para financiar la mitigación del cambio climático y las medidas de resiliencia, entre los que se incluía gravar a las empresas de combustibles fósiles (Imagen: John Michaels / Alamy).

“Algunas de las propuestas originales fueron cuestionadas por algunos países de bajos ingresos por ser menos relevantes para ellos. Barbados escuchó y como resultado cambió algunas cosas. Esto indica que se trata de un proceso vivo, no de sólo una declaración que intenta influir en la agenda”, sostuvo Michael Jacobs, investigador de la Universidad de Sheffield, a Dialogue Earth.

Las reformas alcanzadas

La Iniciativa de Bridgetown, además de posicionar el debate climático-financiero en la agenda global, ha sido en parte responsable de impulsar reformas concretas en organismos internacionales.

El FMI lanzó en 2022 el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (RST, por sus siglas en inglés) para financiar reformas que promuevan la resiliencia climática en países en desarrollo. Para 2024, 18 programas del RST habían sido aprobados por un total de US$8.4 mil millones de los US$40 mil millones disponibles, obtenidos a partir de la reasignación de los Derechos Especiales de Giro que había solicitado la Iniciativa Bridgetown.

Entre los países desarrollados, gran parte del foco ha estado en la reforma de los BMD. En 2022, los accionistas del Banco Mundial encargaron a su dirección la reforma de la misión, las operaciones y las finanzas de la institución, conocida como la Hoja de Ruta para la Evolución. Además, el G20 ha establecido una hoja de ruta para que los BMD sean “mejores, más audaces y más grandes”, aprobada por los bancos y en proceso de implementación.

Otra de las propuestas que también ha avanzado son las cláusulas de deuda resiliente al clima, disposiciones contractuales que permiten suspender temporalmente el reembolso de la deuda cuando el país sufre una crisis, como un fenómeno meteorológico extremo. Fueron introducidas por primera vez por Granada y Barbados y varios BMD también las han introducido en algunos contratos de deuda.

Mia Mottley hablando tras un estrado con micrófono
La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, pronunciando un discurso en la cumbre climática COP26 celebrada en Glasgow, Reino Unido, en 2021. Mottley encabeza los llamamientos para reformar el sistema financiero con el fin de prestar un mejor apoyo a los países vulnerables al clima (Imagen: Karwai Tang / COP 26, CC BY-NC-ND 2.0)

“Bridgetown es una iniciativa dentro de un amplio conjunto de iniciativas. Entró en el debate político con otras propuestas con trayectoria más larga. Todas comparten el diagnóstico de la arquitectura financiera para impulsar la transformación de las economías hacia la resiliencia climática”, Rishikesh Bhandary, subdirector de la Iniciativa para la Gobernanza Económica Global de la Universidad de Boston, dijo a Dialogue Earth.

Otras iniciativas incluyen la agenda Accra-Marrakesh del V20 de 2023, la cual plantea reformar la arquitectura financiera y abordar la crisis de deuda en relación al clima, el Pacto de París por los Pueblos y el Planeta (4P) de 2023, el cual propone una política de financiamiento más eficaz, y la Agenda de Antigua y Barbuda para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo de 2024, que impulsa economías resilientes y escalar la acción climática.

En el marco de la ONU, se aprobó y se puso en marcha el Fondo de Pérdidas y Daños, un mecanismo financiero para asistir a los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, especialmente aquellos que experimentan pérdidas y daños que exceden su capacidad de adaptación. El Fondo, reconocido como un avance por la Iniciativa Bridgetown, hasta ahora sólo cuenta con US$495 millones.

Además, en la última conferencia del clima de la ONU, la COP29 en 2024, se aprobó una nueva meta de financiamiento climático de US$300.000 millones. Si bien la meta no fue la pedida por los países en desarrollo, “ellos pidieron que entonces el número tuviera calidad además de cantidad, haciendo referencia a los costos de capital y de transacción y la deuda. Ahí la narrativa de Bridgetown tuvo un papel importante”, sostuvo Guzmán.

Los próximos desafíos

Más allá de los pasos dados, Ritu Bharadwaj, directora de resiliencia climática, finanzas y pérdidas y daños en el Instituto Internacional de Ambiente y Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés), reconoce que el financiamiento a los países en desarrollo continúa siendo escaso a pesar de la Iniciativa Bridgetown.

“Bridgetown ha generado un debate mundial y ha evolucionado hasta incluir parámetros más amplios. Sin embargo, lo que sigue faltando es un formato estructurado y una arquitectura internacional clara para traducir este impulso en una financiación ampliada y accesible para los países en desarrollo”, dijo a Dialogue Earth.

Para Noah Zucker, la iniciativa ha alcanzado un éxito parcial. “Ha tenido bastante éxito a la hora de cambiar los términos del debate y ha habido algunos cambios marginales,” sostuvo. Sin embargo, reconoce que hubiera sido injusto esperar grandes reformas en pocos años ya que “se buscaban cambios sustanciales con respecto a cómo se había operado en el pasado”.

Un reto clave para Bridgetown es cómo responder y captar el conjunto diverso de necesidades que tienen los países en desarrollo
Rishikesh Bhandary, subdirector de la Iniciativa para la Gobernanza Económica Global de la Universidad de Boston

Los especialistas consultados por Dialogue Earth coinciden en que los próximos años serán difíciles para lograr avances en la agenda de Bridgetown por el contexto geopolítico actual. El gobierno de Estados Unidos se opone a la reforma del sistema financiero mundial, de acuerdo a un documento al que accedió Reuters. Además, su Secretario del Tesoro Scott Bessent cuestionó que los BMD trabajen sobre política climática.

“Un reto clave para Bridgetown es cómo mantener el enfoque en la ambición y sortear las incertidumbres políticas que estamos viviendo actualmente, de una manera que responda y capte el conjunto diverso de necesidades que tienen los países en desarrollo. Es algo difícil de lograr y requiere un equilibrio cuidadoso”, sostuvo Bhandary.

Sin embargo, para Michael Jacobs todavía existen espacios en los que Bridgetown podrá ejercer su influencia, como en las negociaciones climáticas de la ONU. Además de la nueva meta de financiamiento de US$300.000 millones alcanzada en la COP29 en 2024, ahora los países deberán trabajar en una hoja de ruta para pasar llegar a los US$1.3 billones al 2035, el número que originalmente pedían los países en desarrollo en la COP.

“Dependiendo de lo que diga la hoja de ruta, si tiene una agenda ambiciosa para la reforma de la arquitectura internacional, se podrá decir que Bridgetown ha tenido éxito, pasando de ser una iniciativa de Barbados a una iniciativa internacional legítima,” agregó Jacobs.